I Subcapítulo: Encuentros en Viena

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Esa noche, se encontraron en un restaurante elegante del centro de Viena. Liam, como siempre, llegó con una sonrisa amplia y una actitud despreocupada.

Liam, dándole un abrazo a Noah: "¡Hermano! ¡Por fin! Estaba empezando a pensar que me habías olvidado."

Noah sonrió, ajustándose la bufanda. Aunque no siempre era fácil escuchar a Liam, había aprendido a leerle los labios con facilidad.

Noah: "Tú sabes que nunca podría olvidarte. ¿Cómo has estado?"

Liam, encogiéndose de hombros: "Ya sabes... las mismas tonterías de siempre. Mujeres, trabajo, más mujeres. Pero no hablemos de mí, ¿qué tal tú? ¿Cómo va todo con las estrellas?"

Noah sonrió ante el comentario de Liam. Sabía que, a pesar de sus diferencias, Liam siempre respetaba su pasión por la astrofísica.

Durante la cena, y tras algunas copas de vino, la conversación tomó un giro más serio. Liam, quien solía mantener una fachada de seguridad, comenzó a abrirse de una manera que Noah no había visto en mucho tiempo.

Liam, después de un trago largo de vino, suspirando: "¿Sabes, hermano? A veces siento que, por más que lo tenga todo, al final no tengo nada."

Noah levantó la mirada, sorprendido por el tono melancólico en la voz de su amigo.

Noah, curioso: "¿Qué te pasa? Siempre pareces tan seguro de lo que haces..."

Liam, encogiéndose de hombros, con una sonrisa triste: "Eso parece, ¿verdad? Mujeres, fiestas, la gran casa... Pero de qué sirve todo eso si al final no tengo a nadie que se quede conmigo. El tiempo pasa, Noah. ¿Quién va a estar conmigo cuando todo eso se termine?"

Noah guardó silencio por un momento, dejando que las palabras de su amigo flotaran en el aire. Sabía que Liam siempre había tenido una vida rodeada de personas, pero también entendía que la mayoría de ellas eran pasajeras, superficiales.

Liam, riendo con amargura: "De qué sirve pasar de una mujer a otra, si al final del día, me voy a la cama solo. No me malinterpretes, es divertido por un rato... pero, ¿y después? ¿Quién estará ahí cuando ya no pueda seguir con este ritmo?"

Noah sonrió suavemente.

Noah, con una risa suave: "Bueno, ya sabes que no soy un experto en mujeres..."

Liam sonrió levemente, asintiendo.

Noah, mirándolo con calma: "Sabes... las mujeres son como las estrellas."

Liam levantó una ceja, interesado.

Liam, burlándose un poco, pero con curiosidad: "¿Ah, sí? ¿Y cómo es eso, maestro astrónomo?"

Noah, sonriendo tímidamente: "Sabes, las estrellas pueden parecer solo puntos de luz en el cielo, pero cada una tiene su propia historia, su propio viaje. Algunas, como las supergigantes, tardan miles de años en alcanzar su brillo máximo, y su luz viaja a través de vastas distancias antes de llegar a nosotros. Es como si nos recordaran que, aunque a veces se sientan distantes, siempre están ahí, cada una en su lugar, contribuyendo a algo más grande.

Tal vez, el problema no sea que no tengas a alguien que se quede... Quizás aún no has encontrado a tu estrella. En el universo, las conexiones significativas pueden llevar tiempo, como los lazos que se forman entre los cuerpos celestes a través de la gravedad. No todas las estrellas se revelan de inmediato; algunas necesitan tiempo y paciencia para brillar en todo su esplendor. Pero eso no significa que no estén presentes, esperando el momento adecuado para iluminar nuestras vidas."

Liam lo miró en silencio por un momento, procesando las palabras de su amigo.

Liam, con una sonrisa cansada: "Sabes, eso fue más profundo de lo que esperaba, hermano. Nunca pensé que me compararías a las estrellas con mujeres."

Noah, riendo suavemente: "Es lo único que sé, las estrellas... Y si lo piensas bien, están ahí arriba por algo, no brillan sin razón."

Liam, riendo mientras lo interrumpe: "Bueno, tal vez solo agarro estrellas fugaces... o peor aún, ¿será que el fugaz soy yo?"

Noah rió junto a él, disfrutando del momento de ligereza en medio de una conversación tan profunda.

Sin embargo, antes de que el tema volviera a aligerarse por completo, Liam lo miró de nuevo, con una intensidad que solo los amigos de muchos años pueden compartir.

Liam, con seriedad pero con cariño: "Hay algo que quiero que recuerdes, Noah. Dos cosas, en realidad. La primera: Rendirse jamás... a cantar victoria. Y la segunda: Respeto al pasado, amor al presente y esperanza al futuro."

Las palabras calaron hondo en Noah. Liam, a pesar de sus inseguridades y dudas, también tenía su propia sabiduría, forjada a través de sus experiencias, sus caídas y sus éxitos.

Noah asintió, agradecido. Esas palabras quedarían grabadas en su mente.

Esa noche en la casa de Liam, Noah se dio cuenta de que, aunque su amigo tenía todas las apariencias de una vida perfecta, seguía luchando con los mismos vacíos que cualquier otra persona. Para Noah, la vida había sido más simple en muchos aspectos, pero también más honesta. A medida que el tiempo pasaba, comprendía que, aunque las galaxias parecieran caóticas desde fuera, en su interior había una conexión más profunda que mantenía todo en equilibrio.

Al día siguiente, Noah se despediría de Viena y tomaría el tren a Hallstatt. Sabía que la paz que buscaba estaba en su pueblo, bajo el cielo estrellado y en la tranquilidad del muelle, donde pronto estrenará su nuevo telescopio.

OSCURIDAD NOCTURNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora