La semana siguiente a la mudanza se me pasa en un suspiro. Me heinstalado del todo en mi nueva habitación y Nero se ha acostumbrado a larutina de entrar y salir de la casa para darse una vuelta por el bosque querodea el aquelarre. Por fin he organizado las estanterías con mis antiguoscuadernos y el actual está lleno con el horario de clase y mapas. He tomado mis libros de texto para el curso e incluso he hojeado unos cuantos.Estoy lista para mi primer día de clase, que es mañana.Ahora voy bajando por las escaleras, con Nero a mi lado como si fuerauna sombra. En el rellano que hay a mi derecha, está Sybil hablando conotra bruja.Cuando me ve, grita:
—¡Selene! ¿A dónde vas?
Sin duda alguna, debería esforzarme más por conocer a las brujas con lasque vivo y ahora es un buen momento para ello. Ya he hablado con unaspocas y me avergüenza admitir que, cuando he tenido la oportunidad, heapuntado su nombre, la especie de su familiar, la habitación en la queduermen y cualquier cosa que las distinga de las demás, como si fuera unaacosadora obsesionada.Pero, a ver, sí que me funciona.
—Voy a sacarles fotos a los edificios del campus para hacer un mapa.
—¿Eso no lo hiciste ayer? —pregunta. Ahora vacilo. ¿Lo hice?Sybil aprovecha mi momento de duda para acercarse.
—Cariño, relájate con lo de ser tan estudiosa —dice en voz baja.Por encima de su hombro, veo que la bruja con la que estaba hablandome observa con curiosidad.Bajo la voz.
—Sabes que no puedo.
Me gustaría que fuera de otra forma. Me gustaría no tener que trabajarmucho más duro para que mis iguales me traten con normalidad. Pero es asíy Sybil debería saberlo mejor que nadie.Frunce el ceño.
—Es solo que por fin estamos bajo el mismo techo y todavía no hemospasado tiempo juntas desde que te has mudado.
Trago saliva, siento la tensión que empieza a crecer entre nosotras. Esalgo que no quiero. Estoy decidida a demostrar mi valía en el BeleñoNegro, pero tampoco quiero llevar al límite la relación que tengo con mimejor amiga.
—Lo siento —digo—. Es solo que... no quiero meter la pata —La expresión de Sybil se suaviza.
—Eso no va a pasar. Eres brillante. —Suelta un suspiro y luego señala lapuerta con la cabeza—. Adelante. Haz un mapa del aquelarre y, cuandovuelvas, pasamos un rato juntas.
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Cautiva del Eterno
FantasiVen a mí, emperatriz... Selene Bowers tiene veinte años y está desesperada por que la acepten en el Aquelarre del Beleño Negro, una academia para jóvenes brujas. Como uno de los requisitos para entrar es conectar con sus poderes a través de una búsq...