3 - Sí, bruja

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Las semanas pasaron, llegando ya al mes, y la relación entre las dos era casi inexistente, incluso se podría decir incómodo cuando estaban a solas en la sala de profesores o en la cafetería cuando compartían su hora de descanso, escuchando solo el ruido de la leche calentándose.

Chiara sabía que lo había estropeado con esa tontería conforme los días iban pasando, pero tampoco se iba a disculpar. ¿Para qué? Si le costó sudor y lágrimas que no amonestara a Ruby, no sabría cómo hacer para que Violeta cambiase de opinión sobre ella cuando la pelirroja era muy inanimada y carecía de emociones al parecer porque siempre tenía un rostro serio. Si la veía sonreír, sería un milagro. Y tampoco es que quisiera que cambiara de opinión. Puede que fuese un comentario inoportuno, pero la pelinegra ni siquiera lo había dicho a malas, pero como Violeta no la conocía... Si la pelirroja iba a estar así de enfadada por eso, allá ella.

***

La mañana y tarde pasó rápido. Chiara se quedó junto a Ruslana con sus alumnos para hacer las clases extraescolares más amenas y dinámicas. Realmente se sorprendió al ver a unos cuantos que no se imaginó que se apuntarían a clase de fotografía, pero estaba orgullosa de ello.

Al terminar, Chiara caminó por los pasillos para recoger e irse a casa. Entre que miraba sus libros para ver si lo tenía todo, escuchó un leve golpe que hizo que levantara la cabeza. Arrugó la frente, agudizó los oídos y se dirigió hacia la dirección de donde pensó que provenía el ruido. Los pasos cambiaron con brusquedad al escuchar un sollozo apagado. Subió las escaleras con sigilo para no asustar a la persona ni que se escapara. Giró la esquina y ahí vio a un alumno suyo, sentado en el suelo apoyado en las taquillas con los libros en el suelo y amortiguando el lloriqueo con sus brazos.

- ¿Delgado? - preguntó Chiara en un susurró mientras se agachaba, asustando al chico entre que salía de su escondite -. ¿Qué es lo que ha pasado? - cuestionó horrorizada al ver el moratón de su mejilla y el labio ensangrentado -.  ¿Quién te ha hecho esto?

- Lo siento, profesora Oliver, es que... - susurró entre sollozos entre que cogía la mano de la pelinegra para apartarlo de su mejilla, dudoso y luego habló -. No ha sido nadie, he sido yo solo...

- Por favor, no me mientas, Alex. Sé que alguien te ha hecho esto - intentó de nuevo tocar su mejilla, pero el chico sacudió la cabeza, negándolo-. Dímelo, no saldrá de aquí. Te prometo que no te harán más daño porque te pienso proteger - animó Chiara cogiendo su mano con fuerza y el chico cogió un poco de aire -. ¿Quién ha sido y qué es lo que ha pasado? - preguntó esperanzada, pero él solo apretaba los labios para no deshacerse ahí mismo.

Al ver que no hablaba, Chiara agarró sus brazos y lo atrajo para abrazarlo, acariciando su rapado y susurrando de que todo iba a estar bien. El chico se hundió en su cuello, agarrando fuertemente su camisa y se hundió en el acto. No pudo evitar dejar que las lágrimas se escaparan y que el grito silencioso saliese.

Chiara, apenada, reconocía que no era la primera vez que lo veía triste, pero pensó que era porque no le gustaba el instituto como él le decía repetidas veces. Esto, en cambio, era diferente y se dio cuenta de que siempre se había callado. Jamás lo había visto así lastimado y era imposible que se hiciera los moratones él solo, que se haya partido el labio y menos cuando lloraba así.

- Ha sido Carlos Romero y no es la primera vez que lo hace... - contestó Delgado en un susurro después de tranquilizarse y Chiara abrió los ojos de par en par. Era el chico más popular, el líder, destacado y "querido" por todo el instituto; los grandes llevan máscaras enormes -. Estábamos jugando un partido amistoso para entrenar. Quedaban solo diez minutos para acabar, pero íbamos perdiendo y todos se dieron cuenta de que era difícil de remontar. Ni siquiera se esperó a terminar; dijo que era mi culpa y me empezó a insultar antes de...

Se nos da bien odiarnos - KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora