Capítulo 9

14 6 5
                                    

Adrián

Las semanas fueron pasando y pronto haría ya un mes desde nuestra llegada. Yo seguía planteándome la idea de mi viaje. No había encontrado motivos más allá que la fiesta y eso me molestaba.

Quería tener una causa profunda, algo significativo como Diana o Ulises; un motivo personal, hondo y enriquecedor. No una simple experiencia de juventud.

Estaba sentado en el porche. Hacía frío, pero me apetecía que el aire gélido me diera en la cara. Eran las tres de la mañana y no podía dormir. Al día siguiente teníamos una presentación en clase, y yo y mi vergüenza hacíamos una gran pareja en ese momento.

Moví el hielo de mi copa con un dedo, mirando cómo las burbujas de la tónica explotaban en las paredes del vaso. A veces desearía ser una de ellas.

La vida parece más sencilla cuando te vas a estudiar fuera sin pareja, sin ataduras, sin nada que te ate al pasado. Odio estar en pareja; me siento encadenado. Diana siempre decía que eso era porque no había encontrado a la persona ideal. Que cuando llega, quieres toda la eternidad a su lado.

Y yo, como un tonto, lo dejé todo en España.

Nunca me he enamorado porque nunca he dejado que nadie se acerque demasiado. Diana lo sabe. Ahora no paraba de pensar en una chica, una sevillana morena, de ojos pardos y pelo ondulado, Julieta. La hermana de mi mejor amigo de diecisiete años que decidió seguirme en Instagram nada más me monté en el avión. Apenas había hablado con ella más allá de saludos y charlas breves cuando iba a casa de Ulises. Pero ahora, ella se había vuelto una constante en mi cabeza. Parece que nunca vi lo evidente: ella siente algo por mí. Probablemente me vea solo como el amigo universitario de su hermano, pero no puedo negar que es guapísima.

He roto dos reglas con ella:  ilusionarme con alguien y que sea familiar de un amigo.

No le he dicho nada a Ulises porque no va a llegar a nada, ella es pequeña, aunque por una cuenta atrás que ha subido me he dado cuenta de que en solo unas semanas cumple los dieciocho años.

Encima de todo, me ha metido en la sección de "mejores amigos" y creo que le voy a pedir que me saque porque sube contenido demasiado... diferente.

Esta mañana subió una foto a sus redes sociales, no era más que otro de los cientos poemarios que ella lee. Siempre está leyendo, escribiendo, dibujando en los márgenes de los poemas...

Ella los sube creyendo que nadie los lee, probablemente sea así. Nos paramos a leer los textos solo si la imagen que los acompaña es atractiva, pero en cuanto vemos que se trata de la foto de un libro lo pasamos rápido creyendo que son mera palabrería boba e inútil.

Yo siempre he encontrado esas fotos las más interesantes. Lo que lees dice mucho de ti y lo que decides fotografiar también.

Siempre leo los poemas que sube, intentando comprenderla, seguirle el hilo. Pero ella es un verso gongorino y yo soy más de Quevedo. Leo los poemas una y otra vez, intentando borrar la idea de que van por mí. Y luego, sube una foto en ropa interior frente al espejo, y vuelvo a pensar que es para mí.

Es una adolescente, loca por hacer cosas de mayores y querer parecer más mayor de lo que es.

Y yo debo respetarla, es la hermana de Ulises.

Entonces me empezó a contestar a mis fotos, al principio eran bromas sobre su hermano cuando aparecía en mis fotos, luego buscó cotillear sobre Diana cuando subí una foto con ella en clases el otro día.

Y ahora, soy yo el que le contesta a las historias, solo las de literatura o las de sus dibujos. Las sensuales no. No quiero que me malinterprete.

Necesito sacármela de la cabeza, como sea.

En El Punto De PartidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora