Capitulo 18: Porteccion Silenciosa

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Esa noche, el refugio estaba en un inquietante silencio. La luz tenue de las bombillas parpadeaba en las paredes, proyectando sombras que parecían moverse como figuras espectrales. Camille y Teresa se acomodaron en su rincón, mientras el resto del grupo permanecía en sus respectivos lugares, cada uno luchando por conciliar el sueño en un lugar donde la desconfianza era la norma.

Minho, sin embargo, estaba despierto, su mirada fija en la puerta. Algo en su instinto le decía que esa noche no sería tranquila, y no podía ignorarlo. A pesar de la oscuridad y el cansancio, cada sonido a su alrededor lo mantenía en un estado de alerta casi febril.

Narrador omnisciente

De repente, escuchó un ruido proveniente del pasillo donde estaban las habitaciones de Camille y Teresa. Minho se puso de pie sin pensarlo dos veces y, con pasos cautelosos, avanzó hacia el origen del sonido. Al llegar, distinguió la silueta de Javier, quien se encontraba frente a la puerta de las chicas. Sus dedos tamborileaban sobre la pared como si dudara si debía abrirla, pero en su rostro se reflejaba una expresión oscura, cargada de intenciones.

La mirada de Minho se endureció. Sintió la sangre hervir en sus venas al comprender lo que Javier estaba pensando hacer. Sin darle tiempo a reaccionar, se adelantó y lo tomó por el hombro con firmeza, obligándolo a girar.

—¿Buscas algo? —preguntó Minho con voz baja pero letal, sus ojos brillando con furia contenida.

Javier le dedicó una sonrisa burlona, intentando zafarse del agarre de Minho sin éxito.

—Relájate, amigo. Solo quería asegurarme de que las chicas estuvieran bien —respondió con una voz tan cargada de sarcasmo que a Minho le costó no lanzarle un golpe en ese mismo momento.

—Déjalas en paz. Y no vuelvas a acercarte a ninguna de ellas, ¿entendiste? —Minho apretó su mano en el hombro de Javier, intensificando su advertencia.

Javier lo miró con desafío, pero el tono y la actitud de Minho le dejaron claro que no era alguien con quien querría meterse. Finalmente, soltó una risa forzada y se retiró, lanzando una última mirada burlona hacia Minho antes de desaparecer en la oscuridad del pasillo.

Narrador en primera persona (Camille)

No supe en qué momento desperté, pero al abrir los ojos escuché pasos y murmullos cerca de la puerta. Me levanté con cautela y, a través de una rendija, pude ver a Minho, inmóvil frente a la puerta, como si estuviera montando guardia. Algo en su postura me resultó tranquilizador y, a la vez, confuso. ¿Por qué estaba allí? ¿Acaso había sucedido algo de lo que yo no me había dado cuenta?

Antes de que pudiera decir algo, Minho se dio la vuelta y me encontró mirándolo. Por un instante, sus ojos parecían reflejar algo distinto a la dureza habitual; una mezcla de preocupación y… ¿protección? Pero, en un segundo, volvió a poner su expresión habitual de indiferencia.

—¿Qué haces despierta? —preguntó en tono seco, como si quisiera evitar que notara cualquier vulnerabilidad en él.

—Escuché ruidos —murmuré, aún algo adormilada, y me atreví a preguntar—. ¿Pasó algo?

Minho desvió la mirada, rascándose la nuca como si buscara una excusa rápida.

—Nada importante. Solo… asegurándome de que nadie se pase de listo —respondió, esquivando mis ojos.

Quise insistir, quería entender por qué parecía tan tenso, pero algo en su postura me hizo entender que, por ahora, no me diría más. Sin embargo, su presencia allí, su intención de protegernos, era suficiente para que me sintiera segura. No pude evitar sonreír, una sonrisa que apenas noté pero que él pareció captar en el último momento.

—Gracias, Minho —murmuré en voz baja.

Él soltó un resoplido, medio burlón, medio incómodo.

—Vete a dormir, Camille. No es como si alguien estuviera cuidándote o algo así —respondió en tono sarcástico, pero sus ojos brillaban con algo que casi parecía… cariño.

Cerré la puerta, con una sonrisa más amplia de lo que me hubiera gustado admitir. Tal vez Minho era una contradicción andante, pero en esa contradicción encontré un tipo de lealtad y fuerza que no había visto en nadie más.

Narrador omnisciente

Minho se quedó unos minutos más frente a la puerta, asegurándose de que Javier se mantuviera lejos. En su interior, una batalla de emociones se libraba: la necesidad de proteger a Camille, el resentimiento por lo que creía que sucedía entre ella y Thomas, y la inexplicable urgencia de querer verla segura, incluso si eso significaba desafiar a cualquier amenaza en su contra.

Finalmente, con un último vistazo hacia la puerta cerrada, se giró y regresó a su lugar, dispuesto a mantener su guardia en el refugio, aunque implicara confrontarse a sus propios sentimientos confusos en el proceso.

Maze Runner  a prueba de fuego |MINHO| Siempre fuiste tú ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora