29 de octubre
Hace frío, hace mucho frío. Mi cabeza repite esa palabra constantemente; el frío me abraza, me rodea, haciéndome temblar. Intento buscar las sábanas estirando la mano hacia un lado, pero no entiendo por qué hace tanto frío. Johnny siempre es un cuerpo caliente; sin embargo, esta vez lo entiendo. Lo entiendo cuando levanto la cabeza, contemplando la cama vacía y destendida.
Hago una mueca, buscándolo con la mirada. La puerta del baño está cerrada y no hay ninguna luz por debajo. Cierro los ojos con fuerza; el escalofrío recorre mi piel y siento que algo más me camina en uno de los pies. Pateo con fuerza, girándome para recostarme de panza, viendo hacia la puerta.
Acaricio el lugar vacío, tratando de esperarlo, pero mis ojos comienzan a jugarse entre sí, cerrándose y abriéndose. Mi cabeza va de un lado a otro; me siento mareada. Pestañeo despacio; mis pestañas están pegándose a mis párpados. Casi voy a cerrar los ojos para volver a quedarme dormida.
Inhalo profundo, escuchando pasos; trato de levantarme, solo que desisto, cambiando mi cabeza de lado. Retiro mi mano del lado de la cama de Johnny y me hundo entre las almohadas, cubriéndome con la manta, aguardando a que él suba y cierre la puerta. A veces baja a comer algo a altas horas de la madrugada.
Entonces, la puerta se abre; el aliento helado vuelve a recorrerme los brazos. Inhalo con fuerza, acurrucándome en la esquina de la cama cuando siento su cuerpo hundirse. No giro a mirarlo; me mantengo dándole la espalda, tratando de volver a conciliar el sueño porque hay algo raro: el aroma no es de Johnny. Cuando Johnny Hoggart se recuesta en mi cama, siempre se quita los zapatos.
Mi mente reacciona antes que mi cuerpo, haciéndome abrir los ojos. El frío deja de ser en mis brazos para nacer desde mi estómago. Tiemblo; hay gotas frías de sudor recorriéndome el cuello. Mi corazón late a un ritmo, un ritmo que tenía ayer antes de ducharme, porque ese aroma a sangre y metal recorre mis fosas nasales con mucha familiaridad.
Parpadeo, desorientada; alzo un poco la cabeza, fingiendo estar dormida. Mi mano ya está temblando; no puede ser. No quiero girar, pero me obligo. El aire que inhalo es en enormes cantidades calientes; tengo picazón en las piernas y calor en el abdomen, especialmente apenas vuelvo a girar, manteniendo mis ojos cerrados.
La presión en los huesos de los dedos de mi mano me hace convertirlas en puños. Ahogo un poco de oxígeno, abriendo ligeramente los ojos. Es tan ligero que puedo recorrerlo de abajo hacia arriba, contemplando las botas llenas de tierra y sangre. El grito queda atrapado en mi garganta; no abro los ojos ni por un segundo. Los cierro con aún más insistencia, evitando soltar un sollozo que está envuelto en mi lengua.
¿Dónde está Johnny? ¿A dónde fue?
Alzo un poco más la mirada contemplando el reflejo en mi pared, la luz de la habitación de Johnny esta encendida, ¿se fue? No, él no es así, no haría esto, no me dejaría aquí sabiendo que corro peligro, aun si estoy con mis padres.
Aprieto los ojos continuando mi recorrido hasta los pantalones de Axe, flojos, como de militar, pero en color negro y con bolsillos. Trago duro subiendo un poco más, despacio, demasiado despacio, llego a sus rodillas, luego a sus muslos que se ven enormes, él se ve enrome, no tengo idea de cuanto mire. En mi cama se ve gigante, no alcanza estando recostado.
Soplo un poco deteniéndome en algo que particularmente no debería llamarme la atención, pero lo miro. Tiene una erección, su pantalón se alza un poco, esta duro y respira como si estuviera conteniéndose, tal vez sabiendo que lo estoy mirando justo en ese lugar.
—Se una chica buena, Emma —habla, su voz, su jodida voz nunca puedo descifrarla, es muy rugosa y ronca, como agotada, la arrastra repartiendo miedo.
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Kill me or kill me not?
رعبTERMINADO. En el lejano y otoñal pueblo de Glusk Ridge, una oscura tradición revive cada Halloween: un asesino enmascarado emerge de las sombras, desatando el terror entre los pecadores de la comunidad. Cada año, la policía intenta reanudar la búsqu...