Capítulo 3: Pensamientos Peligrosos

1 0 0
                                    

La clase de filosofía ya estaba por terminar y yo no aguantaba más. La voz monótona del profesor me resultaba insoportable, mientras mis pensamientos se escapaban hacia el fin de semana. No pensaba en Claudia, con su sonrisa fácil y su sentido del humor que siempre me atrapaban, sino en su madre.

Algo en ella me había dejado descolocado, y no podía evitarlo. No era simplemente una "señora"; Tenía ese aire elegante y misterioso que te obligaba a mirarla dos veces. Lucía no solo destacaba por su apariencia; Tenía un magnetismo que nunca había experimentado con ninguna otra mujer, y mucho menos con alguien que estaba tan fuera de mi alcance. Pero, ¿desde cuándo eso me detenía? Me pregunte.

Al terminar la clase, los chicos y yo salimos del aula y nos dirigimos a un rincón apartado de la universidad, donde encendimos un cigarrillo, seguros de que nadie pasaría por allí. El humo me ayudaba a despejarme, o al menos intentaba. Ni el cigarrillo logró alejarla de mis pensamientos.

Miraba distraído a los chicos que estaban allí, bromeando y riendo, pero apenas les ponía atención. Jack, que había notado mi distracción desde el día anterior, no dudó en interrumpir mis pensamientos con una sonrisa burlona.

—Entonces ¿qué, Romeo? —me dijo, dándome un codazo—. ¿Todavía estás pensando en tu suegrita?

Sonreí de lado, sin perder la actitud, pero me costaba disimular que el comentario había dado justo en el blanco.

—Quizás —le respondí, lanzando el humo hacia el lado y mirando al horizonte—. No sé, tiene algo que... bueno, no puedo sacármela de la cabeza.

— ¿Te estás escuchando? — se río, encendiendo un cigarro él también—. Estás loco. Es la mamá de Claudia.

—Sí, lo sé, ¿y qué? —me encogí de hombros—. A veces lo prohibido es lo más interesante, ¿no?

Jack me miró con una mezcla de sorpresa y diversión. Sabía que yo no era precisamente un "buen chico", pero él tampoco esperaba que me tomara tan en serio una fantasía así. Pero la verdad era que esto no me parecía solo una idea pasajera; Algo en mí me decía que esa atracción tenía más de real de lo que estaba dispuesto a admitir.

Al terminar el cigarro, decidí ir a la cafetería del campus. Tal vez un café bien cargado me ayudaría a bajarme de esa nube en la que estaba. Mientras hacía la fila, seguía pensando en el modo en que me miraba la primera vez, esas miradas intensas, como si me estuviera invitando a descubrir algo detrás de sus ojos. ¿Sería solo yo o ella también había sentido algo?

Tomé mi café y me senté en una esquina, disfrutando de la soledad y la oscuridad de mis pensamientos. Fue entonces cuando sentí vibrar mi teléfono; Era un mensaje de Claudia.

Princesa: "¿Quieres venir a cenar a mi casa esta noche? Mi mamá estará también. Dice que le caíste bien."

El corazón me dio un salto. Ahí estaba, otra oportunidad para estar cerca de Lucía, para intentar descifrar el misterio que me atrapaba. No pude evitar sonreír de lado, dejando que una chispa de curiosidad se encendiera en mí. Sabía que era peligroso, sabía que era un juego en el que podía quemarme, pero también sabía que no era alguien que les tuviera miedo a las llamas.

Yo: "Claro. A las ocho, ¿te parece?"

No había terminado de escribir cuando sentí una oleada de emoción mezclada con algo de adrenalina. Esta vez, estaba seguro de que esa cena iba a ser distinta.



"Entre el silencio y el deseo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora