𝐌𝐢𝐥𝐨 𝐉𝐚𝐦𝐞𝐬 𝐓𝐡𝐚𝐭𝐜𝐡 「 ᴀᴛʟᴀɴᴛɪs : ᴇʟ ɪᴍᴘᴇʀɪᴏ ᴘᴇʀᴅɪᴅᴏ 」

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𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘔𝘢𝘱𝘢𝘴 𝘺 𝘔𝘪𝘳𝘢𝘥𝘢𝘴




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La luz tenue de las antorchas iluminaba las paredes de la antigua caverna. A tu lado estaba Milo, sosteniendo un mapa algo desgastado y mirando los símbolos con una concentración que habías visto en pocas personas. Ambos estaban trabajando juntos en una misión que, para muchos, parecía imposible: descubrir los secretos de Atlantis.

-Mira, aquí -susurró Milo, señalando un grabado en la pared. Con el rostro iluminado por el fuego, se veía especialmente guapo, aunque no parecía darse cuenta-. Este símbolo... creo que es el punto de entrada.

Lo escuchabas con atención, fascinada por la manera en que sus ojos brillaban cuando hablaba de las culturas antiguas. Siempre habías admirado su inteligencia y su forma de perderse en los detalles, como si cada fragmento de historia le revelara algo esencial.

-Eres increíble, Milo -murmuraste, casi sin darte cuenta de que lo habías dicho en voz alta.

Él te miró, sorprendido, y sus mejillas se tiñeron de un leve rubor. -Oh, bueno... no es para tanto, -respondió, tratando de restarle importancia-. Es solo cuestión de... bueno, eh, de práctica.

Sonreíste, encontrando adorable su torpeza. En un mundo de académicos altaneros y demasiado serios, Milo era diferente. Auténtico, amable, y aunque a veces algo despistado, siempre dispuesto a ayudar y aprender.

Continuaron avanzando, el eco de sus pasos resonando en el silencio de la caverna. A cada paso, tu corazón latía más rápido; no solo por la emoción de lo que estaban descubriendo, sino también por la cercanía de Milo, por la idea de estar compartiendo este momento juntos.

Al llegar a una cámara más amplia, ambos quedaron sin aliento ante la vista: una serie de antiguas escrituras Atlantes cubrían las paredes, y en el centro, un pedestal con lo que parecía ser un artefacto antiguo.

-Esto... esto es increíble, -dijiste, incapaz de contener la emoción.

-¡Es incluso más de lo que imaginé! -exclamó Milo, sus ojos llenos de asombro. Se acercó al pedestal, murmurando en voz baja, traduciendo cada símbolo como si fueran palabras de un viejo amigo.

En ese momento, te diste cuenta de cuánto lo admirabas. Milo no solo veía artefactos o palabras; veía historias, veía almas. Quizás esa era la razón por la que te habías enamorado de él. Con él, todo cobraba sentido.

Sin pensarlo, te acercaste y tomaste su mano. Milo se sobresaltó, mirándote con sorpresa, pero no retiró su mano; por el contrario, apretó tus dedos suavemente, su expresión volviéndose seria.

-Siempre quise... bueno, que este momento... fuera especial, y, um... -Milo tartamudeaba, tratando de reunir valor mientras sus ojos se encontraban con los tuyos-. Es que, bueno... he disfrutado cada minuto de esta expedición contigo, y... me alegra que seas tú quien esté aquí conmigo.

Su torpe confesión te hizo sonreír. Sabías que era tan difícil para él como para ti expresar lo que sentía. Así que, en lugar de responder con palabras, te acercaste y rozaste suavemente sus labios con los tuyos, en un beso tierno y silencioso.

Cuando se separaron, Milo tenía una sonrisa radiante y parecía todavía más sorprendido.

-Creo... creo que encontré algo más increíble que Atlantis, -murmuró, mirándote con una mezcla de adoración y nerviosismo.

-Entonces, espero que estés listo para nuevas aventuras, Milo Thatch, -respondías, entrelazando tu mano con la suya.

Ambos se quedaron allí, entre las paredes antiguas de Atlantis, sabiendo que, más allá de cualquier hallazgo, habían descubierto algo aún más valioso: la compañía del otro.




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𝐎𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭'𝐬 【 𝐌𝐞𝐭𝐚́𝐟𝐨𝐫𝐚 𝐃𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora