Una Espada cubierta de Sangre.

Una historia detrás del odio.

Ginebra Falcone:

- Todo empezó cuando todas las familias de la mafia en Nueva Orleans solicitaron reunirse. Se hizo una fiesta para todas las familias, así que se invitó a otras mafias a venir para acá. Tu hermano, Giorgio Falcone, tenía en ese momento 16 años cuando todo sucedió. Apenas y ustedes eran unos bebés. O sea, me refiero a Bruno, a Antonio, a Lorena y a ti - mi madre empezó a contarme todo.

Gerna Bonatti, Theobald Lombardi y Giorgio eran amigos de la infancia. El acercamiento que se tenían los Bonatti y los Lombardi era mediante sus dos hijos, ellos empezaron a unir a las dos familias como una sóla. Y de por sí, Theobald y Gerna sabían que Giorgio estaba enamorado de Gerna. Aún así, siguieron juntos y se olvidaron por completo de Giorgio.

Fue mi hermano mayor, quien había asesinado a Theobald Lombardi y al resto de la familia. Aún yo no sé cómo es que Bruno Lombardi sigue vivo.
Luego de eso, Theobald y Giorgio tuvieron un enfrentamiento de una semana donde ambos terminaron haciéndose trizas el uno al otro. Y ese día Theobald antes de morir le dijo a tu hermano, que Gerna le vivía hablando de él, ella le correspondía en secreto y le mostró muchas pruebas. Ambos murieron ese día.

La evidencia que encontró mi abuelo, fue más que suficiente como para desatar la guerra entre los Falcone, los Lombardi y los Bonatti. Este odio fue por su culpa, y ahora seguiremos cargando con la culpa de mi hermano.

- Pero, qué tal si intentamos arreglarlo todo? Contar la verdad? - le pregunté.

- Contar la verdad no servivía. Ni Antonio Bonatti ni Bruno Lombardi conocen la verdadera realidad de lo que ocurrió, pero sin importar lo que les cuentes, sea mentira o sea verdad, ellos vienen por venganza y eso es lo que yo les voy a ofrecer - mi madre ya estaba decidida. Después de esta guerra, acabaría todo? Qué pasaría después?

Antonio Bonatti:

Ginebra se había ido, no estaba en el hotel hoy en la mañana. Mis hombres me informaron que tomó un vuelo privado a Nueva Orleans ayer. Ella estaba triste y yo, como un idiota, le terminé rompiendo el corazón. A mí también me dolía. Será..... Qué ahora necesito de ella? Necesito de Ginebra? Si, la necesitaba y mucho. Mi cuerpo estaba esperando por sus besos, por sus caricias por mi piel, mis manos estaban esperado por apegar su cuerpo al mío, por desabrochar cada botón de su blusa favorita y mis labios deseaban devorar los suyos con pasión y hacerla mía. Deseaba tenerla para mí, como ya la había tenido muchas veces, pero ahora estaba realmente desesperado. Me había enamorado por completo de ella. Si, mi nueva obsesión tenía un nombre y un apellido, Ginebra Falcone. No dejaría ir a Ginebra por nada del mundo, ella era mía. Jamás permitiría que los Falcone le hagan daño a algo que es mío, viola mis principios.

Ya lo decidí, iría tras Ginebra. Incluso si eso llegaba a ponerme en peligro, incluso si su madre no quisiera perdonarme después de hacer que su hija estuviera muerta por muy poco tiempo, incluso si quisiera matarme por el odio existente entre ambas familias, yo estoy decidido a ir por Ginebra.

- Espérame Ginebra. Ya voy a por ti - me ajusté la corbata, me puse la chaqueta por arriba - Preparen el avión, hoy mismo llegamos a Nueva Orleans - ordené a mis hombres, quienes se pusieron a trabajar al momento de escuchar mi orden.

- Antes de irte deberías hablar conmigo, no crees, Antonio? - allí frente a mí había un hombre al que quería y odiaba de la misma manera.

- Gracias por la bienvenida ese día. Vienes a despedirme verdad, Helio? - le pregunté bromeando.

- Vine a arrestarte, Antonio Bonatti. Por tráfico de drogas, saqueo de bancos, malversación de fondos, casas de apuestas, casinos y otros cargos. Lamento decirte que no puedes salir de Rusia hasta que no termine la investigación - habló seriamente. Caminé hasta él, puse una mano sobre su hombro y le dije.

- Y quién dijo que me quedaré para eso? Tengo cosas más importantes que atender, Helio - me subí al avión y me despedí de Helio. Ya voy a buscarte para tenerte conmigo de nuevo, Ginebra.