La muerte es una parte inevitable de la vida, un final que nos lleva a un estado desconocido. Es como un viaje al que no sabemos a dónde nos llevará.
Al final, es un ciclo natural, una transición hacia lo desconocido que, quizás, es solo el comienzo...
Celia movió su varita suavemente, haciendo que pequeños animalitos brillantes comenzaran a jugar alrededor del bebé, quien los observaba fascinado por la magia. Morfin no podía contener su risa; su carita roja y sus manitas aplaudían emocionadas ante el espectáculo. Ver magia por primera vez era verdaderamente extraordinario. Celia sonrió con ternura, disfrutando del momento, y aprovechó que su bebé estaba entretenido para abrir un libro avanzado de alquimia. Tal vez los Gaunt no tenían dinero, pero poseían una vasta colección de libros y un profundo conocimiento. Desde que Morfin nació, no había dejado de estudiar, decidida a deshacer la maldición que creía haberle impuesto a su hijo, aunque eso significara arriesgar su propia vida en el proceso.
A pesar de sus esfuerzos, no había avanzado mucho hasta ahora, pero eso no significaba que iba a rendirse. Marvolo había salido hacía días y no había vuelto; lo más probable era que estuviera matando muggles por ahí.
“Si no te atrapan, no es tu culpa”, solía decir el viejo.
—Ba... ba— balbuceó el pequeño, capturando de inmediato la atención de Celia. Dejó el libro de lado y se inclinó hacia él, quien alzaba los bracitos pidiendo ser levantado.
—¿Qué sucede, mi rey? ¿Ya extrañas a tu mami?
Celia lo alzó con ternura, sintiendo el calor de su pequeño cuerpo contra el suyo. Morfin sonrió, sus ojos brillando con inocencia y curiosidad, y eso la llenó de una profunda alegría.
—Mira, tengo un libro lleno de cosas mágicas —dijo, moviendo el libro de alquimia frente a él—. Tal vez te gustaría ver algunos dibujos.
Morfin observó con fascinación, balbuceando emocionado al ver las ilustraciones de criaturas fantásticas y pociones burbujeantes. Celia sonrió, sintiendo que cada pequeño gesto de su hijo era hermoso.
—Eres un niño especial, Morfin —susurró mientras lo mecía suavemente—. Prometo que haré todo lo posible para asegurarte un futuro diferente, uno lleno de magia y sin las sombras de nuestra familia.
Mientras hablaba, la luz del sol se filtraba a través de la ventana, iluminando la habitación con un brillo cálido y acogedor.
Morfin, con sus pequeños dedos, señaló el dibujo de un dragón. Celia siguió su mirada, y en ese momento algo hizo clic en su mente.
—¡Eso es, bebé! Eres un pequeño genio —dijo emocionada, cubriéndolo de besos en las mejillas, provocando que Morfin soltara una risita encantada.
Había pasado por alto las propiedades del corazón de dragón. Si lograba obtener una pluma de fénix, podría incluso crear una poción que purificara a su hijo. Era solo una teoría… pero tenía esperanza.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Buen día, mi rey, es hora de despertar —murmuró Celia, acariciando suavemente el rostro del pequeño—. Y adivina qué: hoy cumple años el rey de la casa.