𝗜𝗡𝗩𝗜𝗦𝗜𝗕𝗟𝗘 𝗧𝗛𝗜𝗡𝗚𝗦, nishimura riki ( 🧸 )
━━son las pequeñas cosas invisibles las
que más amo ₊˚.
Cuando Jungwon obligó a su mejor amigo a hacer una promesa, un par de cosas habían cambiado. Porque, estar cerca de ella ahora era algo...
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Siempre había pensado que su primer amor, también sería su primera novia. La primera chica por la que su corazón alguna vez latió con tanta fuerza que temió que se le escapara del pecho. Ni-ki siempre esperó vivir esa primera experiencia con Yoon; siempre soñó con estar a su lado, ser feliz a su lado... Pero al parecer, el destino tenía otros planes para él. Porque en ese momento, mientras su mano sostenía un ramo de gerberas y con la otra se acomoda el cabello nerviosamente, la chica a la que estaba esperando no es ella.
Por mucho tiempo, pensó que nadie podría reemplazar el lugar que Yoon tenía en su corazón. Nunca estuvo realmente al tanto de lo que sucedía a su alrededor, solo por adorar y seguir cada cosa que la chica hacía. Por tantos años, aquel amor puro e inocente, perduró con la esperanza de algún día poder convertirse en algo más. Pero Yoon era como las estrellas que observaba en el cielo nocturno: brillante e inalcanzable.
Mientras esperaba, Ni-ki no pudo evitar que su mente vagara hacia los días donde todo giraba en torno a Yoon. Recordó cómo su corazón se aceleraba al verla sonreír, cómo cada palabra que decía parecía tener un peso extraordinario. Pero ahora, mientras el viento frío de la tarde acariciaba su rostro, entendía que debía olvidarse de eso, y tal vez darle la oportunidad a las nuevas experiencias.
La chica a la que esperaba llegó al fin. Rei iba vestida con una chaqueta beige que le quedaba un poco grande y un par de botas que resonaban con un ritmo constante en el pavimento. Su cabello, suelto y alborotado, le daba un aire despreocupado, pero sus ojos—esos ojos llenos de vida—parecían darle una apariencia más suave y dulce. Esa misma que lo había cautivado. Ella se detuvo frente a él y sonrió, tímida pero genuina, como siempre.
—¿Te hice esperar mucho? —preguntó, acomodándose un mechón detrás de la oreja.
Ni-ki negó con la cabeza, aunque sus manos, todavía temblorosas, traicionaban su nerviosismo. Le tendió el ramo de gerberas con un movimiento torpe, casi infantil.
—No... Bueno, un poco, pero está bien. Esto es para ti.
La chica tomó las flores con delicadeza, sus dedos rozando los de él brevemente. Ese contacto insignificante hizo que el corazón de Ni-ki diera un salto, aunque no era el mismo tipo de emoción que solía sentir. Esto era diferente. Más tranquilo, pero igualmente intenso. No era la emoción desbordante de un amor inalcanzable, sino algo más real, más humano.
—Gracias, son hermosas —dijo ella, oliendo las flores con una sonrisa que iluminó su rostro.
La tarde continuó con una conversación que fluía con sorprendente naturalidad. Hablaron de música, de libros que habían leído y de lugares a los que querían viajar algún día. Ni-ki descubrió que ella tenía una risa contagiosa, y cada vez que lograba hacerla reír, sentía que algo dentro de él se curaba. A medida que pasaban las horas, algo se asentaba en su corazón. Había esperado tanto tiempo por Yoon, idealizado cada momento que podrían haber compartido juntos, que se había olvidado de mirar a su alrededor. Ahora, sentado en un banco del parque junto a esta chica que hacía que los minutos pasaran como segundos, comprendía que el amor no siempre llega en el paquete que uno espera.
