6. Una pelea en la pista de baile

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Connor

Tiene que haber alguna cámara oculta en la discoteca

Miro por encima del hombro de Hazel, cuando escucho todo el barullo y bufo cuando veo que ella también se ha dado cuenta del ruido. Como Hazel no vuelva a hablar después de enterarse de que uno de mis mejores amigos tiene problemas de ira voy a matar a Sam enterrándolo vivo.

—¿Qué pasa? —me pregunta, preocupada.

—No tengo ni idea —miento.

Me levanto de la silla y empieza a caminar en busca de Sam y de Lucas. Hazel también se levanta y me sigue, y para no perderla, la agarro de la mano mientras empujo a la gente para hacerme sitio. No puedo ignorar los latidos de mi corazón cuando agarro su mano por segunda vez en toda la noche. Es una sensación tan embriagadora que podría pasarme toda la vida agarrando su mano. Si sus caricias me hacen sentir tanto, me muero de ganas de saber lo que voy a sentir al besar esos labios que no he parado de mirar durante toda la noche y que no he conseguido olvidar desde que la vi caminando por los pasillos del campus.

En cuanto llegamos al grupo de gente, me paralizo al ver a Sam sentado sobre el abdomen de un chico mientras lo golpea una y otra vez sin piedad alguna. Veo a Lucas intentando apartarlo del chico del suelo, pero Sam le da un suave empujón para apartarlo. Los amigos del chico también intenta pararlo, pero cuando Sam es cegado por la ira no hay nada ni nadie que le haga retroceder. Eso es algo que a la gente parece gustarle, porque más de alguno ha sacado el móvil para grabarlo todo.

En ese momento, reacciono y me interpongo. Agarro a Sam del cuello de la camisa, pero no consigo apartarle. Lucas se me suma y junto a otros dos chicos conseguimos apartar a Sam del chico. Le rodeo con mis brazos cuando noto como intenta volver a lanzarse a por el chico a acabar lo que ha empezado. Se remueve y me pisa para que le suelte, pero no le dejo escapar.

El chico del suelo se levanta y después de ver como todo el mundo le presta atención a él y a todas las heridas que le ha hecho Sam por toda la cara, desaparece entre la multitud, avergonzado y humillado. La gente se acaba dispersando, liberando la pista de baile como si nada hubiese pasado.

No puedo evitar pensar lo que se le estará pasando a Hazel por la cabeza ahora mismo, al ver a Sam fuera de sí y a mí intentando que la situación no empeore aún más. Al menos espero que este incidente con Sam no la haya hecho llevarse una errónea idea sobre mí, si no, como he dicho antes, me encargaré de Sam.

—¿Qué ha pasado? —le pregunto, cuando logra calmarse.

—Es un idiota —lo oigo murmurar.

—Lo siento, pero eso no es una respuesta válida. ¿Qué coño ha pasado, Sam? —repito.

Pega un tirón lo suficientemente fuerte como para lograr escapar de mi agarre. Me entra el miedo con tan solo pensar que podría ir detrás del chico para rematarle, pero en su lugar se queda a mi lado mirando al suelo.

Está enfadado, muy enfadado. Más que la última vez que tuve que separarle de otra pelea como está. Por lo menos está vez se ha llevado más golpes -completamente merecidos, por cierto- que la vez anterior, espero que le haya dado en la cabeza para reprogramar su cerebro y que deje de ser tan impulsivo.

—Como sigas así, vas a acabar siendo boxeador profesional de la WWE —intento bromear para calmar el ambiente.

—Ya.

Sam está devastado, no sé qué le pasa últimamente, pero está destrozado. Ojalá me contará que le está pasando, pero no voy a obligarle a hacerlo. Pero de todos modos, quiero que sepa que estoy aquí para lo que sea que necesite, aunque él siempre haya sido muy él y no quiero que se lo tome a malas.

Lo que no soporto de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora