9 - Fiesta de Halloween II

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Violeta se dirigió a la fiesta después de dejar a Chiara. No supo por qué tuvo ese impulso de ayudarla. Si hubiese llamado a Noemi o a cualquier otro, se habría desecho de ella para siempre en un chasquido de dedos, aunque hubiese sido así de rastrera. Pero razonó y se sinceró de por qué lo hizo finalmente.

Pasó por todo el gimnasio y Nerea se acercó a ella nada más verla. Violeta suspiró cuando la pelinegra comenzó a explicar cómo gracias a ella tenía una cita con Ruslana y bromeó de que le debía veinte dólares. Ella simplemente asintió, agitando la mano restándole importancia hasta que le señaló a Ruslana que estaba al otro extremo para quitársela de encima.

Violeta no era muy buena en las relaciones en realidad. Todo que se acercaba, le irritaba a tal extremo que le salían urticarias. No era nada personal (excepto por Chiara, por supuesto). Prefería mantener las distancias, siendo profesional y cordial. Puede que eso viniese de familia, quién sabe.

Cuando estuvo a punto de abandonar la zona, Imra se acercó a ella con una sonrisa entre dientes. Frunció el ceño porque se paró a su lado mientras cogía más ponche y le hablaba como si nada. Preguntó entre risas cómo lo estaba pasando, pero Violeta le cortó de inmediato, diciendo que tendría que ir con sus compañeros a conversar y no con ella. Ya era lo que le faltaba; que una de las alumnas más problemáticas, a pesar de tener el cociente intelectual muy alto, le molestara.

- Profesora Hódar, ¿te gusta la profesora Oliver? - preguntó de repente haciendo que Violeta casi echara la bebida por la boca.

- ¿Perdona?

- No la dejas tranquila ni un segundo y pareces celosa cuando la profesora Oliver conversa conmigo - espetó de mala gana dejando su vaso servido en la mesa, haciendo que Violeta también dejara su vaso sobre la mesa.

Lo que más le chocó en toda la conversación fue
"conmigo" como si ella fuera todo el centro de atención de la pelinegra. La motrileña se preguntó que había hecho Chiara para tenerla en su mano, aun sabiendo con sus propios ojos en que no había hecho nada del otro mundo, solo ser una estúpida cariñosa, tierna y amable como siempre.

- ¿Me lo estás diciendo en serio, señorita Quesada? - alzó la ceja incrédula, no queriendo ser ruda con ella ya que se trataba de una cría y no quería perder la compostura por esta estúpida tontería -. La profesora Oliver es una molestia hasta para la vista y ni hace falta repetir los cuchicheos y cotilleos que hacéis entre vosotros sobre nosotras de que no nos caemos bien. No sé por qué has llegado a esa conclusión, pero si tu definición de "gustar" es eso, allá tú - le aclaró con cierta burla, pero solo ganó un gruñido por parte de su alumna.

- Bueno, y si tanto te molesta Chiara, ¿por qué no te alejas un poco de ella y dejas de interrumpir conversaciones que no tienen nada que ver contigo? Está claro de que estás celosa - continuó desafiando, haciendo que Violeta se quedara inmóvil, viendo como Imra se ponía a la defensiva.

Esto era un gran malentendido ya que se trataba claramente de celos, pero por parte de Imra. Unos celos que deberían ser inexistentes, pero qué iba a decirle a esta cría. Y pensándolo bien, realmente parecía lo que parecía interrumpiendo en cada conversación cuando lo único que hizo fue salvar a Chiara de sus tonterías que estaban fuera de lugar.

Violeta pensó en que se acabó. No iba a esperar a que la pelinegra hablase con ella. La profesora Hódar se relajó soltando un suspiro pesado y comprendió que, si iba por el camino de la regañina, discutirían y podrían formar barullo delante de unos cuantos y no quería que todo se malinterpretara. Así que fue directa.

- Imra, Chiara es una profesora como yo - comenzó la pelirroja y la morena asintió, sin comprender lo que decía -. Te dobla la edad - soltó sin miramientos e Imra abrió los ojos de par en par, mostrando de que había sido capturada -. Y por tu torpeza e inexperiencia casi metes a la profesora Oliver en un compromiso - sentenció tajante viendo como Imra apretaba los puños, pero miró hacia otro lado.

Se nos da bien odiarnos - KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora