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03

Wonwoo

—Vamos, Betsy, —hablé dulcemente con mi auto, dando palmaditas al tablero para animarlo mientras luchaba por subir una colina más en mi camino hacia los senderos del bosque estatal. —Puedes hacerlo.

Hacía todo tipo de horribles ruidos mientras luchaba por subir las pendientes. Quizás sería más alarmante si no hubiera estado haciendo estos ruidos durante varios meses. Por lo general, subía el volumen de mi radio y los ignoraba; si no podía oírlos, no podía preocuparme por ellos. Tal vez hubiera sido una buena idea pagar las reparaciones del automóvil antes de gastar unos cientos de dólares en una cámara nueva, pero Betsy lo había hecho por tanto tiempo; seguramente, lo lograría hasta que pudiera ahorrar de nuevo.

Finalmente me metí en un lugar de estacionamiento y el motor resopló cuando lo apagué. Agarré mi cámara del asiento delantero donde la tenía abrochada de forma segura (no puedo ser demasiado cuidadoso) y salí de mi vehículo. Estiré mis brazos sobre mi cabeza y caminé hacia un gran tablero que enumeraba los nombres de los senderos y las distancias.

Me decidí por un camino que tenía dos millas de largo y serpenteaba a través de una zona densamente arbolada. No estaba emocionado por la empinada pendiente del sendero, pero sabía que las vistas desde la cima serían increíbles. Respiré hondo y comencé mi camino, sin perder de vista los pequeños carteles de madera con triángulos rojos que me indicaban la dirección correcta.

Capturé foto tras foto mientras caminaba por el bosque. Había comprado una tarjeta de memoria con mucho espacio de almacenamiento y planeaba darle un buen uso. Fotografié las hojas rojas, naranjas y amarillas de los árboles que me rodeaban. Hice zoom en todo tipo de bonitas flores silvestres y pájaros posados en las ramas.

—Hombre, necesito hacer más ejercicio, —resoplé cuando estaba a la mitad de una colina empinada. No había mucho de mí, pero nunca fui al gimnasio, por lo que mi cuerpo delgado no estaba acostumbrado a este tipo de esfuerzo cardiovascular. — Oh, wow, —susurré, acercándome la cámara al ojo. A lo lejos, una hermosa cierva se alimentaba de un trozo de hierba alta.

Tomé varias fotos de ella, capturando la serenidad del momento. Cuando di un paso adelante para tener un mejor ángulo, una ramita se partió debajo de mi pie y la cabeza del venado se levantó del suelo. Su cola blanca se levantó y se alejó trotando.

Grité —¡Lo siento! —Antes de darme cuenta de lo ridículo que era. A menudo hablaba con animales u objetos inanimados (como Betsy) aunque obviamente no obtendría una respuesta.

Me las arreglé para llegar a la cima de la pendiente y me quedé sin aliento. Desde este punto de vista, podía ver las colinas de la región, todas pintadas con hermosos colores otoñales.

Tomé docenas de fotos, que fueron bonitas, pero quería más. El sendero estaba a unos seis metros del borde del acantilado que dominaba el valle. Si pudiera acercarme, podría ver aún más.

Dejé el camino de tierra y caminé a través de la hierba alta hacia el borde rocoso. A medida que me acercaba al acantilado, el suelo se volvió más rocoso y pronto desapareció toda la hierba. Una barandilla de madera se alineaba en el acantilado, manteniendo a los excursionistas a salvo de una caída repentina al otro lado.

No fui estúpido; sabía que era una idea terrible trepar por encima de la barandilla. No estaba tratando de morir; arruinaría mi día. Entonces, en cambio, me paré cerca de la barrera y me incliné sobre ella, mi cuerpo sostenido por mi estómago contra la tabla. La vista era maravillosa. Me encantó la forma en que el verde oscuro de los pinos resaltaba contra los otros tonos vibrantes. Tomé una gran cantidad de fotografías, perdido en mi pequeño mundo de felicidad cuando lo escuché. ¡Crack!