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" 𝐋𝐚 𝐅𝐮𝐞𝐫𝐳𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 "
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El sol ardía sobre las colinas de Grecia mientras entrenabas al lado de Phil, quien te había aceptado como su alumna hacía apenas unos meses. Ser aprendiz de un entrenador de héroes no era nada fácil; Phil exigía más de lo que jamás habías imaginado, pero sabías que había valido la pena cada agotadora sesión. Habías escuchado rumores de otro de sus aprendices, uno que había sido su mayor orgullo y su último gran proyecto, aunque Phil rara vez hablaba de él. Solo sabías su nombre: Hércules.
Una tarde, mientras intentabas levantar una pesada roca (¡maldito Phil y sus "entrenamientos de resistencia"!), escuchaste un suave carraspeo detrás de ti. Te giraste y viste a un hombre de cabellos dorados, alto, con una sonrisa tímida y amable. Te observaba con curiosidad y, cuando sus miradas se encontraron, notaste un leve rubor en su rostro.
-¡Oh, hola! ¿Necesitas ayuda? -te dijo, acercándose con esa seguridad torpe que lo hacía parecer tan encantador.
-¿Eres... Hércules? -preguntaste, aunque ya lo sabías. Solo alguien con esa fuerza y aura podía ser el legendario héroe del que Phil tanto presumía en secreto.
Él asintió, rascándose la nuca con nerviosismo. -Sí, pero... puedes llamarme "Herc". Y tú debes ser la nueva aprendiz de Phil, ¿verdad?
Asentiste, sin saber bien qué decir, porque verlo allí frente a ti te había dejado sin palabras. No era solo su imponente físico lo que te llamaba la atención, sino la calidez en sus ojos, la honestidad que irradiaba. Parecía mucho más humano y humilde de lo que esperabas en un héroe.
A partir de aquel día, Hércules comenzó a pasar más tiempo contigo en los entrenamientos. Phil organizaba sesiones conjuntas, diciendo que ambos podían aprender uno del otro. Y así fue como, poco a poco, fuiste conociendo al verdadero Hércules: al chico amable que sonreía a pesar de las dificultades, al amigo sincero que siempre estaba dispuesto a escuchar. Pasaban horas hablando bajo los olivos, compartiendo anécdotas de sus vidas y sueños.
Una tarde, después de una larga sesión de entrenamiento, ambos se encontraban a orillas de un lago, recuperando el aliento bajo el cielo estrellado. La brisa nocturna era refrescante, y el silencio entre ustedes se sentía más como un abrazo que como una incomodidad.
-Sabes... -dijo Hércules, rompiendo el silencio-, todo este tiempo he sentido que, aunque puedo ser fuerte y ayudar a las personas, me falta algo. Quiero decir, a veces siento que soy solo... Hércules, el tipo fuerte.
Lo miraste, sintiendo cómo sus palabras despertaban una tristeza familiar en tu corazón. Tú también habías experimentado la misma sensación, la de tener un propósito pero, a la vez, sentir un vacío que las hazañas y el entrenamiento no lograban llenar.
-Yo también me he sentido así, Herc, -dijiste, con voz suave-. Es como si... nos faltara algo para estar completos, ¿verdad?
Él asintió, desviando la mirada al lago, donde las estrellas se reflejaban en la superficie del agua. Sin saber muy bien qué hacer, tomaste su mano, entrelazando tus dedos con los suyos. Hércules se sobresaltó al principio, pero luego te apretó la mano suavemente, agradecido por el contacto.
-Quizás no estamos tan incompletos como pensamos, -murmuraste, más para ti que para él.
Hércules giró su rostro hacia ti, y sus ojos azules, profundos como el mismo mar, te observaron con una intensidad que jamás habías visto. -No sé cómo explicarlo, pero... cuando estoy contigo, siento que he encontrado algo importante, -confesó en voz baja.
Tu corazón latía con fuerza. La conexión entre ustedes era tan palpable que no necesitabas palabras para entender lo que él intentaba expresar. Sin pensarlo demasiado, te inclinaste hacia él, y en un instante, sus labios encontraron los tuyos en un beso suave, tierno, que parecía reunir todos los silencios y emociones compartidas.
Al separarse, ambos se miraron con sonrisas tímidas, con los corazones acelerados y una alegría que brillaba en sus ojos.
-Phil nos va a hacer hacer cien flexiones si se entera de esto, -dijiste con una risa suave, y Hércules se unió a tus carcajadas, sosteniendo tu mano con fuerza.
-Entonces no le diremos, -respondió él, guiñándote un ojo-. Esto puede ser... solo nuestro.
Y desde aquella noche, la rutina de entrenamiento cobró un nuevo significado. Cada desafío, cada esfuerzo, lo enfrentaban juntos, apoyándose en cada caída y celebrando cada victoria. Ya no se trataba solo de la fuerza o de las hazañas; ahora, lo importante era el vínculo que habían creado, la fuerza que habían encontrado en el corazón del otro.
Junto a Hércules, descubriste que el amor no necesitaba ser heroico ni grandioso. A veces, bastaba con una mirada, una sonrisa y la certeza de que, sin importar lo que ocurriera, siempre estarían juntos.
ೄྀ ༻ 𓉳 ༺ ೄྀ
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𝐎𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭'𝐬 【 𝐌𝐞𝐭𝐚́𝐟𝐨𝐫𝐚 𝐃𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫】
FanfictionPequeños relatos de diferentes personajes. Ningún personaje me pertenece solo la T/N o Reader como mejor les guste.