Capítulo 40.

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Hyun Woo.

Me había cansado de casa. Me llevé mis cosas y salí por la puerta con la intención de no volver; al menos hasta que mi madre tomará conciencia.

También llevé el dinero de mis ahorros y pensaba irme a casa de mis abuelos. Como estaban en casa de mis padres por unos días podría estar allí hasta que volviesen y tuviese que buscar otro lugar. Durante el viaje hasta la
Parada del buces rompió a llover, eran las 7 de la tarde para cuando llegarán mis padres a casa ya habré estado a unas cuantas horas de mi destino.

Tronaba fuerte con el paso de las horas pero el trayecto se mantuvo seguro, le pedí a uno de los pasajeros que por favor fingiese ser mi pariente, o el chofer no me dejaría subir. Se lo pensó varias veces pero al final aceptó y se ofreció a dejarme en un lugar seguro en cuanto llegásemos a nuestro destino común y el de todos los pasajeros. Busan

Extrañaba estar en casa incluso a sólo unas horas de haberme marchado. Allá tenía agradables recuerdos y todo era risas; en cuanto cumplí año tras año , todo empezó a desmoronarse pero aún no pude darme cuenta hasta los 13 años: o quizás esa fue la edad en la que estuve preparado para dar el paso. Todo esto gracias a esa mujer que se ha convertido en mi ejemplo a seguir, que se aferró a sus sueños luchó por ellos y no se quedó de brazos cruzados a pesar de los obstáculos. La había visto antes en un parque vestida de negro, agachada con una cicatriz en el tobillo y en las palmas de su mano por lo que supuse que las tendría en todo el cuerpo.

Aunque no sabía su nombre su voz me era familiar de cuando era más chico, calmada; y a la vez reveladora; de una realidad que n la que no era feliz y solo sobrevivía.

Ella manda en sus sueños y deseos  y yo mando en los míos, lo veo más claro al quitarme la venda del conformismo que cubría mis ojos y que asociaba con amor, respeto y obediencia a mamá; pero que sólo era una ilusión que cubría la luz de la verdadera vista del panorama; la devoción a mi madre; permitirle influir en mis sueños y acciones  para llamar su atención no me hacía una persona con su identidad propia e ideales; me convertía en esclavo, infeliz por decisiones incorrectas tomadas a la ligera y llevadas por el tiempo irreversible.

Quedamos los dos; aquel pasajero y yo, los demás se paseaban en diferentes direcciones por las calles iñuminadas bajo el cielo lluvioso. Las luces a la distancia se veían no tan claras y las intermitentes de los autos como puntos anaranjados y rojos. Aquel hombre se sentó junto a mi. Admiraba el agua caer y me daba cierta tranquilidad respecto a la decisión que tomé.

Mi teléfono sonó, no contestaría, era fácil deducir que eran mis padres. Lo dejé sonar, l al personal a mi lado me miró un momento; tal vez le molestaba y con la mirada: me pedía silenciarlo. No fue así; se abalanzó sobre mi en un abrir y cerrar de ojos, apoyo una de sus piernas justo donde estaba sentado con la otra en el suelo mientras hacía presión en mi garganta con su antebrazo contra el pasamanos del banco.

Use mis dedos para herir sus ojos y escapar. En represalia golpeó mi cabeza dos veces contra el pasamanos a mi izquierda.

Mientras perdía la conciencia lo ultimo que vi fue una imagen borrosa de él marchándose y personas acudiendo en mi ayuda en masa; algunos trayendo consigo una lluvia de flashes que eclipsaba el fondo lluvioso que era la calle. Mi cuerpo en el suelo sufría espasmos con pocos segundos entre uno y otro.

Al día siguiente.

Desperté en casa de alguien y por lo visto en su cuarto. La casa estaba silenciosa y la luz del sol entraba desde un ventanal. No había rastro físico, pero documentos organizados sobre un escritorio en una esquina y una alarma digital apagada me dieron la idea de que se fue a trabajar aunque no necesitaba ver estas cosas para saberlo, literal; el propio silencio de la casa lo dice.

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⏰ Last updated: 4 days ago ⏰

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Caída y gloriaWhere stories live. Discover now