Habitación Vacía, Vida Vacía

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Otro día, desde esa noche todo había cambiado. Había un silencio incómodo en el aire, como si todos estuvieran evitando hablar de lo que había pasado. Pero yo sabía que todos pensábamos en eso.

Me levanté y miré hacia la habitación de Kat. Estaba vacía. La extrañaba mucho, pero no podía entender por qué me había mentido. ¿Se había ofendido por lo de Enid y yo? ¿Y qué pasaba con su esposo? Nada tenía sentido.

Pensando en eso, vi a Michonne bajar las escaleras despacio. La seguí, intentando no hacer ruido. Sacó el arma que había en la chimenea y la escondió en una bolsa, junto con su katana. Sabía que iba a buscar a Kat.

Mi padre la vio, pero decidió volver a la habitación sin decir nada.

Salí al porche, necesitaba aire fresco y un momento para pensar. La ausencia de Kat me pesaba, y la tensión en la casa era palpable. Me apoyé en la barandilla y miré hacia el bosque, perdido en mis pensamientos.

De repente, escuché pasos detrás de mí. Me volví y vi a Enid acercándose, su sonrisa leve y su mirada brillante.

—Hey —dije, intentando sonreír.

Enid se acercó a mí, su rostro cerca del mío.

—Hey —respondió, su voz suave—. ¿Estás bien?

Me encogí de hombros.

—No lo sé —dije—

Enid se acercó un poco más, su mano rozando la mía.

—Lo siento, Carl —dijo, su voz llena de empatía—. Sé que la extrañas.

Sentí un escalofrío al escuchar mi nombre en sus labios. Su proximidad me hacía sentir algo que no había sentido en mucho tiempo.

—Sí —dije, mi voz baja—. La extraño mucho.

Enid se acercó aún más, su aliento cálido en mi oreja.

—Pero estoy aquí para ti —susurró—. No estás solo.

Mi corazón latió más rápido. Sentí su mano acariciando la mía, y mi piel se estremeció.

—Gracias, Enid —dije, mi voz ronca.

Enid sonrió, su mirada seductora.

—No necesitas darlas —dijo, su voz baja—. Solo sé que estoy aquí. Para ti.

Su mirada me hizo sentir algo que no podía ignorar. Algo que podría cambiar todo.

-Kat-

Estaba leyendo en el sofá,  cuando Negan entró en la habitación. Su presencia siempre me hacía sentir incómoda.

—Ponte esto, rápido —dijo, tirándome ropa sobre el regazo.

—¿Por qué? —pregunté, intentando mantener la calma.

—Iremos a dar un paseo —dijo, su voz llena de ironía—. Maquíllate, te ves de la mierda.

Me levanté del sofá, tomé la ropa y me dirigí al baño para cambiarme.

Mientras me maquillaba, no podía evitar pensar en Carl y en lo que había pasado entre nosotros. Me sentía culpable por haberlo lastimado, pero también estaba enfadada con él por haberme mentido.

Cuando salí del baño, Negan me miró con aprobación.

—Ahora sí te ves como una verdadera esposa de un líder —dijo, su voz llena de sarcasmo.

—Vamos —dijo Negan, ofreciéndome su brazo.

Me tomé un momento antes de tomarlo, intentando mantener la calma.

𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝑭𝒊𝒏 | ℭ𝔞𝔯𝔩 𝔊𝔯𝔦𝔪𝔢𝔰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora