-Ya sabes que nunca trabajo con pacientes masculinos –dijo Fluke a su jefa en la clínica de rehabilitación y fisioterapia del sur de Londres.
–Lo sé, pero esta es una gran oportunidad –dijo Valerie–. Ohm Thitiwat es un multimillonario muy famoso. En cuatro semanas en Normandía ganarás más que en todo el año. No puedo enviar a otra persona. Además, su hermano insistió mucho en que fueras tú. Al parecer, Ohm no quiere ayuda de nadie, se ha convertido en un solitario desde que salió del hospital. Su hermano mayor, Mean, se enteró del gran trabajo que hiciste con la hija del jeque Kaseem al-Balawi, y quiere que te ocupes de su hermano. Está dispuesto a pagar cualquier precio que le digas.
Fluke se mordió el labio inferior. No podía permitirse el lujo de despreciar el dinero ahora que su madre atravesaba una mala situación después de que su última pareja sentimental le hubiera dejado la cuenta corriente a cero. Pero convivir con un hombre las veinticuatro horas del día, aunque estuviera en una silla de ruedas, podía convertirse para él en una auténtica pesadilla.
Llevaba más de cinco años sin estar con un hombre.
–No voy a aceptar el trabajo –dijo Fluke, volviéndose para sacar del cajón de la mesa el historial de otro paciente–. Tendrás que buscarte a otra persona. –Me temo que los hermanos Thitiwat no son de los que aceptan fácilmente un no por respuesta. Mean quiere que Ohm sea su padrino de boda en septiembre y está convencido de que tú eres la persona indicada para conseguir que su hermano vuelva a andar.
Fluke cerró el cajón y se volvió hacia su jefa.
–¿Quién se piensa que soy? ¿Cree que hago milagros? Es posible que su hermano nunca pueda volver a andar, y mucho menos en unas semanas.
–Lo sé, pero al menos podrías intentarlo –dijo Valerie–. Es un trabajo que muchos querrían. Una estancia en un castillo en Normandía, con todos los gastos pagados. Acéptalo, Fluke. La clínica ganaría mucho prestigio. Es justo lo que necesitamos para afianzar nuestra fama tras el éxito que conseguiste con la hija del jeque. Seríamos conocidos como la clínica naturista de la gente rica y famosa. Todo el mundo querría venir aquí.
Fluke tragó saliva. El corazón le latía con fuerza, como si acabara de subir al último piso de un rascacielos por las escaleras. Trató de buscar una vía de escape, pero, cada vez que se le ocurría alguna, la veía bloqueada por la necesidad de ayudar a su madre y por la lealtad a su jefa.
–Tendré que ver las pruebas del señor Thitiwat y todos sus informes médicos. Quizá no pueda hacer nada por él. No me gustaría crearle falsas esperanzas. –Mean me envió toda su documentación por correo electrónico –dijo Valerie–. Te la reenviaré.
Fluke examinó la información, unos minutos después, en su despacho. Ohm Thitiwat tenía una lesión medular a consecuencia de un accidente de esquí acuático. Había sufrido también una fractura en el brazo derecho. Conservaba una cierta sensibilidad en las piernas, pero era incapaz de sostenerse en pie sin algún tipo de ayuda. Los médicos opinaban que era muy poco probable que volviese a andar, aunque esperaban alguna ligera mejoría en su movilidad. Sin embargo, Fluke había conocido algunos casos similares y no quería dejarse influenciar por los informes.
La evolución de un paciente dependía mucho del tipo de lesión, así como de su actitud y de su estado general de salud.
A Fluke, le gustaba combinar las terapias tradicionales, como la rehabilitación física, los masajes y la fisioterapia, con técnicas alternativas consideradas menos ortodoxas, como la aromaterapia, los complementos dietéticos y las técnicas de visualización.
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Heridas imborrables
Romance: Ohm Thitiwat, el conocido millonario y playboy, había vivido siempre al límite. Pero, cuando un accidente lo confinó en una silla de ruedas, al cuidado de un chico cuya belleza lo cautivó, se vio sumido en un estado de rabia y frustración. Acostum...