CAPITULO 12

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CINCO DIAS DESPUÉS.
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Luego de aquella discusión fue imposible regresar a la normalidad, las interminables noches de insomnio se habían vuelto costumbre y habían llegado al punto de no saber si las cosas podían arreglarse.

Aquella mañana, luego de casi una semana el Taisho habia llegado a cenar, justo estaba con las niñas cuando ingresó al comedor y las pequeñas corrieron eufóricas hacia el. Se mantuvo observando como sus hijas lo saludaban, y segundos después en un intento por no parecer desagradable o arruinar el ambiente, se levantó y fue por un plato para el hombre, lo dejo en el puesto que el solía ocupar y le sirvió un poco de comida para así regresar el suyo; de reojo vio como el noto su acción y a los minutos fue hasta los asientos junto con las gemelas. A diferencia de las ocasiones pasadas en las que se enojaron, ese día ninguno le dirigió la palabra al otro y aunque las niñas podían notarlo lo preferían así, eso era mejor a intentar hablar y acabar por discutir frente a sus hijas, eso sí era algo que jamás se podrían permitir, ni en un millón de años. Al acabar de comer las niñas se quedaron con el un rato y ella se dedicó a organizar las loncheras del día siguiente, las pijamas y abrio la llave de la tina con agua tibia para bañarlas, fue luego de hacer todo eso que finalmente regreso a la primera planta en busca de sus hijas.
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- Mis angeles, es hora de bañarse- Anuncia acercandose a ellas.

- Ahora mami- Pide Setsuna en tono de súplica.

- Diez minutos más mami- Suelta la albina de igual forma que su hermana.

La castaña dió un leve suspiro y les dedicó una leve sonrisa, no podía Impedirles estar con su padre luego de tanto sin verlo, así que simplemente accedió.

- Está bien, tienen quince minutos más antes de bañarse- Informa caminando de regreso a la segunda planta.

Tomo el libro en su habitación y fue hasta la de sus hijas, se sentó en la mesedora y comenzó a hojear nuevamente la lectura. Pudo entenderla pero realmente no le prestó demasiada atención, miraba constantemente el reloj de la pared y aunque había dicho a sus hijas quince minutos, dejo pasar veinte cuando al fin se levantó, cerró el libro y regreso en dirección de las pequeñas hermanas.

- Ya pasaron veinte minutos- Informa desde el inicio de la escalera.

- Mami- Murmuran al unisono intentando convencer a su madre de darles más tiempo.

- Mis angeles...- Advierte.

- Princesas, haganle caso a mamá- Pide el Taisho interviniendo después de varios minutos.

- Está bien- Musitan con resignación antes de levantarse y caminar hasta su progenitora, quien las recibió tomando a cada una de la mano, y subiendo junto a ellas a su habitación y luego al baño; se quitaron la ropa y se sumergieron en el agua tibia, su madre les ayudó a tallarse la espalda y después a colocarse la pijama, también les hizo unas trenzas y finalmente se acostaron.

- Mami- Llama la castaña.

- Dime mi amor- Pide acomodando las toallas en el perchero.

- ¿Puede Papi leernos el cuento está noche?- Pregunta la albina por su hermana.

Rin se mantuvo estática durante varios segundos hasta que encontró un respuesta cuerda y se giro para verlas.

- Hay que preguntarle si puede- Anuncia.

- Pregúntale mami- Pide Setsuna.

Quiso decir que no pero era imposible hacerle algo como eso a sus hijas, por lo que con una sonrisa nerviosa acepto hacerlo y bajo en búsqueda del peliplata, quien para su sorpresa permanecia sentado en el sillón del living, solo que ahora con unos documentos en sus manos, camino hasta el y una vez al frente bocifero intentando sonar calmada.

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