Capítulo 8: El Camino hacia Orochi
Aiko caminaba sin prisa, pero con determinación, entre las ruinas del Inframundo. Los ecos de su conversación con Yami seguían retumbando en su mente, pero algo más necesitaba entender. Sabía que había mucho más por descubrir, no solo sobre ella misma, sino sobre el mundo en el que se encontraba ahora.
—Yami —dijo Aiko, mientras sus pasos resonaban en la desolada tierra del Inframundo—. No entiendo… ¿por qué todo esto está aquí? ¿Por qué hay tanto peligro, tantas criaturas? Este mundo… parece interminable.
La voz de Yami, profunda y etérea, respondió de inmediato, su tono suave pero lleno de sabiduría.
—Este no es un mundo único, Aiko. No solo el Inframundo existe. Este es uno de los tres planos en los que se mueve toda la existencia. Hay mucho más de lo que percibes a simple vista.
Aiko se detuvo, mirando a su alrededor. La vastedad del paisaje parecía infinito, pero las palabras de Yami la desconcertaron.
—Tres planos... ¿Cómo es eso posible?
—La Tierra, el Mundo de los Dioses y el Inframundo. —La voz de Yami se tornó más profunda, como si cada palabra estuviera impregnada de antiguos secretos. —El primer plano, la Tierra, es el mundo en el que nacen los humanos, el mundo que ves a diario, aunque muy pocos entienden su verdadera naturaleza. Es un lugar de equilibrio, donde las criaturas como tú, los humanos, tienen la capacidad de elegir su destino. Pero ese equilibrio es frágil.
Aiko asimiló la información, intentando digerirla. El mundo que conocía, aquel en el que había vivido toda su vida, parecía solo una pequeña fracción de lo que realmente existía.
—Y el Mundo de los Dioses... ¿qué es eso? —preguntó, aún confundida pero intriga.
—Es el segundo plano, el hogar de los seres divinos y las entidades que gobiernan los hilos del destino. Los dioses no son como lo que los humanos piensan. No son simples seres benevolentes o crueles; su naturaleza es mucho más compleja. Algunos vigilan los eventos de la Tierra, otros interactúan con los humanos y otros prefieren permanecer distantes. Es un mundo lleno de poderes antiguos y secretos que aún no comprendes.
—¿Y los dioses... están relacionados con nosotros, los humanos? —preguntó Aiko, comenzando a entrever la magnitud de lo que le decía Yami.
—Sí, en muchos sentidos. Algunos dioses influyen en el destino de ciertos humanos. Pero también existen entidades, como las brujas, hechiceras y otros seres, que operan en el limbo entre los tres planos. Ellas son quienes, en gran parte, manipulan las reglas de la magia y el poder en la Tierra. Son guardianes de conocimientos antiguos, pero también pueden ser peligrosas si se cruzan en tu camino. No todo el poder en la Tierra proviene de los dioses, Aiko. Las brujas y hechiceras son una de las fuerzas que, como tú, operan en este ciclo entre planos, usando fuerzas que van más allá de lo que muchos humanos pueden imaginar.
Aiko asintió lentamente, la verdad sobre el mundo comenzando a expandirse frente a ella. Pero aún había muchas preguntas.
—¿Y el Inframundo? ¿Por qué está aquí? —preguntó con cautela, su mirada fija en la oscuridad que los rodeaba.
—El Inframundo es el plano que conecta todo, pero es también un lugar de castigo y de destrucción. Es donde los seres corruptos y los demonios buscan refugio cuando son desterrados de los otros planos. Es una tierra sin ley, donde la vida y la muerte coexisten en un extraño equilibrio. A veces, las criaturas que nacen en este mundo cruzan a los otros planos, buscando venganza o poder. Tu presencia aquí no es casualidad, Aiko. Este es un lugar donde se prueban los más fuertes, los que buscan alterar el equilibrio de los planos.
Aiko miró hacia el horizonte, sus pensamientos enredados en todo lo que acababa de descubrir. Tres mundos interconectados, cada uno con sus propios seres, reglas y secretos. Y ella, de alguna manera, estaba vinculada a todos ellos.
—¿Por qué me dices todo esto ahora? ¿Qué se supone que debo hacer con esta información? —preguntó, sintiendo una mezcla de temor y curiosidad.
—Porque estás en la encrucijada, Aiko. Este es solo el principio. Orochi, el enemigo que enfrentas, no es solo una criatura del Inframundo. Él tiene la capacidad de corromper los otros planos, de invocar seres oscuros a la Tierra, de alterar el destino mismo de los humanos y los dioses. Es un ser nacido de la oscuridad de todos los mundos, y es por eso que tu linaje y tus habilidades tienen un papel crucial. No puedes simplemente enfrentarlo con tus cuchillos, ni con las habilidades que has desarrollado hasta ahora. Debes entender la verdadera naturaleza de este mundo, de estos tres planos, para poder derrotarlo.
Aiko cerró los ojos por un momento, sus manos apretando los cuchillos. Todo en lo que había creído hasta ese momento estaba cambiando, desmoronándose. Pero también sentía una nueva sensación dentro de ella, algo que la impulsaba a seguir adelante.
—¿Qué debo hacer, entonces? —preguntó, su voz más segura ahora.
—Tienes que aprender a moverte entre los planos, Aiko. A comprender cómo los hilos de la magia y el destino tejen la realidad de todos los mundos. No todo es lo que parece. El poder de un cazador de demonios no se limita solo a las armas físicas. Tienes que conectarte con las energías que fluyen entre estos mundos y aprender a usarlas a tu favor. Los dioses, las brujas, las hechiceras... todos ellos tienen algo que enseñarte. Pero debes ser cautelosa. Los aliados no siempre son lo que parecen.
Aiko asintió con firmeza, la decisión ardiente en su pecho. No podía retroceder ahora. Lo que había comenzado como una misión de venganza, ahora se había transformado en algo mucho mayor: una lucha por el equilibrio entre los tres planos, por el destino de todos los mundos.
Aiko continuó su camino, sabiendo que no solo debía enfrentarse a Orochi, sino a las fuerzas que tejían el destino en las sombras de los tres planos.
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AIKO IN THE UNDERWORLD
Science FictionDescripción de la historia: La historia sigue a Aiko, una joven que, después de enfrentar una serie de eventos que desafían su comprensión del mundo, se ve envuelta en una lucha por descubrir la verdad sobre su origen y su destino. A lo largo de la...