Prólogo

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 La noche estaba fría, y el cielo de Hallstatt se desplegaba sobre nosotros, cubierto de estrellas. Parecía que el universo entero estaba celebrando con nosotros, como si supiera que algo importante estaba a punto de comenzar. En ese pequeño rincón del mundo, el lugar donde nuestras historias se habían entrelazado, nos preparábamos para un nuevo capítulo: nuestro viaje por Europa. En mi mente, esa travesía representaba más que simples destinos; era la promesa de un futuro compartido, el que soñábamos juntos, cada noche bajo ese mismo cielo.

La nieve caía despacio, cubriendo el suelo en un manto blanco que parecía susurrar nuevas aventuras. Cada copo brillaba brevemente antes de posarse, al igual que esos momentos que estábamos a punto de vivir, llenos de promesas. Nova, junto a mí, sacudió su gorro y me lanzó una mirada que hizo que olvidara por un momento el frío de la noche. Su sonrisa, esa que podía disipar hasta mis peores días, iluminó su rostro. Me recordó lo afortunado que era de tenerla a mi lado.

Me acerqué y le ajusté un mechón de cabello que se había escapado de su gorro, un gesto tan simple, pero que en ese instante me hizo sentir que, sin importar lo lejos que fuéramos, siempre llevaríamos con nosotros la calidez de este lugar. Su risa, suave como el eco de la nieve al caer, me envolvió. Era el sonido que siempre deseaba escuchar, el que hacía que todo pareciera más real.

"Este viaje es solo el comienzo," pensé, mientras nos tomábamos de las manos. Aún en el frío de la noche, sus dedos entrelazados con los míos me daban la certeza de que estábamos listos para enfrentar lo que viniera.

Pero lo que no sabía entonces, es que algunas estrellas, por más brillantes que sean, están destinadas a desvanecerse antes de que puedas acostumbrarte a su luz. Y aunque no lo supiera en ese momento, el nuestro sería un viaje donde algunas promesas se romperían antes de cumplirlas

OSCURIDAD NOCTURNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora