CAPITULO 19 .-Nuevo comienzo-.

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Kylie permaneció inmóvil en el aeropuerto, viendo cómo el avión que llevaba a Malia despegaba. Su corazón se hundía más con cada segundo que veía alejarse esa aeronave. Las lágrimas corrían por su rostro, pero no hizo ningún esfuerzo por detenerlas. Sabía que había perdido a Malia, y esta vez, era definitivo.

Después de unos minutos, Kylie salió del aeropuerto. Afuera, la lluvia había comenzado a caer suavemente, mezclándose con las lágrimas que seguían brotando de sus ojos. Subió a su auto y, en silencio, condujo de regreso a casa, donde Aurora la esperaba sin saber nada de lo que acababa de ocurrir.

Cuando llegó, Kylie se detuvo frente a la puerta, tomando un momento para recomponerse. Respiró hondo y limpió sus lágrimas antes de entrar. Aurora, al escuchar la puerta, salió a recibirla con una sonrisa cálida.

-¿Dónde estabas? Me preocupé por ti -dijo Aurora mientras se acercaba, abrazándola.

-Salí a dar una vuelta, necesitaba despejarme un poco -respondió Kylie, evitando el contacto visual.

Aurora la observó con detenimiento, notando que algo no estaba bien, pero decidió no insistir.

-Está bien. Ven, preparé tu cena favorita.

Kylie asintió y la siguió al comedor. Aunque la comida estaba deliciosa y Aurora intentaba llenar el ambiente con conversaciones alegres, Kylie apenas podía concentrarse. Su mente seguía en el aeropuerto, en ese último momento en que vio a Malia alejarse para siempre.

Esa noche, mientras Aurora dormía profundamente a su lado, Kylie se quedó despierta, mirando el techo. Sus pensamientos eran un torbellino de emociones. Amaba a Aurora, eso lo sabía, pero había una parte de ella que seguía aferrada al recuerdo de Malia. ¿Era justo seguir adelante cuando una parte de su corazón estaba en otro lugar?

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En Canadá, Malia se instalaba en la casa de su hermana. Aunque estaba físicamente lejos, el dolor seguía acompañándola. Cada rincón de la casa nueva parecía recordarle lo que había dejado atrás: a su madre, a Kylie, a la vida que nunca podría recuperar. Pero Malia se aferraba a la esperanza de que, con el tiempo, las heridas sanarían y encontraría una nueva forma de ser feliz.

Ambas, aunque separadas por kilómetros y decisiones que ya no podían cambiar, compartían un mismo sentimiento: la nostalgia de lo que fue y de lo que pudo haber sido.

Pasaron los días, y Kylie intentaba volver a la normalidad, a su vida con Aurora y a su rutina como parte de la familia Cantral. Aunque exteriormente parecía que todo estaba bien, su corazón seguía dividido. A menudo se encontraba perdida en pensamientos mientras miraba por la ventana, recordando los momentos con Malia, pero también esforzándose por construir un futuro con Aurora, quien la amaba incondicionalmente.

Por otro lado, Malia había comenzado a trabajar en Canadá, intentando llenarse de nuevas experiencias y distracciones. Su hermana, preocupada por ella, le ayudaba a integrarse en la comunidad y le ofrecía apoyo en todo momento. Sin embargo, el vacío que sentía no desaparecía, y las noches eran especialmente difíciles.

Una tarde, mientras Aurora organizaba una pequeña reunión familiar en casa, Kylie recibió un mensaje en su teléfono. Era de Ruby:

"¿Cómo estás? ¿Piensas todavía en Malia?"

Kylie leyó el mensaje y sintió una punzada en el pecho. Sabía que Ruby la había culpado en parte por lo que pasó con Malia, pero también sabía que Ruby entendía lo difícil que era para ella todo. Antes de que pudiera responder, Aurora se acercó detrás de ella, sonriendo con una copa de vino en la mano.

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