Capítulo 9: No Negocies tus Culpas

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—¡A-All Might!

Izumi sonrió por primera vez de manera genuina; sabía que eso no dudaría tanto, pero el poco tiempo que pudiera sentirse así era oro, pero aún había un pequeño pensamiento en su mente: se sentía falsa, no merecía esa felicidad.

¿Acaso ella debía recibir esas palabras de All Might? No sabía si de verdad merecía esa clase de confianza.

Antes de que Izumi pudiera decirle algo, una nueva voz llamó su atención; ambos voltearon y vieron a Inko con una mirada sombría; los pocos rastros de optimismo y felicidad que tenía la matriarca Midoriya se habían desvanecido.

Inko se acercó, viendo a su hija abrazar a All Might; no había nada de malo con eso; al final, el héroe más grande de todos se hallaba ahí, consolándola, una cualidad más para admirar al hombre frente a ella.

—I-Izumi, debemos hablar... —susurró Inko, mirando a su hija—. Espera ¿Qué tienes? ¡Por Dios, tu uniforme! ¿¡Eso es agua!? ¿¡Estás bien!? —se acercó revisando el estado de su pequeña.

All Might mantuvo su sonrisa, mirando como la escena, sólo para luego recibir una mirada acusatoria de la mujer.

—¡Oiga, ¿Usted le hizo esto a mi hija?! —le apuntó inflando sus mejillas.

—¡Mamá, él es...! —Izumi pudo ver al héroe negar con su cabeza; los nervios se veían de manera clara en su rostro; claramente no podía revelar su identidad—. ¡É-Él fue quien me ayudó!

—Oh... —las mejillas de Inko se colorearon de rojo mientras daba una reverencia en señal de disculpa—. ¡P-Perdón, All Might, no fue mi intención culparlo!

—No se preocupe, señorita, no tenía el contexto completo —tosió un poco nervioso buscando una forma de irse—. Acompañé a la joven Midoriya para encaminarla a su hogar. Con usted aquí ya puedo irme, fue un gusto.

—El gusto es mío —sonrió un poco la matriarca, dejando la reverencia.

All Might se despidió con su mano y de un salto dejó a ambas mujeres. Inko quería seguir interrogando a su hija sobre su estado, pero recordó toda la noticia que le debía dar y sus ojos volvieron a ensombrecerse.

—Hija, tenemos que ir a Hosu en este momento —la tomó de la mano comenzando a caminar a una estación de metro.

—¿Por qué?

Izumi se hallaba sorprendida; su madre no era de darle noticias de último minuto como en esta ocasión. Debía ser algo importante para que eso fuera posible.

—Tu padrino Masaru está en el hospital y tu madrina Mitsuki está desaparecida. Debemos ir al hospital de la ciudad de Hosu ahora mismo.

El corazón de Izumi se detuvo por un momento. Sus padrinos, aquellas personas que habían cuidado de Izuku y ella cuando su madre no podía, les daban regalos como figuras, ropa o incluso videojuegos. No eran perfectos y eso se sabía.

Recordó las palabras que les dijo en el funeral de Izuku, "¡No voy a darles la satisfacción de sentirse bien con ustedes mismos por estar aquí!". Ese momento era uno lleno de amargura, había descargado su ira contra sus padrinos sin dudar ni un segundo; cuando la culpable de la muerte de su hermano había sido ella misma, ni siquiera se había disculpado con ellos al estar viviendo su duelo.

Ella era una chica rencorosa, demasiado, pero sabía que sus padrinos y Bakugo, no eran culpables de la muerte de Izuku, quizás sí de los abusos que sufrió su hermano en vida, y eso puede que nunca se los perdonaría, pero lo demás...

Ambas fueron a la estación de trenes con rapidez y subieron a uno con dirección a la ciudad de Hosu. Sería una noche muy larga.

Después de unas horas llegaron a la ciudad y subieron a un taxi, con dirección al hospital general de Hosu. Fueron a paso veloz hasta localizar una de las habitaciones del enorme lugar y entraron.

Sin opción (Reedición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora