mine | mw

07

Wonwoo

—¿Wonwoo? —Una voz lejana me llamó. —Cariño, te preparé el desayuno.

Parpadeé los ojos hasta que (en su mayoría) se enfocaron en un Mingyu sonriente sosteniendo un plato de comida. Cogí mis lentes de la mesa de noche y me los puse.

—Me quedé dormido durante la película, ¿no? —Recordé terminar las palomitas de maíz y acurrucarme con Mingyu y luego... todo estaba en blanco.

—Sí, pero está bien; podemos volver a verla más tarde si lo deseas.

—Rowoon no pensó que fui grosero, ¿verdad? —Pregunté mientras Mingyu se acomodaba en la cama a mi lado.

—Por supuesto que no. Él sabe que estarás cansado hasta que estés completamente curado. Sin embargo, dijo que te ves genial.

—Aw, eso fue amable de su parte—. Sonreí mientras tomaba el plato que Mingyu me tendió, que contenía huevos revueltos, tocino y tostadas. —Esto se ve increíble, bebé. Gracias. —Me emocioné al llamar a mi novio por ese nombre, y su sonrisa decía que a él también le gustaba. Mingyu se inclinó y me dio un beso rápido. Probé el sutil sabor de la pasta de dientes de menta en sus labios y me estremecí.

—¿Qué ocurre?

—Me acabo de dar cuenta de que mi boca probablemente sabe a trasero mantecoso.

Mingyu se rió a carcajadas a pesar de que no estaba bromeando.

—Amo tu sentido del humor. —Le di las gracias a pesar de que, de nuevo, estaba totalmente en serio; especialmente ahora que probé un buen sabor de boca y confirmé que sí, estaba rancio. —Y te prometo que no, pero tengo un cepillo de dientes en el baño para ti. No quería despertarte anoche.

—Estupendo. Comeré estos huevos y luego iré a refrescarme—. Mingyu se rió de nuevo y tomamos nuestro desayuno, que estaba delicioso. Mi hombre era un gran cocinero.

—En realidad, después de comer, ¿te importaría si me doy una ducha?

—Wonwoo, no tienes que pedirme permiso para nada, —respondió Mingyu con una suave sonrisa. —Te dije que quería que pensaras en este como tu hogar y lo dije en serio. Eres bienvenido a hacer lo que desees. Y de hecho, una ducha suena genial. Estaba pensando en tomarme una yo mismo.

—Puedes ir primero, —le ofrecí. Después de todo, esta era la casa del hombre; no importa lo que dijera, no quería ser grosero.

—Estaba pensando que tal vez podríamos tomar una juntos.

Oh, dulce misericordia. Mi erección matutina acababa de empezar a desinflarse, pero la sugerencia de Mingyu la hizo volver a subir. Traté de mantener mi voz incluso cuando respondí:

—Eso suena bien, —pero no pude ocultar la ronquera de mi tono. El hombre era demasiado sexy. Me guiñó un ojo y mordió su tostada.

Mis manos temblaban de anticipación mientras comía el resto de mi desayuno. Temblaban tan fuerte que dejé caer mi tostada, manchando mermelada por toda la parte delantera de mi camisa, pero Mingyu no mencionó nada. Estaba seguro de que se dio cuenta, pero era un caballero.

—¿Todo terminado? —Preguntó una vez que había limpiado mi plato.

—Sí y gracias de nuevo, eso fue genial.

—De nada. —Me besó en la mejilla y me quitó el plato de las manos. —Los llevaré a la cocina y luego comenzaré la ducha.

Una vez que Mingyu salió de la habitación, corrí al baño, notando que mis costillas se sentían mucho mejor y mi cabeza no me dolía en absoluto. Oriné lo mejor que pude con la rigidez entre mis piernas y me quité la camisa, arrojando la evidencia de la mancha de mermelada en el cesto de la ropa. Me vi en el espejo, notando las tenues manchas verdes y amarillas que cubrían mi costado derecho. Los moretones no eran tan malos como me había imaginado.