Aegon se acercó a Lucerys con una preocupación palpable, su tono suave y consolador tratando de aliviar el malestar del joven. La sala aún estaba llena del eco de la violencia reciente, los sirvientes se afanaban en limpiar la sangre y los guardias se encargaban de remover el cuerpo de Vaemond, pero Aegon solo tenía ojos para su sobrino.
—Luke, mi niño, ¿estás bien? —preguntó Aegon, su voz cargada de ternura y preocupación.
Lucerys, con la mirada perdida y el rostro pálido, respondió con un hilo de voz tembloroso:
—Solo quiero ir a mi habitación.
Aegon asintió, entendiendo la necesidad de su sobrino de alejarse del caos. Sin dudar, rodeó a Lucerys con un brazo protector y le indicó que siguiera. Miró a su hermana, quien comprendió el gesto y asintió con la cabeza, dándole el permiso tácito para que se llevara a Lucerys.
—Bien, vamos, ya no mires —dijo Aegon con firmeza, pero con un tono suave para no asustar más al joven. Guió a Lucerys hacia la salida, su presencia cálida y reconfortante pretendía ofrecer un refugio en medio de la confusión y el dolor.
Al llegar a la habitación, Lucerys se dejó caer en la cama, sus ojos todavía llenos de la confusión y el horror de lo sucedido. Aegon, observando a su sobrino con preocupación, se sentó a su lado, tratando de ofrecer consuelo en medio de la tormenta emocional que parecía estar atravesando el joven.
—¿Quieres hablar? —preguntó Aegon, su voz suave y reconfortante, mientras se acomodaba junto a él.
Lucerys lo miró con una expresión enigmática, sus pensamientos claramente atormentados. Aegon, notando el conflicto interno en los ojos de su sobrino, tomó sus manos con delicadeza y se inclinó hacia él para acercarse más.
—¿Qué sucede, Luke? ¿En qué piensas? —preguntó con una sinceridad que buscaba penetrar la muralla de confusión que rodeaba a Lucerys.
El joven, con el rostro pálido y la mente agitada, finalmente rompió el silencio. Sus palabras salieron cargadas de una mezcla de tristeza y desasosiego.
—Tío... no creo merecer el título —dijo Lucerys, con una tristeza palpable en su voz. Sus ojos se llenaron de una mezcla de confusión y dolor, reflejando el peso de la situación que acababan de vivir.
Aegon, con una mano temblorosa pero firme, acarició el cabello de su sobrino, intentando ofrecerle consuelo.
—¿Por qué piensas eso? No hagas caso a las tonterías que dijo Vaemond —dijo Aegon, tratando de mantener la calma mientras sus palabras trataban de calmar la tormenta interior de Lucerys.
Lucerys, con una expresión de desánimo y culpa, miró a Aegon y continuó:
—Pero, en parte, lo que dijo tiene algo de verdad... Mientras me insultaba, me quedé callado, paralizado. Tú saliste en mi defensa, y si mi hermano no hubiera estado allí con el tío Aemond, sé que lo habrías matado tú. No pude hacer nada, y eso me hace sentir aún peor.
—Cuando miro a mi alrededor, veo a todos tan fuertes, tan decididos. Se defienden con firmeza, no les tiembla la mano para hacer justicia. Mi madre, Daemon, mi hermano, tú... Todos parecen tan imponentes. Pero yo... yo no soy así. Me pesa. —Lucerys dejó escapar un suspiro cargado de melancolía—. No soy... como ustedes. No soy perfecto.
Aegon lo miró con una mezcla de compasión y determinación, sintiendo el peso de la tristeza de su sobrino. Lo abrazó más fuerte, su voz era un susurro lleno de sinceridad.
—Lucerys, nadie es perfecto, y no necesitas serlo. La fuerza no siempre se muestra en la batalla ni en el acto más grandioso. A veces, la verdadera fortaleza está en el corazón, en la capacidad de seguir adelante a pesar del miedo y la duda. Tú eres valiente a tu manera, y eso no se mide por el poder o la perfección.
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Segunda vida. JACEGON
Fiksi PenggemarAgonizando se encontraba el actual rey Aegon II Targaryen, envenenado por su propia gente, lo mas curioso que en su agonía no tenia deseos de vivir, a estas alturas para que pensaba el joven rey, no tenía a nadie, sus hermanos, sus hijos, su madre...