Un peligro que me atrae.

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Ginebra Falcone:

Abrí los ojos sintiendo una enorme punzada en la cabeza.

- Putain de Falcone!!! - mi cabeza dolía demasiado recordando lo que había pasado ayer. Había estado como una liebre rodeada de leones - Estoy débil - me dije a mi misma para levantarme con apenas las primeras fuerzas que había recuperado. Sin saber en dónde estaba, que era lo que menos me importaba, me levanté a mirarme en el espejo. Estaba hecha un desastre. La familia Inoarden no me había matado porque no querían. Les estaba alegrando una tarde aburrida, y no fui yo la que se divirtió con ellos, sino ellos conmigo.

Tocaron a la puerta y entró alguien que me parecía muy conocido. Cabello negro, ojos cafés, traje azul oscuro, corbata negra, zapatos de diseñador. Lo miré de arriba a abajo y luego recordé, era el joven al que Leidy Evelyn Castelia le tenía tanto aprecio, Antonio Bonatti.

- Dónde me recogiste? - fueron las primeras palabras que solté para Antonio. Él lucía sereno, como si le dieran igual mis preguntas. Estaba parado frente a la puerta después de haber sido cerrada.

- No te deberías preguntar qué pretendo hacer contigo? - estaba mirando la habitación. No me había fijado de que Antonio había caminado hasta al otro lado de la cama.

- Pretendes matarme? Debería ser bueno para ti tener a la hija de la familia Falcone en tu casa sin ningún arma. Tengo entendido que me quitaste todas las armas que tenía en mi ropa. Si no pretendes matarme, planeas mantenerme como tú rehén, y así pedir a mis padres el perdón por haber eliminado a tu familia - Antonio rio.

- Eres astuta, Ginebra Falcone - se echa el cabello para atrás y me agarró rápidamente por el cuello, dejándome sin respirar - Puedo hacer otras cosas que no sean ni matarte ni pedir disculpas. No sabes con quién estás hablando, Ginebra Falcone. Puedo convertirme en tu peor pesadilla - me soltó bruscamente - Puedes bajar, Vanessa está esperándote - mi piel se tensó.

Vanessa Inoarden:

Esta y Antonio se conocen? Desde cuándo? Y por qué no me lo dijo?

Estaba Ginebra sentada frente a mí, mientras yo le curaba todas las heridas en las piernas.

- Emm, aligeren el ambiente. Las dos, controlen su sed de sangre. Recuerden que ésta es mi casa, y afuera serán enemigas, pero aquí, se llevan bien, si o si. Queda claro? - después de que Antonio le diera un golpe duro al ambiente entre Vanessa y yo, se fue a trabajar dejándonos a las dos solas en la casa.

- Tregua por Antonio? - qué quiso decir con eso?

- Por qué por Antonio?

- Es su casa. Apenas y el garaje es mío. En casa de la familia puedo ser sádica, pero tengo mis límites con Antonio - mi mente me dió la respuesta rápida.

- Un momento, estás con Antonio Bonatti, tú, una Inoarden? - me preguntó impresionada.

Ginebra Falcone:

- Sólo follamos. En realidad, a Antonio no le gustan las cosas serias cuando se trata de romance. Le gusta más centrarse en el trabajo - Vanessa aclaró bromeando, pero su voz lo decía todo, estaba triste.

- Hagamos la tregua! - tomé esa decisión - Nos matamos fuera de la casa de Antonio, pero aquí, nos llevamos bien.

- Gracias Ginebra - continuó sanando mis heridas.

- Y seres psicópatas como la familia Inoarden saben decir gracias?

- Oye, he cambiado por Antonio - ambas nos pasamos ese día hablando de cocina. A Vanessa le gusta cocinar para Antonio, y más cuando se trata de divertirse con humanos. La familia Inoarden son caníbales cuando se trata de eliminar a sus "presas" como ellos los llaman.

- Ya llegué - no nos habíamos dado cuenta. Antonio había llegado a casa, por suerte, nos había encontrado a Vane y a mi "viendo novelas". En realidad, yo sí la estaba viendo, pero Vane se quedó dormida en mi hombro - La llevaré a su habitación - lleva a Vane a su habitación.

- Así que sólo estás con ella para follar? - le pregunté cuando salió del cuarto de Vanessa.

- Si quieres podría hacer contigo lo mismo que hago con ella - me agarró las manos, las levantó sobre mí cabeza y me acorrala contra la pared frente a la habitación de Vanessa, me toca ligeramente el cabello - Ese cabello rojo me seduce - baja su mano a mis caderas - tanto como tú cuerpo, Ginebra. Eres un pecado que tengo deseos de probar - me soltó y caminó delante de mí de regreso a nuestras habitaciones.

No sé que tenía ni qué de él me llamaba la atención. Este efecto que tenía Antonio sobre mí era descomunal. Antonio Bonatti, un deseo adictivo que quiero hacer mío cada segundo, un perro al que quiero tener a mis pies lamiendo de la palma de mi mano. Quería que ese hombre caminando frente a mi cayera a mis pies, como lo hacían todos los demás.

Una Espada cubierta de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora