Todo Menos Un Hogar.

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Xiao Zhan observa fijamente la llama que se sacude lentamente ante él mientras escucha atentamente el tic tac del reloj.

Bajo la tenue luz de aquel lugar empieza a rememorar momentos pasados. Momentos que lo llevaron a la situación en la que ahora se encontraba.

Allí, en aquella mesa sentado en soledad donde solo es acompañado por la tenue música de fondo la cuál vuelve mucho más melancolico aquel ambiente.

Levanta su mirada al asiento vacío y suspira con una amarga resignación. Ya ha vivido esta situación muchas veces, aún así algunas veces no puede dejar de sentir algo de tristeza.

- Señora Shen.- Con voz suave llama a la mujer que secretamente lo ha estado observando desde la distancia.

- ¿Si?.- Se acerca con una dulce sonrisa pintada en sus labios.

- Por favor recoja eso.- Apuntó al asiento vacío.- No es necesario que lo deje allí.

- Pero el maestro.

- Él no vendrá.- Suspiró.- Nunca viene ¿Para que perder el tiempo?.- Le sonrió.- Retire los platos.

- ¿De acuerdo?.- Con cierto pesar se acercó al asiento vacío.

- Por cierto. Gracias por la cena. Esta deliciosa.- Bajó su mirada a su plato y prosiguió comiendo en silencio.

- Si necesita algo más solo déjeme saber.

- Esta bien.- Su sonrisa fue tenue.- Vaya a dormir. Yo leeré un poco y luego iré a la cama.

- Me quedaré para retirar lo demás.

- Tranquila. Yo lo haré.

- Pero...

- Tranquila.- Le volvió a sonreír.- Yo me encargo.

- De acuerdo.

La mujer se retiró soltando un pesado suspiro. En verdad le entristecia ver la situación de su maestro.

Era triste verlo cada noche comer en soledad, acompañado de su melancolía. No había nadie que se sentara junto a él, nadie le preguntaba por su día o como se sentía.

Nadie se preocupaba por hacerle compañía.

Era una escena por demás triste e injusta. Aquel silencioso maestro siempre había sido bueno, un excelente ser humano.

La mujer consideraba que de todas las personas que en su vida había conocido, aquel su maestro podía ser igualado incluso con un ángel.

Siempre servicial a los demás, con una gran y brillante sonrisa. Capaz de dar incluso lo que le pertenecía solo por el bienestar de otros.

Por eso no podía dejar de sentir enojo y rencor hacía la persona que le daba aquel trato frío a su amo.

~~~~~~

- Maldita sea.- Exclamó mientras se corría junto a su acompañante.- Cielos.

Sonrió entre jadeos mientras se tumbaba en la cama dejando que el cuerpo del que se encontraba a su espalda cayera sobre el suyo.

- Parece que hoy tenías muchas energías.- Sonrió.

- Más bien estrés.- Se salió de su acompañante para luego tumbarse en la cama.- Hoy fue un día de mierda lleno de situaciones en la empresa.

- ¿Así que solo viniste a mi para descargar tu estrés?.- Se giró para verlo.

- De cierta forma... Si.- Sonrió.

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