"Experimenté una renovación de vida, revivida por la presencia del hombre ante mí. Una nueva energía me invadió, vivificada por Antonio y lo que representaba en ese momento. Una nueva vitalidad me impulsó hacia adelante, encontrando en él la razón para seguir adelante.
Ginebra Falcone".
Ginebra:
¿Con Antonio? Era fácil olvidarse del apellido que cargaba en mis hombros, era fácil olvidarse que pertenecía a un mundo de mafia, era fácil olvidarse de mi verdadera identidad. Sus besos por mi cuerpo me hacían sentir miles de sentimientos mezclados: calentura, alegría, pasión. Yo deseaba tener a Antonio y Antonio sólo quería estar entre mis piernas. Ambos estábamos para satisfacer al otro, sin nada romántico de por medio. Los gemidos que me robaba sólo con besarme los senos, me tenían cayendo por él.
— ¡¡Tócame más!! — le decía en mis gemidos. La ropa ya había quedado atrás, incluso la ropa interior. Aquí quedábamos dos cuerpos totalmente desnudos, sintiendo el placer y buscando el placer del otro para robarlo y tenerlo a nuestro merced.
Yo había caído primero. Antonio me tenía boca abajo en una cama, me tenía atada de manos y pies, usando un par de esposas y una soga. Estaba repartiendo besos por todo mi dorso, estaba tocando cada parte que mi cuerpo pedía ser tocado. Ay Dios Santo, juro que estoy por pecar si sigo cayendo en el encanto de este hombre.
Pero no había nada es su mirada. Antonio parecía que no lo disfrutaba, parecía un mar de pensamientos mientras me hacía caer a su merced, no tenía la mirada que tanto anhelaba, porque él no me amaba de la manera que yo lo estaba comenzando a sentir.
— ¿De quién eres, Ginebra? Quiero que tu misma me lo digas. Dime, ¿a quién le perteneces? — me tenía a su merced, ya había encontrado mi placer. Sus manos jugaron dentro de mi cuerpo lleno de sin fines caminos de placer, al igual que su pene, jugó dentro de mi, entrando y saliendo una o otra vez.
Narradora:
Ginebra se encontraba en un torbellino de emociones contradictorias mientras la intensidad del momento de pasión se desvanecía, dejando espacio para la introspección y la confusión. Las palabras de Antonio resonaban en su mente, cuestionando su identidad como Bonatti y desencadenando una avalancha de pensamientos y sentimientos.
— Soy tuya Antonio. Toda tuya — dijo entre gemidos entregada a la pasión del momento. Seguía atada, pero ahora estaba boca arriba. Se introdujo dentro de ella con suavidad y ternura. Las embestidas comenzaron a ser más rápidas, solo había placer.
Aunque atada y vulnerable, experimentó una amalgama de sensaciones que la llevaron a cuestionar la falta de romanticismo en su encuentro. ¿Por qué solo tenía que ser así? ¿Qué esperaba obtener de Antonio en ese momento de intimidad tan profunda?
Mientras las embestidas se intensificaban y el placer aumentaba, Ginebra se preguntaba en silencio por qué se permitía esta situación sin comunicar sus verdaderos deseos y necesidades. ¿Qué la llevaba a sentirse tan entregada y vulnerable a Antonio en ese instante? ¿Buscaba placer físico, conexión emocional o algo más en esa relación intensa y arrebatadora? Justo cuando el éxtasis del momento se desvanecía, las palabras de Antonio resonaron en el aire, provocando en Ginebra un remolino de pensamientos y emociones.— ¿En qué piensas, Ginebra. Te arrepientes de ser una Bonatti ahora? — cuestionó Antonio, rompiendo el silencio que envolvía la habitación. Ambos, recostados en la cama, se miraron con una mezcla de complicidad y desconcierto, enfrentando la complejidad de sus emociones y deseos en ese momento tan íntimo y revelador.
Ginebra Falcone:
— De lo único que me arrepiento es de ver tu feo rostro — intenté alejarlo, pero me abrazó.
— Este hombre de feo rostro acaba de hacerte sentir en el cielo — puso su barbilla en mi hombro — Podemos dormir desnudos si así lo quieres o quizás podemos seguir descubriendo cuáles son tus puntos de pasión.
— Sólo quieres follar Antonio. Yo no quiero esto — me levanté de la cama a mirar por una de las ventanas del avión. Me abracé a mi misma intentando calmar los latidos traicioneros que rogaban la atención de Antonio — Quiero olvidarme de la existencia de este mundo tan cruel en el que vivimos. Desearía no haber nacido en una familia de mafiosos. Desearía haber nacido en una familia normal, estar alejada del peligro, ser feliz sin pensar en lo que venga después — Antonio caminó hasta mí y me abrazó por detrás cubriéndome el frío que había en la habitación en la que estábamos.
— Si hubiera pasado eso, no te habría conocido, pero juro que habría derrumbado el mundo entero para buscarte a ti — hice que me soltara.
— Sólo me quieres para follar Antonio — le volví a dejar claro lo que él deseaba de mi — ¿No podías buscarte a otra pelirroja? En el mundo hay muchas, hasta de las que se tiñen el cabello sólo para aparentar lo que no son. No me hubieras buscado a mi en ningún momento, Antonio, si yo hubiese sido una persona común. Conocernos fue por casualidad, una casualidad que hayamos terminado en una cama cuando lo primero que me prometí a mi misma fue no meterme con el tipo que le gusta a Vanessa — le aclaré.
— ¿Vanessa gusta de mí? Creo que entendiste mal algo, querida Ginebra. Aquí todas aquellas eran para divertirse, hasta Vanessa, pero lo que deberías saber que sólo no es policía y es guardaespaldas de los Inoarden, ella le pertenece a Helio Voltav. Debería quedarte claro eso.
— Estoy rodeada de policías, en fin — fue lo único que quedó en mi cabeza — Antonio — me giré a él y lo miré desafiante — Yo no seré el juguete con el que folles. Te vas buscando a otra.
— ¿Estás segura con lo que acabas de decir? — Antonio me preguntó, yo asentí. Vi por el espejo que Antonio se vistió.
— Si vas a irte, hazlo con decencia — caminé hasta él, le quité la corbata de la mano y se la puse yo misma.
—¿De verdad quieres que me vaya? — me preguntó, parecía decidido a irse.
— Puedes hacer lo que quieras Antonio. Podrás follarte al mundo entero, pero a la única que le pondrás tu apellido será a solo una, ¿verdad?
— Me encantas, Ginebra. Podría volver a ponerte en la posición de hace unos simples minutos si me lo pides — rió divertido y respiró sobre mi cuello — Ya ponte otra ropa, ese vestido era demasiado sensual — reí por su comentario. Antonio salió de la habitación. De la maleta que Vanessa había recogido para mí, saqué mi conjunto de siempre, jeans y una blusa holgada. Salí de la habitación para encontrarme con la mirada de Antonio sobre mí.
— ¿Qué haremos ahora?
— ¿No es obvio? — se abrió la cubierta del avión. La vista estaba hermosa, habíamos llegado de día. La vista de Rusia desde el cielo era hermoso — Vamos a lanzarnos en paracaídas.
— No veo porqué no — ambos sonreímos. Antonio era peligroso, igual que yo, somos un peligro que a ambos nos gustó disfrutar. A partir de hoy, Antonio se convertiría en mi adicción y yo viviría sólo para ser el peligro más adictivo de Antonio.

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Una Espada cubierta de Sangre.
Roman d'amourTRILOGÍA DE SANGRE 🩸: PRIMER LIBRO. 🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸 "En el intrincado mundo de la mafia, la rivalidad entre Bonatti y Falcone trasciende el simple rencor, convirtiéndose en una pelea interminable por la codiciada corona del liderazgo. En medio d...