Amarte - ၄၃ - jongsang

၄၃ - dix-neuf

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Luna.

Esa misma que ilumina tu silueta durante esta noche cuando giras todo tu cuerpo danzante en pura y vívida delicadeza, esa que brota de tus poros, que solo tú posees en esta vida.

Luna, esa misma que me permite ver un lado en ti completamente nuevo, mientras las risas sutiles en baño de sincereza me dejas escuchar sin que me canse de ti.

Esa misma hermosa y enorme luna llena que deja observar cada milímetro de tu figura. Tan celoso de ser yo mismo quien puede verte justo ahora, mirarte sin abstenerme en deslumbrar cada bendito detalle de tu alma externa, el cómo siento cada uno de los estímulos que estremecen mis músculos estando aquí, contigo.

Toda la miseria que me han arrastrado a ser un convicto bajo celdas de rencores pasados son frecuentemente sustituidas. Eso que haces con tus ojos cuando sonríes es la grieta que me oculta de la penumbra, eso que formas con tus manos cuando acaricias mi corta melena me hace colapsar de satisfacción.

Justo ahora tu cuerpo está bailando en el lado bueno del campo de rosas. Descalzos son tus pies que arrojan gotas chispeantes cuando pisas las orillas. Corres, sin que el viento te detenga.

Tu vida, oh tú, vida mía, es mi plegaria adorante que me lleva al cielo.

Encontrado, acabas de encontrarme estando en el limbo, cuando mi sangre fluye dentro en la carretera, compitiendo con mis deseos de arrancarme el alma y regalartela sin pena.

ㅡ ¿En qué piensas?

Dices, inexplicablemente me muero por ir hacia tus brazos y fundirme, mientras ardo con impureza de ser vencido por tus labios en la guerra de la santa tentativa.

ㅡ En ti.

Qué encantadora se vuelve las comisuras cuando se elevan con la escencia de diversión, pero muy, muy oculta en una capa de timidez manifestante. Dejas de danzar despacio y caminas a donde estoy.

Una de tus manos esconde la primavera en tu rostro, para luego, en un acto reflejo que emites burlón, acomodas detrás de tu oreja una poca de cabello, que desobedece tu accionar y vuelve a liberarse en la ventizca.

Me miras, pícaro.

Entonces te adentras al agua hasta que tapa tus tobillos, agachas tu pecho en él, con las manos en cuenco recoges un poquito y la lanzas a mi dirección.

Tu presencia acelera mi vuelta al mundo.

Devuelvo el acto, dulcemente sigues jugando conmigo, aunque no dije mucho con anterioridad, en realidad tengo mucho qué contarte.

La historia de mi amante corazón que desplaza su vida sobre tu piel apenas está siendo escrita. La página está dudosa en querer pasar a la siguiente, porque no dijiste nada para mí, aún no aceptas con palabras lo que siento por tu alma.

Pero, quizá aún queda espacio en la misma hoja donde el lápiz sin desgaste escribe sin cesar, aún queda amor en el corazón al que se refiere.

Aún quedan besos en la lista de regalos.

Sin razón, y sin dudas.

El abrazo es fuerte, restriego mi cara en tu cuello mientras disfruto la brisa que se posa en nuestra anatomía, y tu olor avainillado se impregna hasta en el olvido.

Realmente, siento todo lo que quiero sentir.

Porque tú, Yeosang, me dejas la puerta abierta a seguir adorandote sin precedentes

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Me interesas como ningún otro.

Observas a través de tus ojos en sintonía con los míos, te acercas para dejar que abrace tus abrazos hasta deshacer mis manos en tu espalda al deslizarme con encantamiento sobre ella.