El lunes, de vuelta en la universidad, intenté concentrarme en las clases, en los proyectos pendientes, en las tareas que debía entregar, pero todo parecía perdido en comparación con los pensamientos que ocupaban mi mente. Aquel encuentro con ella seguía rondándome como una sombra persistente, una presencia que no podía ignorar.
Mis amigos, susurrando a mi alrededor, parecían atrapados en algún tipo de chisme., mientras yo luchaba contra mis propios pensamientos. ¿Por qué me sentí tan extraño con ella? Era la madre de Claudia, la mujer que había sido tan amable y cordial conmigo. ¿Qué era esa sensación que me atrapaba cada vez que recordaba su mirada, su risa suave, la forma en que me hacía sentir una extraña calidez, como si pudiera desnudar cada rincón de mi mente?
"A mi hija le haces bien", me había dicho ella, con una sonrisa que aún podía ver claramente en mi mente. ¿Había algo detrás de esas palabras o era solo mi imaginación jugando conmigo? ¿Por qué sintió que su mirada decía más de lo que sus labios se atrevían a pronunciar?
Después de la clase, nos dirigimos a la cafetería dentro del campus. Allí, en medio del ruido de la máquina de café y el murmullo de las conversaciones, traté de ordenar mis ideas. No tenía sentido sentirme así; Yo estaba con Claudia, una chica increíble que me hacía feliz, y debía enfocarme en eso. Pero cada vez que me decía eso, la imagen de Lucía aparecía en mi mente, como una especie de prohibición que solo hacía que mi curiosidad y la tentación creciera.
Mi mejor amigo Jack, notó mi distracción y me dio una palmada en la espalda mientras nos sentábamos con los demás chicos a disfrutar de una Coca-Cola.
— ¿Qué pasa? Estás en otro mundo —dijo, mirándome con esa mezcla de curiosidad y burla que usaba siempre que sospechaba que algo interesante me rondaba la cabeza.
Le devolví una mirada que intentaba ser despreocupada y respondí:
—Nada... solo estaba en mis pensamientos —traté de desviar la conversación, pero él no dejaba de mirarme, con una ceja levantada.—Pensamientos? Vamos, tú no eres de los que se pierden en "pensamientos". —Se río—. No me digas que estás pensando en proponerle matrimonio a Claudia.
Sonreí con un toque de sarcasmo y tomé un trago de mi bebida, intentando disipar la incomodidad. Si el supiera lo que realmente estaba pensando...
—No, nada de eso. A penas llevamos un año conociéndonos y sabes que no soy fan de esas tonterías del matrimonio —respondí, soltando una pequeña risa—. Solo tuve un fin de semana... peculiar.
Él se inclinó hacia mí, intrigado.
—¿Un fin de semana peculiar? Dale, cuenta seguro que es más interesante que la clase que acabamos de ver.Me quedé en silencio por un momento, pensando en si debía decirle algo. Hablar en voz alta sobre lo que me rondaba la mente me parecía una locura, pero necesitaba soltarlo, al menos un poco.
—Conocí a la madre de Claudia el fin de semana —dije, intentando sonar casual, aunque mi tono resultó un poco más serio de lo que pretendía.
Jack se río y me dio una palmada en el hombro.
—Ah, ya veo, ¡conocer a la suegra! Eso siempre es un momento tenso. ¿Y cómo fue? ¿Es tan intimidante como dicen?Negué, aunque las palabras no salían con facilidad. ¿Cómo explicarle que lo que había sentido era... diferente? Algo que no debería estar ahí.
—No era lo que esperaba —murmuré finalmente—. No diría que fue intimidante, es solo que... no sé cómo describirlo.
El me observó en silencio, como si esperara a que continuara. Miré por la ventana, suspirando.
—Es... alguien que te impacta desde que la ves, ¿sabes? Es muy distinta a Claudia. Tiene esa especie de... profundidad en su mirada, como si supiera algo que yo no sé.
Jack levantó una ceja, con una sonrisa astuta.
—Vaya, parece que te ha dejado impresionado. ¿Sabes? Algunas personas tienen esa aura, te desarman sin que te des cuenta. Solo... recuerda que es la mamá de tu chica, ¿sí?Asentí, con una sonrisa forzada, consciente de que tenía razón. Sabía que debía olvidarlo, que no tenía sentido seguir pensando en ella. Pero algo en mí no me dejaba hacerlo. Recordaba su risa, su forma de hablar, sus palabras enigmáticas.
El día pasó entre clases y risas con amigos, pero en algún rincón de mi mente, Lucía seguía ahí, como un enigma, una presencia que no se borraba.
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"Entre el silencio y el deseo"
عاطفيةCuando conocí a Claudia, jamás imaginé que mi vida tomaría un giro tan oscuro y complicado. Ella lo tenía todo: inteligente, divertida y llena de energía. Estar a su lado me hacía sentir completo... al menos, eso pensaba. Pero el destino, con su nat...