Capítulo 10

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El viento se lamenta entre los árboles y sacude las copas perennes que seciernen sobre nosotras

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El viento se lamenta entre los árboles y sacude las copas perennes que seciernen sobre nosotras. El aire es frío y huele a madera quemada en algún lugar cercano. Lo que sucedió en América del Sur parece pertenecer a otro mundo.No tengo escoba, aunque puede que mi vestido sea lo bastante corto como para que Sybil esté orgullosa. Si doy un paso en falso, todo el mundo me verá el chichi. Nero camina a mi lado y estoy orgullosísima de tenerlo aquí. Siento como si siempre hubiera estado conmigo y tener la posibilidad de mostrar su gloriosa corpulencia y ferocidad aplaca mis inseguridades mágicas. 

La gente no sentirá pena de una bruja que se ha agenciado una pantera como familiar. Es el tipo de vínculo que inspira respeto... y puede que incluso un poco de miedo. Es algo que no me importaría, si soy del todo sincera. Pasamos junto a los edificios de las aulas y el enorme invernadero de tres pisos de camino al bosque que rodea el aquelarre: Everwoods. 

Sigo el distante sonido de las risas y la música. Por un momento, finjo que pertenezco a este lugar, que conozco este campus como tan desesperada estoy por hacerlo. El celular me vibra en el escote, que uso en lugar del bolso. Lo saco y veo el mensaje de Sybil: 

¿Ya estás aquí? 

¿Necesitas que vaya a buscarte? 

Acabamos de pasar por el invernadero. Respondo enseguida: 

Estoy bien. 

Ahora en el campus. 

Debería llegar enseguida. 

Se levanta una ráfaga de viento que me provoca un escalofrío. Me froto los brazos descubiertos y miro a Nero.

—¿Tienes frío, amigo? —Posa los ojos en mí el tiempo suficiente para hacerme sentir que he hecho una pregunta absurda— Está bien, vale, olvida que lo he preguntado. 

Aplasto con los tacones las agujas de pino caídas y el olor de la madera quemada se hace más fuerte. Para una bruja, es una fragancia que despierta algo en los huesos. Es la magia de la que estamos hechas: hogueras demedia noche y bosques sumidos en la niebla. La espesura da paso a un claro lleno de docenas y docenas de seres sobrenaturales charlando, bailando, bebiendo y riendo alrededor de montones de tallos de maíz secos. 

La mayoría son mujeres; a algunas las reconozco del aquelarre, pero hay brujas cuya cara no me suena, igual que también varios licántropos. Observo a los magos, el equivalente masculino de la bruja, y al resto de los hombres lobo. La magia resplandece en el aire, aparte de la luz que desprenden las hogueras y las linternas encantadas que flotan en el cielo. He echado de menos esto. Me he pasado el último año trabajando en el mundo normal, lleno de humanos sin magia, igual que su vida. Había olvidado el modo en que me vibra la sangre durante las reuniones de seres sobrenaturales. Oigo un chillido y luego Sybil corre hacia mí, con la bebida desbordándose en su mano, mientras que su búho, Merlín, se alza de su hombro, donde estaba posado.

Cautiva del EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora