Duelo E Indiferencia.

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Han transcurrido 2 semanas desde el aparatos accidente y lamentablemente deceso de la pareja Xiao.

Gracias a la eficacia de las autoridades Londinense los hijo de la familia pudieron restacar los restos de sus padres los cuales fueron sepultados bajo un concurrido grupo de asistentes.

Varias personalidades importantes, así como familiares y amigos se unieron para darle el último adiós a aquella pareja la cual era tan querida como reconocida por muchos.

Sus hijos han tenido que lidiar con el dolor de su partida y con la soledad que se siente en el corazón cuando se va una parte importante de sus vidas.

Cada uno ha decidido vivir su duelo a su manera.

Xiao Rong se ha sumergido en su oficina, trabajando hasta altas horas. Ocupando su mente para no tener tiempo alguno de pensar o llorar.

Siente que al ser el mayor es quien más fuerte debe mantenerse y aunque su alma está quebrada por completo cada día se llena de valor a si mismo para salir adelante.

La más pequeña, Xiao Yue ha dejado de asistir a su trabajo. Ni siquiera visita aquel hogar en donde se crearon tantos recuerdos junto a sus amados padres.

Evita ver sus fotos, pertenencias e incluso evita hablar de ellos. Esto como un intento fallido de mejorar y no sufrir más.

Xiao Sean se la pasa recorriendo los solitarios pasillos de la mansión Xiao. Algunas veces se encierra por un largo tiempo en la que fue la recamara de sus padres. Allí se recuesta por horas en su cama abrazado a sus almohadas o se interna en el vestidor de su madre y admira todas y cada una de sus pertenencias mientras trata de ahogar el llanto que siempre amenaza escapar.

Los extraña con locura. Al final las únicas personas que amaba con toda se marcharon para no volver.

Por su parte Xiao Zhan se ha encerrado en su habitación desde el día en que le dio su el último adiós a sus padres.

No habla, come y duerme muy poco. Solo se mantiene sentado sobre su cama bajo la oscuridad de su habitación con la mirada puesta en un punto fijo mientras divaga en los recuerdos.

Esto empieza a angustiar a la señora Shen pues siente que de seguir de esa manera aquel su maestro va a terminar por perder el último hilo de su cordura.

No sabe que hacer, que métodos utilizar. Tampoco sabe a quien acudir.

No quiere molestar a sus hermanos pues entiende que cada uno está lidiando con su dolor. Mucho menos pretende pedir ayuda a su esposo ya que este a pesar de haberle asistido y acompañado en los funerales, ahora se muestra distante e indiferente.

Había vuelto a la misma rutina de siempre. Solo se dedicaba a entrar y salir de casa sin decir una sola palabra.

Había vuelto a ser como antes.

- Aisake.- La señora Shen se sorprendió.- ¿Qué haces por aquí?

- La última vez que vi a Zhan fue en los funerales de sus padres.- Llevaba consigo un delicado paquete.- De no haber sido porque hablamos antes no me hubiese enterado que estaba en ese estado.

- Se que no debí contarte pero es que...- Frotó sus manos.- Me preocupa mi maestro. Temo que enferme.

- ¿Y Yibo?.- Escaneo el lugar con sus ojos.

- No está.- Negó.- Nunca está.

- Ese idiota.- Apretó su mandíbula tratando de contener su enojo.

- ¿Quieres subir?

- Por favor.

- Sé que desde ese día que nos visitaste tu y mi maestro se acercaron más.- Camino siendo seguida por el pelinegro.- Son muy pocos los amigos de mi maestro. A decir verdad solo tu y Jia. No puedo llamar a Jia porque se está haciendo cargo de la compañía de mi maestro.

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