Cuando Jake recibió la noticia del derrame cerebral del Sr. Lee, fue como si un set de contraventanas de acero hubiese caído entre nosotros. Al principio, él había estado en shock que rápidamente evolucionó a culpa.
—Tenía que haber estado allí —decía una y otra vez mientras que batallaba para vestirse. Heeseung le había pedido que recogiera a la hermana del Sr. Lee, Jeonyeong, de la casa de retiro donde vivía y que la llevara al hospital para despedirse.
—Has estado allí —le recordé —. Has estado con él prácticamente todo el día desde que regresaste de Canadá.
—No debí haber ido al juego. ¡No debí haber sido tan jodidamente egoísta! ¿Qué pasa si yo...?
—Detente —le dije, alcanzándolo y jalándolo al interior de un abrazo. Yo intentaba recordarle que los derrames no eran algo que pudieran prevenirse, pero él se arrancó de mi agarre y apartó mis manos.
Apenas y me dio un vistazo antes de dejarme de pie en la acera frente a su edificio. Lo observé alejarse, sabiendo en mi cabeza que él simplemente estaba molesto y distraído por las terribles noticias. Pero eso no impidió que mi corazón se hundiera.
Cuando conseguí abrirme camino hacia la estación de tren para llegar a casa, mi teléfono vibró con un texto.
Jake: Por favor, excúsame con tu familia sobre lo de esta noche. Lo lamento.
Sunghoon: Ellos lo entenderán. ¿Quieres que me encuentre contigo en el hospital?
No obtuve respuesta. Más tarde esa noche, le envié un texto para saber cómo iba, y de nuevo, no me respondió.
Finalmente, a la una de la mañana, cuando apenas estaba terminando de lavar los trastes en la casa de mi hermana, el mensaje que había entrado solo decía: Se ha ido.
En este punto, finalmente tenía que aceptar el hecho de que yo no era su persona en esta situación. Intenté estar allí para él, pero él no me había necesitado. Dolía mucho más de lo que debería. No tanto el rechazo como el conocimiento de que él estaba allá, con la familia Lee, sufriendo tanto y presumiblemente sin tener el confort y cuidado que yo sabía que necesitaba.
—Has estado mirando la pantalla de tu teléfono por cinco minutos —dijo Gaeul, suavemente, recostada sobre la puerta de su pequeña y pintoresca cocina—. ¿Qué sucede?
Miré hacia ella, y lo que sea que ella vio en mi rostro hizo que su expresión decayera. —Oh, mierda, Sunghoon. Fuiste y te enamoraste de él, ¿no es así?
Mi pecho se apretó incómodamente. —¿Qué? No, Dios no. Por supuesto que no. Lo he conocido apenas lo suficiente para... —Tomé una respiración profunda y me froté el pecho —. Es solo que... el Sr. Lee murió, y Jake... él se hace responsable por las personas que le importan, especialmente los que han sido sus pacientes. Él tuvo a esta paciente en la casa de retiro donde trabajaba. Su nombre era Dolores Johnson, pero todos la llaman Srta. J., y cuando trabajaba en ese lugar, solía llevarle a la Srta. J. un ticket de lotería todos los miércoles porque su esposo solía hacer eso por ella, y Jake pensaba que era la cosa más dulce de la tierra. Es un romántico como no te imaginas. De cualquier forma, cambió de trabajo meses atrás, pero aun así, todos los miércoles toma sus almuerzos más temprano para llevarle el ticket a la Srta. J. antes de que ella almuerce y tome la siesta.
Gaeul se llevó las manos sobre el corazón. —Qué hombre más dulce.
Asentí. —El más dulce. La mujer que trabajaba en la recepción del hotel de Goosey Bay tenía un yeso en el brazo así que tenía problemas para escribir. Jake me pidió que lo llevara a una tienda de un dólar, así podía encontrarle una bola de espuma y un bolígrafo barato. Clavó el bolígrafo a través de la bola de espuma, se lo dio a ella, y le enseñó a escribir usándolo mientras tuviera el brazo enyesado.
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End up here | Sungjake
Fanfiction¿Cómo terminamos hablando en primer lugar? Dijiste que te gustaba mi camiseta de Cobain. Ahora caminamos de regreso a tu casa. Llámame afortunado porque al final, yo soy un seis y él un diez. Él está tan en forma que yo soy inseguro, pero él sigue v...