El sol comenzaba a ponerse cuando salí de la universidad. El día había sido largo, pero las clases habían sido bastante interesantes, enfocándose en la conducta humana y todo lo relacionado con el ser. Esta vez, no me parecieron aburridas, algo raro para mí. Sin embargo, mis pensamientos seguían atrapados en Lucía. Todo había sido tan... extraño la última vez. Ese silencio incómodo, las palabras no pronunciadas, esas miradas furtivas que parecían gritar algo que no estaba preparado para escuchar. Y, aun así, no podía dejar de pensar en ello.
Cuando mi teléfono vibró, supuse que era Claudia. Sin embargo, no era ella. Era un mensaje de un número desconocido. Fruncí el ceño, no reconocía el número, pero al leer el mensaje supe inmediatamente de quién se trataba y la agregué sin pensarlo.
Mi señora sexy: "¿Chico atrevido? ¿Vas a pasar a recoger algo que olvidaste?"
Lo primero que pensé fue que no podía ser una coincidencia. No después de lo que pasó la última vez. ¿Por qué me envió un mensaje? ¿Era ella la que quería seguir jugando este juego? Mi corazón dio un salto, pero no me iba a dejar llevar por la emoción. No tan rápido.
Yo: "¿Qué es lo que olvidé ahora?"
Me tomé un par de segundos para pensar, sabiendo que cada palabra podía hacer o romper el juego entre nosotros. Y luego, la respuesta llegó, breve, pero con ese toque que te hace pensar que hay algo más detrás de lo que está escrito.
Mi señora sexy: "Es mejor que lo veas por ti mismo. ¿A las 7?"
Yo: " Perfecto, nos vemos a esa hora."
No me lo pensé ni un segundo. Sabía que no era una simple excusa para verme, pero no importaba. No iba a echarme atrás. Esta vez no.
A las siete en punto, me planté frente a su puerta, con la misma actitud desafiante de siempre, como si nada de esto fuera importante. Tocé el timbre y, como si el destino ya lo hubiera planeado, ella abrió antes de que pudiera moverme.
—Otra vez tú? —dijo con una sonrisa que no intentaba esconder su sarcasmo. Estaba claro que no le molestaba verme, pero tampoco estaba dispuesta a admitir lo que ambos sabíamos que estaba pasando.
—Te dije que vendría, ¿no? —respondí con tono relajado, casi como si estuviera demasiado confiado de que esto no me estaba afectando.
Me hizo un gesto para que entrara, y lo hice sin pensarlo. Ella estaba de pie, con un aire aún más misterioso que la última vez. Su mirada no se apartó de mí ni un segundo, y aunque intentaba disimular, podía sentir la tensión creciente entre los dos.
—Bueno, ¿qué olvidé? —le pregunto, mirándola a los ojos, sabiendo que estaba jugando con fuego. Pero este fuego... este fuego me estaba empezando a gustar.
Ella no dijo nada, se limitó a señalar la mesa. Cuando me acerqué, vi que no había nada encima. La miré levantando una ceja, buscando una respuesta.
— ¿Lo ves? —dijo, sin perder esa sonrisa enigmática—. No olvidaste nada. Solo quería verte.
Lo dijo como si no fuera nada, pero la intensidad en su mirada me lo dijo todo. Mi corazón latió más rápido, y sentí esa tensión en el aire de nuevo. Estábamos a punto de caer en algo que ninguno de los dos podría detener, y eso, para mí, era el mejor de los juegos.
Sin decir una palabra, me acerqué a ella con paso firme, y la vi tensarse. Pero no dio un paso atrás. No esta vez. Me incliné ligeramente, tan cerca que podía sentir su respiración. La temperatura entre nosotros subió, y esa barrera invisible que ambos habíamos estado construyendo comenzó a desvanecerse.
—Esto es peligroso —dije, mi voz bajo, grave.
Ella inhaló profundamente, su pecho se elevó ligeramente, y pude notar en sus ojos una ligera dilatación. Sabía que no era el único que estaba sintiendo esta tensión, y eso me agradaba, porque me daba cuenta de que también le atraía. No era solo algo físico, había algo más, aunque no quería pensar ni admitir nada por ahora. Prefería observar cómo avanzaba esta extraña conexión, si es que se podía llamar así.
—¿Y qué? —respondió, sin apartar la mirada. Esta vez no era una advertencia, no era un juego. Estábamos tan cerca que podía oír su respiración entrecortada. —¿Te vas a detener ahora?
No supe qué responder, porque ya no me importaba. Todo lo que quería era saber hasta dónde llegaríamos.
Me incliné más, mis labios a un milímetro de los suyos, y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Pero antes de que pudiera hacer lo que ambos sabíamos que íbamos a hacer, la puerta se abrió de golpe.
-¡Mamá! —gritó Claudia desde el pasillo, y de repente, todo el aire se cortó.
Lucía se apartó de mí rápidamente, dándose la vuelta con una expresión en su rostro que no podía leer, pero que sabía bien que estaba llena de culpa. Yo, por mi parte, me sentí como si hubiera sido sacado de un sueño a golpes. Mi novia entró sin saber lo que acababa de pasar, alegre y despreocupada como siempre.
— ¿Qué tal chicos? —preguntó, sonriendo, sin notar la tensión que llenaba el ambiente.
Lucía no dijo nada, pero yo lo supe. La chispa estaba ahí, y aunque había sido interrumpida, las llamas de ese deseo prohibido no se iban a apagar tan fácilmente. Lo sentí en el aire, lo vi en sus ojos. Esto apenas comenzaba, y no había marchado atrás.
Chicos, parece que esto se está poniendo cada vez más interesante y apasionado con esta parejita, ¡y ya parece que León va a ir con toda!
¿Qué creen que ocurrirá en los próximos capítulos?
¿Será que pasará algo más que solo miradas?
Me encantaría conocer sus opiniones.
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"Entre el silencio y el deseo"
RomanceCuando conocí a Claudia, jamás imaginé que mi vida tomaría un giro tan oscuro y complicado. Ella lo tenía todo: inteligente, divertida y llena de energía. Estar a su lado me hacía sentir completo... al menos, eso pensaba. Pero el destino, con su nat...