Capitulo 5

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Capítulo 5: Las Sombras del Inframundo

Tras su primera incursión real al Inframundo, Aiko se sentía más consciente de la magnitud de su misión, pero también más sola. Aunque tenía a Yami como aliada, la atmósfera opresiva de ese mundo extraño comenzaba a pesarle. Ahora, armada con cuchillos imbuidos con el veneno de Yami, se sentía lista para explorar más profundamente las calles desiertas y los rincones oscuros de este mundo.

El portal negro y morado la llevó esta vez a un área que parecía un mercado abandonado. Puestos desvencijados y estructuras medio derruidas se alineaban a ambos lados de una calle principal. La sensación de abandono era palpable, pero había algo más: una energía que parecía pulsar a través del aire, como si el lugar estuviera vivo de alguna manera.

Mientras Aiko caminaba entre los puestos, escuchó un ruido sutil, como el susurro de hojas movidas por el viento. Pero en el Inframundo no había viento. Se detuvo, tensando los músculos, y sintió un escalofrío cuando vio aparecer figuras humanoides emergiendo lentamente de las sombras. Sus ojos brillaban con una luz anaranjada, y sus movimientos eran espasmódicos, como si estuvieran controlados por hilos invisibles.

Sin previo aviso, las criaturas se abalanzaron. Aiko reaccionó rápidamente, lanzando uno de sus cuchillos directamente al pecho de la más cercana. El veneno hizo efecto casi al instante; la criatura se retorció y cayó al suelo, desintegrándose en una nube de ceniza negra. Las demás no se detuvieron, avanzando con garras extendidas y gruñidos guturales.

Aiko luchaba con una precisión que solo podía venir del entrenamiento constante. Yami, mientras tanto, se movía con rapidez, envolviendo a los enemigos y distrayéndolos lo suficiente como para que Aiko pudiera atacar con ventaja. Juntas, eran una fuerza formidable, pero las criaturas parecían infinitas.

De repente, una voz profunda y resonante cortó el aire.

—¡Suficiente! —tronó desde la oscuridad. Las criaturas se detuvieron y retrocedieron, disolviéndose en las sombras de donde habían surgido.

Desde el final del mercado, una figura alta y encapuchada emergió. Sus pasos eran firmes, y una sensación de autoridad emanaba de su presencia. Cuando se acercó lo suficiente, Aiko pudo ver su rostro: piel pálida como el mármol, ojos negros y rasgos marcados.

—Aiko, he estado esperándote —dijo el desconocido, su voz calmada pero cargada de poder.

—¿Quién eres? —preguntó Aiko, manteniendo sus cuchillos levantados.

—Soy Kael, un guía entre los mundos. No soy ni enemigo ni aliado... al menos, no todavía. He observado tus movimientos y tu llegada al Inframundo. Estás aquí por una razón, aunque aún no la comprendes del todo.

Aiko bajó lentamente los cuchillos, aunque no del todo convencida de las intenciones de Kael.

—¿Qué sabes sobre Orochi? —preguntó, directa.

Kael sonrió apenas, como si la pregunta le resultara predecible.

—Mucho más de lo que puedo decirte ahora. Pero ten cuidado, Aiko. Este mundo tiene reglas propias, y Orochi no es el único peligro al que te enfrentarás.

Antes de que Aiko pudiera responder, Kael extendió una mano, y un pequeño símbolo brilló en su palma. El mercado comenzó a desmoronarse a su alrededor, y Aiko sintió que la gravedad cambiaba, como si estuviera siendo arrastrada hacia otro lugar.

—Nos veremos pronto —fue lo último que escuchó antes de que todo se desvaneciera.

Cuando Aiko volvió a abrir los ojos, estaba de pie en una caverna iluminada por una luz azul tenue. Frente a ella, una gran puerta con runas talladas en su superficie bloqueaba el camino.

—Parece que la verdadera prueba comienza ahora, Yami —murmuró, mientras avanzaba hacia la puerta.

AIKO IN THE UNDERWORLD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora