14|Prometí no ser así.

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Los Ángeles, CA.

Ellie Maxwell.

Un día más trabajando en Starbucks. Por cierto, mi hermana ya está en casa desde la semana pasada, y cambié mi número de teléfono. Ya nada me molesta, o eso creo.

Hoy Nicholas y yo cumplimos dos semanas de relación, estoy emocionada por esta noche... quiero que sea especial.

Raramente, hoy no tuve clases, supuestamente, día cívico.

Me quedé observando aquel anillo que compró para mí, con una sonrisa tonta.

—¡Ellie! Ya es hora de cerrar. —Me sobresaltó mi compañera.
—S-sí, ya salgo. —Suspiré y tomé mis cosas, para después salir del local.

Estaba caminando por las frías calles, hasta llegar a mi casa.

Me quité la gorra de Starbucks y me cambié, colocándome un simple vestido de lápiz color negro liso con unos tacones simples, solo me coloqué máscara de pestañas y un labial color coral.

Fuí interrumpida con unos toques en la puerta.

Le abrí la puerta a Nicholas, recibiendolo con los brazos abiertos.

—¿Por qué tan temprano? —Pregunté con una sonrisa.
—Somos vecinos. —Recordé al instante.
—Lo siento, se me olvidó.

Él trajo dos hamburguesas de Burger King y dos latas de Coca Cola.

—Pensé que te vestirías más... —Comentó pero lo interrumpí alterada.
—¿¡Qué!? ¿¡Elegante!? ¿¡Crees qué tengo tiempo!? —Interrogué enojada... oh, no, no, no.

—¡No! Es más, te ves perfecta... no lo decía por malo. —Yo me tranquilicé inmediatamente.
—Oh, lo siento, no he tomado mis pastillas. —Tapé mi boca inmediatamente.

—¿Anticonceptivas? —Preguntó, yo asentí nerviosa.
—Sí, sí. Bién, vamos a comer. —Él me mira confuso.
—No me gusta cuando eres así. —Susurró.
—¿Así cómo? —Pregunté mientras comía.

—Es que, no quiero pelear contigo. —Murmuró.
—Dímelo, Nicholas. —Dije en un tono firme.

—A veces... eres grosera y de repente estás feliz, no me explico, la verdad. ¿Sufres de bipolaridad? —Sé que no lo dijo para hacerme sentir mal, sin embargo; ¿Cómo lo supuso?

—¿¡Crees qué estoy loca!? Esto es el colmo... —Dije levantándome de la mesa.

Él se levantó también, atrapándome con sus fuertes brazos.

—No, Ellie, perdóname por decir eso... sabes que puedes contármelo todo, si tienes un trastorno psicológico o algo así... no me interesa, porque te amo tal y como eres, ahora; si " esto " que sufres afecta tu día a día, lo solucionaremos juntos, porque no te quiero perder. —Yo hice una mueca de rechazo.

Claro que no le iba a decir nada.
Estoy perfecta.

—Sabes, tienes razón, sin embargo; estás asumiendo que tengo un trastorno psicológico. Eso no me gustó. —Traté de zafarme de su agarre, pero él lo evitó.
—No, no, para nada. Linda, escúchame, olvidemos esto, mejor comamos esa maldita hamburguesa, tengo demasiado hambre. —Dijo convincente, yo asentí.

Estuvimos comiendo en un incómodo silencio, él comía tranquilamente, en cambio yo; yo estaba reteniendo las lágrimas en mis ojos... me sentía decepcionada de mí misma, porque dije que iba a cambiar.

Agaché mi cabeza en el comedor, dejando la comida de un lado.

—¿Ellie? —Dice Nicholas mientras me observa.
—Perdóname, Nicholas. —Musité mientras lo miraba a los ojos.
—No sabes lo mucho que te amo, aunque no lo demuestre tanto... —Agregué para después sonar mi nariz.
—¿Estás llorando? Oh, no, Ellie. —Dijo acariciando mi cabello.

Me senté derecha y me acerqué hacía él, dándole un fuerte abrazo, dejando pequeños besos en su mejilla.

—Te amo. —Susurré.
—También te amo. —Contestó, haciéndome sentir mejor.

Me separé de él, suspirando pesadamente.

—De verdad, lo siento, Nick... —Seguí suplicando.
—¿Por qué lo sientes? No pasó nada, solo un mal entendido. —Contestó con una sonrisa nerviosa.
—¿Ya? O sea, ¿hice un show innecesario? —Comencé a reír.
Él me siguió el juego.

—Y bién, ¿qué tal te ha ido en tu trabajo? —Pregunté cambiando el tema.
—Em, la nueva serie, de Ryan Murphy, es demasiado controversial... digo, no es normal ver en televisión un padre teniendo sexo con una monja. —Me puse roja inmediatamente.
—Un momento... tú interpretas al padre Charlie, o sea que... —Mordí mi dedo índice fuertemente.

—¡Auch! —Exclamé, soltando mi dedo, notando que rompí unos cuantos vasos sanguíneos, dejando ver un pequeño moretón en el lateral de mi uña, es decir; sangre acumulada.

—¿Qué? —Interrogó arqueando una ceja.
—Lo siento. Se me olvidó por un momento que eres actor, ya iba a reclamarte... —Susurré sonriendo.

—Oh, no importa. ¿Te lastimaste mucho? —Preguntó observando mi dedo.
—Oh, no, no. Solo un accidente. —Contesté, ignorando el dolor latente en mi dedo.

De solo imaginar que hubo una escena subida de tono con otra chica que no sea yo, solo hace que mi presión arterial suba.

—Y bueno, ¿qué harás mañana? —Pregunté.
—Tendré una entrevista con el elenco principal de Monsters. —Respondió.
—Um, quería que te quedaras, aunque puedes irte a la hora que quieras. Literal, vives al lado.

—Pues sí... Ellie, ¿puedo preguntar algo? —Dijo con inseguridad.
—¿Sí? —Digo escuchando.

—¿Qué hacía una caja de pastillas de olanzapina en tu baño? —Preguntó, inmediatamente me quedé helada.

—Oh, es que sabes que yo... estoy muy delgada. Apenas peso cincuenta y ocho, entonces esa pastilla es buenísima para aumentar el peso. —Sonreí.
—No mientas. —Quedé perpleja.
—¿Qué? ¿Acaso no es cierto? Eso me dijo el psiquia... —Me callé. La embarraba con cada palabra que decía.

—¿¡Psiquiatra!? —Exclamó confundido.
—Em, s-sí. Dieron una charla en la universidad, sobre los trastornos de bipolaridad, la esquizofrenia y la depresión. La olanzapina es excelente para eso, digo, no, o sea, no es como que yo sufra eso, y eso, y ajá. —Comencé a ponerme nerviosa.

—¿Sabes qué? Te veo mañana, adiós. —Dijo y se largó inmediatamente, sin siquiera darme un... ¡beso! Voy a morir postrada en el sofá.

Cerró fuertemente la puerta.

¿Supo qué estaba mintiendo?

¡No, no, no y no! Dios, ese tipo está cabreado conmigo.

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CAPÍTULO № 014.

ANTES DEL SÍ. ━ NICHOLAS ALEXANDER C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora