Es... ¡hermosa!

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Lo seguí hasta que llegamos afuera del salón de baile. Antes de entrar Yei me dio algunas indicaciones.

- Bien. Abraham, yo te diré cuando entres, y cuando lo hagas, no dejes que ella te vea. Rapidísimo te diriges a la esquina de los instrumentos y te cubres con la cortina que cuelga del marco de la ventana, ¿entendido?

- Vale.

- Ok. Entra cuando recibas mi mensaje.

Se metió en el salón y después de unos minutos (que se me hicieron eternos) recibí la señal: el bendito, esperado y ansiado mensaje.
Procurando no hacer ningún ruido, abrí con mucho cuidado una de las puertas y entré. La cerré con cautela y corrí de puntitas hasta mi pequeño escondite.
Me escabullí entre cables e instrumentos hasta llegar a la cortina. Cuando la alcancé, la deslicé un poco y me cubrí con ella. 

Al estar ahí, reí por lo bajo al recordar cuando en mi niñez me escondía detrás de las cortinas de la casa jugando con Tony, o aún más lindo, con mamá. Añoro mucho esos tiernos momentos. Aún puedo recordar como un eco, la voz de mi madre diciendo: "¿Dónde está mi pequeño? ¿Alguien lo ha visto?" obviamente yo reía como un loco al escuchar la graciosa forma en que lo decía y me emocionaba muchísimo creer que en verdad no me encontraba. Asomaba un poco mi cabeza, para cuando mi madre volteará cubrirme nuevamente echándome a reír de emoción. Hasta que después de un rato, me "encontraba", me tomaba en brazos, me ponía sobre el sofá y me hacía cosquillas. Siempre serán los mejores recuerdos de mi vida aquellos momentos de juegos en familia.

¡En fin!

Con un movimiento lento, asomé un poco mi cabeza y vi a Yei con los bailarines. Él me miró y dio a entender con la cabeza que había hecho un buen trabajo y que estuviera atento. Asentí, y me asomé un poco más para observar lo que ocurría.

Había tipos con cámaras grabando algo, o mejor dicho, a alguien; al recorrer mi mirada un poco más, pude admirar la figura de una persona: era una chica. Se encontraba de espaldas a los demás, y lo único que pude ver fue su largo cabello y su hermosa figura.
Su ropa pegada al cuerpo, me permitía apreciar suavemente sus curvas. Su pequeña cintura; su cadera un tanto ancha; sus piernas... todo en ella me atrajo.
Esta chica ha llamado mucho mi atención.
Pero de repente, comenzó la música y se dio vuelta en un giro.

Abrí la boca en un acto impulsivo y posé mi mirada fijamente sobre su rostro. Ella se movía con precisión, agilidad, delicadeza y mucha elegancia. Al parecer la música era una mezcla de algo romántico y a la vez moderno, aunque la verdad ni siquiera lograba percibir sonido alguno. Desde que pude observarla de frente, no escuché ni observé nada ni a nadie más que a ella.
Gracias a la luz, aprecié su delicada piel blanca, su nariz un poco respingada, sus pestañas largas que adornaban esa linda mirada: sus ojos no eran muy grandes pero tampoco pequeños, creo que son... ¡perfectos! Tienen un color marrón claro increíble, es como si pudiera observar la sinceridad e incluso inocencia de su alma.
Y sus labios... como una manzana; con ese leve color rosa que les da vida, tan bien definidos y carnosos que... deseé morderlos.

Dios, toda ella es.... ¡hermosa!

Amor Sin MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora