Capítulo 8: Tocando fondo

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Izumi Midoriya, en el pasado, se le conocía como la chica más energética, amable, cariñosa, creativa e inteligente de todas. No solo eso, contaba con una determinación inquebrantable para conseguir su sueño, ser una heroína y entrar a la escuela más importante de todo el mundo, U.A., pero no estaría sola; contaba con el apoyo y cariño de su mellizo menor, Izuku.

El objetivo era sencillo para aquella niña: ambos se graduarían de la secundaria, entrarían a U.A. y se volverían los héroes más grandes de todos, protegerían a la gente con una enorme sonrisa y serían el terror para todos los villanos que se atravesaran en su camino.

Serían las luces más brillantes en un cielo lleno de estrellas.

Nadie estaba listo para predecir la caída de la escuela secundaria Aldera, tragedia que cobró la vida de estudiantes y personal de la institución, entre ellos un muchacho peliverde, aquella persona que era su motor para seguir adelante, su fuente de inspiración.

Izumi nunca le dijo a su hermano que ella era su mayor fan, pero no había necesidad de hacerlo, pues ambos solamente necesitaban una mirada para decirse todo; al final los dos sabían que no importaba que estuviera pasando ambos se apoyarían.

Izuku estaría ahí para apoyarla y aconsejarla, por su lado ella siempre estaría ahí para protegerlo con todo su ser sin importarle nada.

Quién diría que ella fue quien provocó la muerte de aquel a quien juró proteger con su vida.

Es por eso que ella ahora no era más que un cascarón vacío de lo que una vez fue. Solo comía y bebía por supervivencia y porque su mamá se lo imploraba. Ya no existía ni un rastro de esa chica que alguna vez quiso volverse una heroína.

—¿Izumi?

Toshinori e Inko se detuvieron en una fuente de sodas con la pequeña. Salieron a correr para no quedar encerrados con sus pensamientos en esas cuatro paredes, que con cada día que pasaba se sentía que la casa se hacía más pequeña y eso no les haría ningún bien a ellas.

—¿Qué sucede, señor Yagi? —habló la pecosa bebiendo agua sin tantas ganas.

—Oh, perdón, es que te vi un poco perdida. Tu madre me estaba contando una anécdota divertida.

—Ah, ¿Sí?

Izumi se notaba desconectada de la conversación; al final su mente trataba de ir siempre al día de la tragedia, de cómo soltó a su hermano al vacío para salvar a su bully.

Una parte de ella se negaba a aceptar la idea de que estuviera muerto; a veces lo escuchaba en su cuarto o lo veía por el rabillo del ojo, solo para terminar mirando un espejo.

Negar el hecho de que su hermano ya había muerto era cada vez más difícil.

—Sí —Inko soltó una suave risa, mirando a su hija—. ¿Recuerdas como Izuku había comprado ese "Suplemento de Don" a los cinco años? ¡Fueron doscientos ochenta y cinco mil cuatrocientos yenes! Lo regañé, pero al final dejé que se las tomara porque Hisashi me convenció, ¡Aunque solo era un polvo de proteína excesivamente cara!

—Bueno, yo creo que Zuzu le sacó provecho —susurró, para luego bufar con molestia—. Agh... ¿Qué hago aquí?

—En su momento, yo caí en una estafa parecida, ¿Saben? —Toshinori sonrió un poco, bebiendo agua, notando la actitud de Izumi—. En fin, la inocencia de la infancia nos provoca hacer cosas así. Se nota que el joven Midoriya tenía un buen corazón.

—Tiene... —susurró—. Izuku todavía está vivo, yo lo sé.

—Izumi, por favor...

El ambiente se volvió más tenso de lo normal; incluso podrías cortarlo con un cuchillo. Si esto seguía así, podrían hacer una escena. La mano de Inko que sostenía un té en lata comenzó a temblar. Ya sabía lo que iba a pasar.

Sin opción (Reedición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora