Prólogo: La muñeca

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Dicen que siempre debes volver al lugar donde fuiste feliz. Ese sitio puede ser el que te vio nacer, crecer, madurar y formarte como persona hasta llegar a ser lo que eres ahora. También puede ser uno que adoptaste después como propio, por la comodidad que te envuelve al recorrer sus calles. Puedes incluso encontrar ese lugar, que te haga sentir la calidez de un hogar, en los brazos de otra persona, dejando a un lado el sitio que os rodea cuando estáis juntas. Porque el sitio es lo de menos, lo que prevalece es la emoción que despierta en tu interior estar allí.

No todo el mundo encuentra su sitio en el mundo y, algunas personas, encuentran ese lugar como un arma de doble filo. Porque ese sitio que te vio madurar puede traer de vuelta a tu mente recuerdos que aún duelen.

Volver genera incertidumbre. No es sencillo visitar, después de un tiempo, un terreno conocido y a la vez misterioso, porque nunca sabes lo que vas a encontrar. Volver es, a su vez, cruzarte con rostros de personas que tienen una imagen formada de ti que tal vez no tan real como la verdadera. Enfrentarse a los fantasmas del pasado nunca es fácil, pero hacerlo sin saber a qué atenerte, pese a mantener la esperanza de que todo irá bien, es una sensación sumamente angustiosa.

La sensación de asfixia al afrontar esos temores que sigues teniendo, es más llevadera al lado de alguien que te conoce realmente. Con esa persona que ha desnudado tu cuerpo y también tú propia alma, aunque ahora tengas la duda de si algún día volverá hacerlo. La conexión entre dos almas puede prevalecer en el tiempo, pero solo lo hace si las dos personas están dispuestas y no siempre es así.

El desamor nunca duró tanto como lo hizo para Marta De la Reina. Para la castaña, las emociones sentidas junto al amor de su infancia fueron tan increíbles como imposibles de olvidar. Llevaba su nombre tatuado en su corazón y cada momento a su lado grabado a fuego en su mente. Ni siquiera podía llamar desamor a lo que sentía, porque, aunque intentaba negarlo y dejar de hacerlo, pensar cada día en ella era una costumbre que se había vuelto rutinaria en su vida.

El error que había cometido, tomando la peor de las decisiones, provocaba un dolor en su maltratado corazón que era incapaz de desvanecerse. Ni siquiera la terapia a la que había asistido durante años, había sido capaz de sacar de su mente a la mujer que le había robado el corazón, quedándose con él para el resto de la eternidad.

***

Toledo, 9 de Septiembre de 2024

Marta miró la hora con nervios, sabía que era tarde, pero no era consciente de cuanto hasta centrar la vista en el reloj y fruncir el ceño. Dudó si se le había pegado la hora por haberse entretenido o porque no quería afrontar ese día que, por otro lado, parecía llevar esperando los veintiocho años que tenía.

Llevaba toda la vida preparándose para ese nuevo trabajo, el de sus sueños, aunque nunca esperó que fuera precisamente allí. La castaña sabía que ese lugar le traería demasiados recuerdos y se sentía aterrada al pensar en luchar contra ellos. Para compensar sus miedos, había algo que le daba una mínima fuerza, tenía la pequeña esperanza de ver a la persona más especial de aquel pueblo y, solo de pensarlo, sentía su interior vibrar.

Marta había pasado su vida sin lujos, sin caprichos ni ningún respaldo económico pero, a su vez, con algo mucho más valioso que no tiene precio, el amor y el cariño de sus seres queridos. Era por eso, tal vez, que estaba acostumbrada a conformarse con lo mínimo y, valorarlo a su vez, como si fuese un mundo. Quizás por ese motivo se confirmaba con simplemente verla, aunque fuera de lejos.

Por mucho que hubiera fantaseado constantemente con revivir momentos a su lado, era consciente de que nunca volvería a rozar su piel de la misma manera, de que esa mujer jamás la miraría como solo ella sabía hacer y no volverían a corear a gritos sus canciones preferidas. Sabía también que sus labios no se volverían a encontrar a escondidas y sus cuerpos no se fundirían en uno nunca más. Suponía también que, pese a encontrarla cada noche en sus sueños, hacía ya tiempo que ella habría salido de su cabeza, y probablemente lo había hecho de la misma manera que ella misma salió de su vida, por la puerta de atrás.

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