Diana
La luz que entraba por mi ventana me despertó, además, una familia de gorriones había decidido que el marco de la ventana era un buen lugar para desayunar por lo que el ruido de los pajarillos también me despertó.
Lo primero que hice fue mirar mi teléfono.
Lily me había escrito preguntando por la fiesta, le mandé un audio de casi dos minutos contándole los puntos más importantes de la noche, ella también había salido con su novio a cenar.
No me sorprendió ver el lado de la cama vacío a mi lado, nunca se quedaba a dormir conmigo, tampoco me importaba.
Después del polvo que tuvimos anoche tampoco creo que eso sea algo que me importe, no puedo exigirle algo más cuando es lo único que habíamos concertado en la especie de relación que tenemos.
El resto de cosas se iban decidiendo poco a poco, hasta se permitían modificaciones. Pero nunca se ha quedado a mi lado.
Tampoco podía saber si eso realmente me molestaba, dolía o me daba envidia por verlo en otras parejas porque nunca lo he tenido. No puedes echar de menos algo que nunca has tenido.
Estaba saliendo del baño cuando escuché la conversación de la planta baja, el olor a café me empujaba escaleras abajo, pero me frené, algo en mí me decía que esa conversación era privada, pero jugosa. Escuché a Adrián hablar.
—Uli, no podemos meterle en la cabeza algo que ella misma cree que está bien.
—No comprendo cómo puede estar con él.
—A veces hay que dejar que las personas se den cuenta ellas mismas de que están cometiendo un error.
—Si tan solo ella se diese cuenta de lo que vale.
Me quedé estática, helada y confundida. No me podía creer lo que estaba escuchando.
Le caía mal, lo sabía porque siempre me miraba extraño en las clases que compartíamos. Jamás ha tenido palabras bonitas conmigo y tampoco creo que hubiese notado jamás mi presencia en clase, nadie la suele notar.
Pero ahí estaba, con pocos días le había bastado para calarme, para meterse en mi mente y en mis ideas, para dictaminar lo que me hace bien o no.
Me invadió una sensación extraña, era ira, pero no porque pensase que estaba mal lo que él decía.
Sino porque tenía toda la razón del mundo. Y eso me jodía.
Pablo nunca será una buena opción, pero con él paso un buen rato, no estoy sola, cosa que no llevo nada bien y, pese a que suele ser estúpido, conmigo tiene detalles de vez en cuando.
Creo que un defecto que tengo es que si me dices que no yo voy a decir que sí. Si me dices que no haga algo, más lo voy a hacer y es algo que mi madre me ha inculcado. No ha sido nunca una madre que me regañase, siempre he sido responsable con los estudios y mis tareas. Pero ella no ve a veces más allá de los estudios y a nivel emocional me he ido construyendo como mejor he podido.
Sentía rechazo hacia Ulises solo porque se había dado cuenta de que yo estaba con Pablo simple y llanamente por llevarle la contraria a todo el mundo, por rebeldía.
Bajé suavemente las escaleras y los visualicé en el sofá, estaban con la manta de la cama de Ulises y este abrazaba su almohada. Su pelo moreno estaba revuelto y sus gafas seguían en la mesa, junto a su taza de café.
—Buenos días, bizcochito. —me dijo Adrián y me acerqué a ellos, me apoyé en el brazo del sofá y eché mi cabeza en su hombro. Inspiré y espiré sonoramente.
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En El Punto De Partida
Fiksi Remaja¿Y si volvieses al punto de partida para comenzar de nuevo? Eso pensó Diana cuando volvió a Dublín, país donde su madre conoció a su padre y donde todo comenzó hace ya veinte años. Lo que ella no sabe es que no es la única en pensar que viajar es en...