Maze Runner a prueba de fuego |MINHO| Siempre fuiste tú ❤️

Capítulo 8: Caída al Abismo

-¡Thomas, Camille, cuidado! -gritó Minho al notar la presencia de una figura amenazante detrás de ellos.

Al girarse, se encontraron con un sujeto en condiciones similares al anterior, pero sin rejas que los detuvieran. El pánico se apoderó de ellos al ver que el individuo se dirigía rápidamente hacia ellos. Thomas y Camille retrocedieron, pero Minho no se movió; su instinto lo llevó a buscar algo con qué defenderse.

-¡Minho, cuidado! -exclamó Camille justo cuando él tomó un tubo del suelo y se lo estampó al sujeto.

-¿Qué rayos es esa cosa? -preguntó Thomas, aterrado.

-No me gustaría averiguarlo -respondió Camille, justo cuando más de esas criaturas aparecieron.

-¡Corran, corran! -gritaron los tres mientras se lanzaban hacia la salida por donde habían entrado, intentando atascar las puertas entre ellos.

-¡Que no entren, que no entren! -Minho gritó, decidido a mantener a raya a los seres mientras los otros lo ayudaban a bloquear la entrada.

-¿Qué haces, Minho? -preguntó Thomas, esforzándose por ayudar a su hermana a sujetar la puerta, pero se dio cuenta de que Minho era mucho más fuerte.

-¿Qué broma es esta, Minho? -Camille le gritó, pero rápidamente comprendió sus intenciones.

-Oye, pero... -Thomas no terminó la frase porque su hermana lo arrastró justo cuando Minho comenzó a apilar casilleros para bloquear la entrada.

Los sonidos de las criaturas se hicieron más intensos, y se dieron cuenta de que estaban a punto de ser acorralados. Sin duda, estaban experimentando un verdadero terror.

Los tres corrieron con todas sus fuerzas, necesitaban llegar con los demás y avisarles, tenían que salir de ese lugar.

A lo lejos divisaron a sus compañeros y no dudaron en gritarles que corrieran. Al principio, parecían no entender, pero al ver que estaban siendo perseguidos por las extrañas criaturas, comenzaron a correr de inmediato.

Gracias a su velocidad, pronto alcanzaron a sus amigos. Sartén les lanzó una mochila a Thomas y Aris a Camille, ya que Minho ya tenía la suya.

Corrían y corrían sin detenerse, con esas criaturas pisándoles los talones.

-Oigan, chicos, ¿qué son esas cosas? -preguntó Sartén, entre jadeos.

-No lo sé, ¡sigamos corriendo! -respondió Thomas, preocupado.

-¿A dónde vamos? -inquirió Sartén.

-No importa, pero tenemos que alejarnos de ellas.

Todos se dirigieron hacia las escaleras, pero fueron interceptados por uno de esos individuos. Aris decidió actuar de inmediato.

-¡Aris, ¿qué haces?! -gritó Camille, alarmada, pero él desvió al sujeto con un bate.

Estaban a punto de subir las escaleras, pero solo Teresa y Thomas lograron hacerlo. Más criaturas aparecieron, pero, para su suerte, había otras escaleras cerca.

Minho y Camille se quedaron atrás. Frente a ellos, apareció otro de esos sujetos, impidiéndoles el paso. Minho actuó rápido y lo derribó con una patada.

Él le dio el paso a Camille para que ella pasara primero, y luego él la siguió. Llegaron al siguiente nivel y continuaron corriendo; solo querían escapar de esos seres.

Newt era quien iba más atrás, y de repente uno de esos individuos lo derribó. Thomas y Camille llegaron rápidamente donde él, y Thomas lo derribó de una patada, ayudando a su amigo a ponerse de pie. Newt se lo agradeció con un gesto de alivio.

Sin embargo, no se percataron de otro individuo que apareció rápidamente y se abalanzó sobre Camille y Minho con tal fuerza que no tuvieron tiempo de reaccionar. Los tres cayeron por la barandilla.

-¡Minho, Camille! -gritó Thomas, desesperado al verlos caer sin poder hacer nada mientras una horda de criaturas se acercaba.

A pesar de la parálisis inicial, comprendió que debían continuar. Con el corazón roto y los ojos llenos de lágrimas, instó a sus amigos a seguir corriendo.

El grupo estaba afectado por lo que había sucedido, pero Aris y Thomas eran los más afectados. Aris no podía creer que nunca volvería a ver a su amiga-hermana; las lágrimas comenzaban a caer por su rostro.

Thomas, consciente de su estado, tuvo que jalarlo para instarlo a correr. A todos les dolía dejar a Minho y Camille atrás, pero sabían que debían seguir adelante.