CAPITULO 13

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SEMANAS DESPUÉS.
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Decir que después de esa noche todo volvió a ser como antes era mentir... Realmente sobrellevaron el momento, no solucionaron ni mucho menos llegaron a un acuerdo. Se hablaban como lo hacían normalmente pero había algo que faltaba, estaban a punto de llegar a la oscuridad y ninguno hacia nada  para evitarlo,  se habían convertido en el círculo vicioso del otro, de ese del que no podían salir y tampoco querían, eran ese pero que les impedía alejarse del dolor....

Aquella tarde no fue diferente a la de los últimos meses, se mantuvo con sus hijas hasta que la hora de dormir llego, y las llevo a la cama, y luego ella tal y como lo habia estado haciendo, se refugió en las paginas del libro en su habitación, hasta que el sueño la venció y se quedó dormida. A la mañana siguiente cuando despertó, solo basto recobrar la conciencia para sentir el peso del otro lado de la cama, se giro y de inmediato pudo ver al hombre durmiendo plácidamente; se levantó con cuidado tratando de no despertarlo, y fue al baño en dónde se cepillo los dientes, luego bajo a la primera planta e hizo las loncheras de sus hijas, subio nuevamente minutos despues e hizo lo mismo de siempre, las ayudo alistarse, despues hizo lo mismo con ella y las llevo al colegio, para despues regresar a casa y preparar la comida. Cuando terminó hizo limpieza matutina y finalmente se sentó en el jardín con una taza de té, ahí se mantuvo hasta que recogió a las pequeñas del colegio, al llegar las ayudo con las tareas, comieron y finalmente regresaron a la habitación, las ayudo a alistarse para dormir y les leyó el cuento, al poco tiempo ellas conciliaron el sueño.

Sonaba robótico, pero era lo que hacía cinco días a la semana y aunque amaba a sus hijas, algunas veces la rutina le cansaba... Quizás era la soledad, o los problemas con su esposo, pero algo dentro de ella no se sentía bien, estaba cansada, pero ni siquiera sabía de que, era una especie de fastidio y tristeza que la aquejaba, y que terminaron por empeorar su ansiedad, de la que creyó haberse curado hace muchos años pero que ahora una vez más hacia de las suyas con su mente y emociones. Había un remolino de inseguridades en su pecho que jamás creyó volver a sentir...  Y que ahora no solo estaban lastimandola a ella, sino que también amenazaban con deteriorar su matrimonio, con alejarla de el, y no sabia que hacer.
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Se levantó a mitad de la madrugada, una vez más no podía dormir. Bajo hasta la primera planta y calentó un poco de agua para sumergir una bolsita de té; estaba a punto de darle un sorbo cuando los ruidos de la puerta la alertaron, de inmediato lo dejo en el mesón y se asomo por la puerta de la cocina, vio como el Taisho entraba con el saco en su brazo y cerraba la puerta mientras soltaba el nudo de la corbata.

- ¿Cómo te fue?- Pregunta en un tono bajo.

Pudo ver como el da un respingo y luego se gira para verla con una expresión de confusión en su rostro.

- Creí que estarías dormida- Confiesa dejando el saco en el perchero.

- No podía dormir...- Músita.

- Deberías ir al hospital, el insomnio no es bueno- Aconseja caminando hacia ella.

- Lo haré...- Concuerda con voz apagada.

- Quizás unas gotas de valeriana te ayuden- Asegura pasando por su lado y bajando el pequeño frasco de uno de los estantes. - Toma- Anuncia.

La mujer lo recibió y le dedicó una suave sonrisa, que el correspondió antes de caminar se regresó a la salida.

- ¿A dónde vas?- Inquiere cuando lo ve.

- A darme una ducha- Informa caminando hacia las escaleras.

Se mantuvo observandolo hasta que se perdió del otro lado de la puerta de su habitación y luego camino hasta el mesón, tomo el té, dejo la taza en el lavavajillas y dejo el frasco de valeriana en el basurero, habia vencido hacia meses pero no lo habia desechado aun, y el no lo noto... Subió hasta la habitación y se recostó una vez más, está vez tampoco concilio el sueño pero se mantuvo en esa posición y con los ojos cerrados hasta que fue prudente volver a levantarse; como lo habia estado haciendo no espera a que la alrma sonara para levantarse y dedicarse a sus quehaceres del dia a día, llevar a las niñas al colegio y luego regresar a casa  para continuar con el dia. Nada nuevo, nada diferente a lo habitual, ya era costumbre convivir solo con sus hijas y ver a su esposo solo en las madrugadas, cuando a causa de su insomnio no podía dormir, y el llegaba. Todo era tan común que las horas y los días se pasaban casi volando, sin embargo, ese en particular fue diferente, una vez mas la vida la puso a prueba, y ella perdió...
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Enamorarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora