Décima carta part.2

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Cacería part

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Cacería part. 2

No sé cuántos minutos había transcurrido, pero al final de todo solo sabía que tenía que enfrentar la situación. Esto ya era muy normal, decir que no era normal lo que vos y yo hacíamos.

Tal y como lo dijiste, cada una de las rosas significaban una hora de las 72 horas que íbamos a estar en la hacienda. Tú me mencionaste que las primeras cinco horas, cada quien iba a recorrer la zona e incluso el bosque, luego jugaríamos el juego de las escondidas, muy turbio porque se valía que hubiera sangre de por medio. Dios mío, ¿Qué tenías en esa cabeza de que solo pensaba ideas con sangre? Lo más curioso es que sabía que debía de tener miedo, pero era lo contrario y no solo eso, sino que mi curiosidad también estaba con ganas de saber cómo sabías el lugar a donde iba o cómo hiciste para que nadie estuviera en la hacienda. Porque sería raro que para decir que nadie la visitara eso jamás, viendo que el lugar era lindo, por lo menos yo calculaba que siempre había una o tres parejas visitando el lugar. El primero en descubrir al otro elegiría la siguiente actividad. Kenneth, después de las cinco horas, comenzó el juego. Sentía que estaba recreando la película de los juegos del hambre, pero de una versión diferente e inusual.

Y desde ese momento comenzó el juego perverso y favorito de los dos. Y yo comencé a jugar... Me había escondido en las afueras de la propiedad, justamente en la entrada del bosque. Desconocía qué era lo que seguía después del bosque, porque el lugar es demasiado grande como para examinarlo todo en su totalidad en solo cinco horas.

Caminé y caminé explorando el lugar hasta que te escuché. Comencé a correr rumbo al este hasta que di con un tronco y me caí. Me hice unas heridas que, debido a la adrenalina, no sentía dolor, pero después claro que me iban a doler. Me detuve hasta que consideraba que no me ibas a encontrar; esto era una cacería. Y uno de los dos debía de ser la presa y yo no iba a permitir eso, porque yo iba a ser el cazador. Agarré todos mis ovarios literalmente y me dirigí al oeste para poder encontrarte. Si la sangre iba a estar de por medio, se jugará de manera correcta, como hace meses que casi perdemos la vida e hicimos creer que fue alguien que nos hizo daño.

Tras haber caminado por horas, ya era noche y cuidado que al rato ya era la madrugada. No tenía mi celular, pero sentía que ya era muy tarde. Yo calculaba que ya había caminado unos 15 kilómetros, estaba cansada, no andaba el mejor outfit. ¿Quién en su sano juicio va a saber que iba a tener una cacería literal con un demente? Yo venía a disfrutar unos días, había llegado al lugar con un vestido negro y zapatos vans. Y Kenneth, hasta que te encontré, estabas acostado en un árbol, estabas lleno de sangre. Me acerqué a ti con valentía y te pregunté qué era lo que te había pasado.

Porque yo no había sido la responsable de esas heridas.

Y fue ahí que lo que yo consideraba era una cacería, ahora sí, íbamos a correr por nuestras vidas. Me habías dicho que un hombre al que casi matas en el psiquiátrico se había escapado y te había seguido desde que solicitaste un tiempo para salir y fue que te encontró dentro del bosque, aunque eso de que pediste permiso no creo, pero ajá sigamos con esto. Él muy lunático andaba con todo un armamento de cacería silvestre. Y te había disparado, era una herida superficial, pero te provocó que sangrara mucho, genial dije, era lo único que me faltaba tener que convivir con dos dementes. Escuchamos de lejos o cerca un disparo proveniente de un arma, eso significaba que teníamos que huir.

Te ayudé a levantarte y fue que por primera vez nos convertimos en aliados. Porque no queríamos morir. Sí, muy probable que nuestra muerte estaba cerca, pero no estaba permitido que un demente estuviera involucrado en este juego perverso. No podíamos ir a una velocidad rápida porque la adrenalina de nuestro cuerpo ya se estaba yendo, ya no era la misma que al principio. Por lo tanto, ya el cansancio era obvio; seguimos caminando desde la posición en la que estábamos rumbo al sur.

Para nuestra sorpresa, el demente nos sorprendió. Primero nos apuntó con un arma, me soltaste del agarre que tenías y ambos nos miramos con una mirada de saber qué era lo que cada quien tenía que hacer. Me acerqué al demente para distraerlo y le dije que me disparará justamente en el corazón que ya era de morir. Lo que permitió segundos para que te diera chance de buscar algo con que defendernos, lo golpeaste por atrás. El hombre cayó, segundos de ventaja, para correr, pero él venía por atrás y lanzó un cuchillo que se introdujo con fuerza en la parte de atrás de mis costillas derechas. Me dolió lo que hizo que cayera al suelo, me levantaste rápido y seguimos corriendo, el amanecer ya se hacía presente. Ya mi cuerpo me pedía que comiera algo.

No iba a comer alguna fruta de este bosque sin saber si era venenosa. Los dos estábamos perdiendo mucha sangre. No iba a morir en un bosque. Así que se me ocurrió cómo podíamos darle un, estate quieto al hombre.

Nos escondimos detrás de unos árboles. Cuando saqué el cuchillo de mi espalda, lo había recogido rápidamente. Kenneth, tú solo me observabas y sonreías con esa sonrisa que te causaba mucha satisfacción. Esperamos a que él se acercara, porque sabíamos que nos iba a encontrar por el rastro de sangre que íbamos dejando al caminar, hasta que apareció. Lo apuñalé por detrás dos veces rápidamente. Él me dio un golpe en mi abdomen que hizo que perdiera aliento por segundos. Fuiste inteligente, my love, que decidiste darle con una roca en la espalda que no sirvió mucho. Agarré todo mi coraje que él demente y yo comenzamos una pelea, no sé dónde sacaba fuerzas, pero lo hacía, hasta que todo acabó a su fin. Agarraste un palo y se lo clavaste con mucha valentía; el problema fue que también ese mismo palo se incrustó en mi abdomen. Por segunda vez.

Con todo el dolor, me retiré rápidamente; sabía las consecuencias de morir desangrada. Pero es de valientes arriesgarse. Agarré mi mano y la coloqué en mi abdomen para hacer presión y tratar de sangrar más de lo que ya sangraba. Tú también intentaste, pero era momento de salir de ahí. Gracias a Dios, ese hombre quedó inconsciente y a punto de morir solo en ese gran bosque.

Seguimos caminando al sur por horas, estábamos muertos en vida. Hasta llegar a una carretera muy poco transitada, llegamos a la carretera con esperanzas. Un carro se detuvo de inmediato, al vernos en el estado en el que estábamos, los pasajeros de ese carro se bajaron y uno de ellos llamó a los números de emergencia. Lo único que recuerdo bien, es que en ese carro iban tres personas. Las dos personas que se bajaron del carro, bajaron un bolso con equipo de primeros auxilios que nos mantuvieron con los ojos abiertos porque habíamos colapsado, hasta que llegarán las ambulancias. Sin saber que esos ángeles eran médicos y que venían de hacer trabajo comunitario en unas comunidades cercanas.

Cuando llegaron las ambulancias, esos ángeles bellos que eran médicos en ningún momento decidieron apartarse de nosotros, sin importar que ya habían llegado los paramédicos, ellos siguieron ayudando y dando órdenes para detener las hemorragias de sangre y para que los dos a pesar de todo llegáramos con vida al hospital. Gente de algunos coches que iban pasando y que se habían detenido por la situación, estaban atónitos por el hecho ocurrido.

Todo fue rápido, pero sé que llegaron policías y guardabosques y en el momento que me habían colocado en la camilla y me colocaron la mascarilla para el oxígeno y seguían haciendo presión en mis heridas, un policía señaló si había alguien más. Y con las pocas fuerzas señalé en el bosque y con un dedo hice referencia que solo estaba uno. La gente local que estaba ahí, tuvieron que regresar de donde venían, porque a pesar de mi estado, escuché a los policías que decían, que venían en camino los forenses criminólogos, porque esto era una escena de crimen.

Y desde ahí, sabía que tenía que hacer un nuevo cambio, pero esta vez sí que lo iba a hacer, Kenneth. Porque bien, sabía que yo misma estaba provocando daños serios en mi vida. Y en la tuya también, a pesar de todo, si me preocupabas.

 Y en la tuya también, a pesar de todo, si me preocupabas

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Sombras de papel: amor en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora