13|Conozcanme.

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Ellie Maxwell.

No pude dormir en toda la noche, me quedé pensando en lo rara que es mi vida, tipo, no es aburrida, pero también quiero algo de tranquilidad.

De lo que les he contado, la verdad, es que nunca me quedo quieta.

Es más, me hace falta mi piano...

Recuerdo que, cuando era pequeña fuí a un campamento de verano, fué una mierda para mí.

Soy alguien un poco asquienta, así que en cada actividad donde había que caminar por el bosque, me ponía a llorar por todo el barro que había en mi cuerpo.

Aparte, la comida, un asco... ¿pensaban que comería filete todos los días? Estaban equivocados, obviamente mi mamá me empacó un montón de dulces que me gustaban por si no quería comer, debido a que no me quería en casa antes del verano.

Tuve mi etapa donde me creía superior a todos simplemente por saber leer partituras, me creía niña prodigio y en algebra me iba muy mal.

También, he hecho mal las cosas actualmente.

Me acosté más de una vez con Nicholas, sin siquiera sentir algo por él, solo atracción sexual.

Puedo justificar el hecho, un montón de adolescentes harían lo mismo, así que es un peso menos.

Además, tengo una relación amorosa con él, ahora.

Tengo miedo de mi privacidad, y sobre todo de mi misma.

Recuerdo mi última relación, donde mi ex fué el que me dejó, simplemente porque soy una insegura, que peleaba por todo, que quería que ninguna chica se le acercara, porque me comparaba con todas ellas.

Recuerdo todo con claridad.

—¿Por qué me dejas? ¡He hecho hasta lo imposible para hacerte feliz! Y ¿tú me dejas así como así? —Decía mientras estaba arrodillada ante él.
—Lo siento, es que eres demasiado tóxica, siempre hablas de tí y si no me gusta algo de ti, haces un drama que te encierras en el baño por ¡horas! Cuando sales, solo me haces culpable de todo lo que te pasa. No puedo más con esto, Ellie. ¡Estoy yendo a terapia psicológica porque me estás haciendo mierda!—Retrocedí unos pasos, comenzando a reír.

—¿¡Es mi culpa!? Mírate, siempre has tenido problemas con las sustancias, y eso te hace cambiar de humor. Solo te he dicho lo mal que estás haciendo las cosas... tú mismo te estás haciendo mierda. Me estás lastimando demasiado... —Seguí llorando.
—¡Perdóname! No quise echarte la culpa... también soy un idiota, Ellie, perdóname. Quiero terminar esta relación, porque me está afectando.

Yo sonreí.

—¿Qué hay de mí? ¿Lo ves? Solo piensas en tí. —Él se confundió.
—Pero yo... —Lo interrumpí.
—Shh, con cada palabra que dices más me dañas. —Él suspiró y se fué de mi departamento, mirándome con culpa.

—Lo siento. —Susurró, quebrandome más.

¿Por qué no volvió a mis brazos como siempre? Esta vez, mi falso llanto no fué suficiente...

Me di cuenta de lo jodida que era. Me humillaba y me hice la víctima para tener lo que quería.

Tal vez tenía razón, aunque me niego a darle la razón a ese idiota. No supo valorarme... o eso es lo que digo.

Soy alguién celosa, sí. Lo más probable es que la embarre demasiado en un futuro con Nicholas. Él es actor, se besará con muchas chicas, chicos, demasiados atractivos. No pertenezco a ese mundo, lo que me hace parecer una incomprendida.

Prometo seguir tomando mis pastillas para los episodios de manía.

Mi psiquiatra no estaría nada feliz de saber que no seguí con mis medicamentos, es por eso, que mis días se han vuelto difíciles, no duermo casi nada, tengo mucha energía.

Es que, los antipsicóticos atípicos no se consiguen en cualquier farmacia, debo hacer un laaaargo recorrido para encontrar esas pastillas.

Cuando tenía diez años me llevaron a un psiquiatra porque jugaba muy brusco con mis compañeros de clase, y las maestras notaban que tenía una euforia excesiva o me irritaba demasiado.

Cuando hacía trabajos en equipos, estaba muy contenta por mi parte, pero si encontraba una imperfección en la parte de mis compañeros, me enojaba con ellos y los pellizcaba como castigo.

Esos eran episodios de manía. Donde estaba contenta, pero veía algo mal, me enojaba demasiado, tanto, que era capaz de golpear a cualquiera. Es decir, no pude tener amistades reales, porque odiaban mis cambios de humor tan repentinos.

La bipolaridad no es solo estar feliz y rápidamente enojarse, también incluye episodios de depresión.

Donde perdía interés en actividades que antes me gustaban, tenía demasiados sentimientos de profunda desesperanza.

En una fiesta, podía estar feliz, bailando, pero al rato estaría sentada mirando al suelo, o peleándome con alguién porque derramó bebida en mi ropa.

Todo en un solo momento. Ni siquiera cuestión de horas.

A mis diez años, le conté todo al psiquiatra. Él me diagnóstico con el trastorno de bipolaridad, mi madre con solo saber el diagnostico, no dejó que siguiera con mi tratamiento, solo me compraba pastillas que recetaban y listo.

Solo lo vi como tres veces en toda mi vida.

Es por eso, que no puedo tener control sobre esto. Soy impulsiva y si no salen las cosas como quiero, es suficiente para tirar todas las cosas a mi alrededor.

Si tan solo... siguiera con el tratamiento, fuera alguién cuerdo.

Quiero hacer las cosas bién, quiero controlar mis emociones, quiero ser perfecta a los ojos de Nicholas.

No quiero estropear las cosas... simplemente, trataré de no prestar atención a lo que salga sobre él en los medios.

Ese es mi deseo.
No mostrarle a Nicholas que soy bipolar, ni que soy insegura, celosa y todas esas mierdas.

Tampoco tengo tiempo para ir a terapia, así que solo tomaré pastillas, eso es todo...

¿Hay algo bueno en mí?

Esta soy yo, y voy a cambiar para mejor, lo prometo.

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CAPÍTULO № 013.

ANTES DEL SÍ. ━ NICHOLAS ALEXANDER C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora