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Pasaba de las nueve de la noche cuando Sam le había hecho una video llamada. Quería saber si Tucker y él se habían arreglado. Ver a su mejor amiga, aunque fuera a través de una pantalla, le había insuflado los ánimos a Daniel. Echaba de menos reunirse con ella y Tucker, tener aventuras y hacer planes juntos para acabar con los fantasmas.

En algún momento dado de la conversación Danny se había ido de la lengua con el tema de Vlad. Quería saber el punto de vista de su amiga para no precipitarse de nuevo.

—¿Y dices que fue a devolvertelo y golpeó a Dash?

Sam reía excelsa por aquella anécdota. A ninguno le agradaba el bravucón y presumido de Dash. Bien podría haber sido atacado por un fantasma y ambos se habrían alegrado. Hasta Tucker celebraría cuando le contara lo ocurrido, tan pronto lo viera.

—Si. Fue algo extraño— admitió Danny, rascándose la mejilla—. Sigo sin fiarme de él. Me refiero a...¿Qué razones tiene Vlad para querer ayudarme?

Los expresivos ojos púrpura brillaron inquisitivos.

—Hay muchas, Danny. Empezando por querer acercarse a tu madre. Aún si damos por hecho que ya no pretende herir a tu padre y que realmente ha cambiado.

—Pero ¿Por qué solo a mi?— preguntó Danny, dubitativo— ¿Por qué no incluyó a Jazz?

—Son solo suposiciones, Danny. Si de verdad quieres averiguarlo, te aconsejaría que lo dejes estar un tiempo para ver qué pasa.

Daniel así lo hizo. Por dos semanas intentó sobrellevar su rutina, ajustándose a los molestos horarios de sus padres, capturando fantasmas vez tras vez y presentando exámenes finales.

Al menos Dash lo había dejado tranquilo. Cada vez que veía a Daniel por el pasillo se alejaba en la dirección contraria.

¿Quién iba a decirlo? 

Ahora era el matón quien escapaba.

¿Sería por lo de Vlad?

Pero Danny había dejado de tener noticias suyas. Quizá realmente había cambiado.

¿Y acaso no le convenía a Danny tener a más aliados?

En todo caso sería una buena oportunidad para vigilarlo y saber si pretendía algo contra su familia.

Además, no le vendrían mal algunas lecciones para mejorar sus habilidades. Podía pasarse un fin de semana cualquiera solo para aplacar su creciente ansiedad por volver a verle.

**

Vlad Masters era un serio hombre de cuidado. No obstante, su aspecto lúgubre se suavizaba un poco al sonreír, mostrando entonces cierto encanto y realzando su atractivo físico.

En ese momento yacía sentado a la mesa del salón principal, mirando la imagen de Danny Fenton que había recortado de una fotografía familiar robada en su última visita a tan singular familia.

Hasta hace poco más de un año Vlad había estado tan prendado de Maddie, que se había jurado a sí mismo no darse por vencido hasta tenerla, como debió haber sido en la universidad, si ese idiota de Jack no hubiera metido sus narices en el medio.

Sin embargo sus esfuerzos nunca daban resultados. 20 años después Madeline seguía enamorada de Jack. Ahora tenían una familia y no había forma de conquistarla. Su última reunión fallida le había abierto a Vlad los ojos, pero también lo hizo despertar una hipérbolica fijación en el hijo de quien fuera su adorada Maddie.

Todo había empezado cuando se enfrentó al chico fantasma que resultó ser Danny. Una vez que le hubo derrotado y Danny volvió a su forma humana, Vlad experimentó un ferviente deseo por averiguar más sobre él.

Experimento fantasma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora