𝐎𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭'𝐬 【 𝐌𝐞𝐭𝐚́𝐟𝐨𝐫𝐚 𝐃𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫】

𝘒𝘳𝘰𝘯𝘬 ╔ 𝗟𝗮𝘀 𝗹𝗼𝗰𝘂𝗿𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗞𝗿𝗼𝗻𝗸 ╗

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𝙻𝚊 𝚁𝚎𝚌𝚎𝚝𝚊 𝙿𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚊

Era una tarde tranquila en el restaurante de Kronk, donde el delicioso aroma de sus platillos llenaba el aire. Como siempre, Kronk estaba en la cocina, probando nuevas recetas con una concentración que casi no combinaba con su personalidad generalmente despistada y juguetona. Pero esta vez, parecía más inspirado que nunca, porque hoy tú estabas ahí, ayudándole como su asistente en la cocina.

-¡Muy bien, mano derecha! -dijo Kronk con una sonrisa amplia, mientras te entregaba un delantal. Sus ojos brillaban de emoción-. Hoy haremos la receta perfecta.

-¿La receta perfecta? -preguntaste, divertida-. ¿De qué se trata?

Kronk se rascó la barbilla, pensativo, mientras mezclaba ingredientes en un gran tazón. -Pues, verás, no es una receta normal. Esta es... especial. Tiene un poco de todo: un toque de dulzura, una pizca de ingenio, y una cucharada generosa de... -Kronk hizo una pausa, levantando una ceja en señal de misterio- cariño.

La última palabra te tomó por sorpresa, y sentiste un pequeño rubor en tus mejillas. A pesar de su manera boba y sus ocasionales despistes, Kronk siempre sabía cómo hacerte sentir especial. Sonreíste, emocionada de ver qué se traía entre manos.

Ambos comenzaron a cocinar, con Kronk guiándote paso a paso, y aunque a veces se perdía en sus propios pensamientos o comenzaba a tararear alguna melodía sin sentido, siempre volvía a enfocarse cuando tú le llamabas la atención. Cada vez que sus manos rozaban las tuyas mientras cocinaban, sentías una cálida sensación que te hacía sonreír.

-Sabes, esto me recuerda a los viejos tiempos, cuando ayudaba a Yzma, -comentó de repente, meneando la cabeza al recordar sus locuras con ella-. Pero ahora tengo un trabajo mucho mejor... y una mejor compañía, -añadió, guiñándote un ojo.

Después de un rato, y tras una serie de ingredientes inesperados cómo ¿quinoa y un toque de miel de la selva? ¡Quién sabe qué más había en su cabeza!, la receta estaba lista. Kronk colocó el platillo frente a ti con una sonrisa de oreja a oreja.

-Bien, ¡el momento de la verdad! -dijo, tomando un pequeño tenedor y dándote una probada.

Tomaste el primer bocado, y tus ojos se iluminaron. Era sorprendentemente delicioso, con una mezcla de sabores que, aunque parecían imposibles, funcionaban perfectamente juntos.

-¡Kronk, esto es... increíble! -dijiste, mirando la creación con asombro.

Él soltó una risa boba, rascándose la nuca. -¿De verdad? ¡Qué alivio! A veces ni yo sé si lo que cocino va a salir bien o no, -admitió, encogiéndose de hombros-. Pero... lo hice pensando en alguien especial, así que tenía que salir perfecto.

Sus palabras te dejaron sin aliento. Kronk, con su ternura y sinceridad, siempre decía lo que sentía sin rodeos, y esa simplicidad era lo que más te encantaba de él. Sin pensarlo demasiado, te acercaste y le diste un pequeño beso en la mejilla.

-Gracias, Kronk. Por ser... bueno, tú mismo, -le dijiste con una sonrisa.

Kronk se quedó quieto, sorprendido y visiblemente rojo. Sus ojos brillaron mientras intentaba procesar lo que acababa de pasar. -V-vaya, -balbuceó-. ¿Sabes qué? Este es el mejor plato que he hecho... y también mi mejor día en la cocina.

Y ahí estaban, tú y Kronk, compartiendo risas y sabores, rodeados de ingredientes, risas y sentimientos que ningún plato podría jamás igualar.

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