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Pasar tiempo con sus amigos fuera de la escuela había sido una experiencia refrescante y divertida. Entre nadar en la enorme piscina de Sam, jugar al tenis en su patio, comer frituras y ver una película, Danny se había olvidado de sus verdaderos deberes por ese día.

Los créditos de la película ya aparecían en la descomunal pantalla del cuarto de cine cuando Danny se percató de que Tucker se había quedado dormido. Su amigo roncaba con la boca abierta toda vez que la mitad de su cuerpo se había deslizado hacia la alfombrilla que cubría el suelo.

Sam rió por lo bajo y le dio un codazo a Danny para alentarlo a salir de la sala y seguirla a otra de las secciones de su casa.

-Debe estar agotado- comentó Danny, viendo la consola sobre la mesa del comedor. Parecía imposible que Sam pudiera aburrirse aún estando sola en casa pues contaba con bastante entretenimiento.

-Nah- negó Sam, pasandole uno de los mandos a Danny para empezar la partida de carreras de autos-. Solo no le gustan las comedias románticas...oye, Danny, ¿Se puede saber por qué no querías venir con nosotros?

-Pues...

-¿Me dirás la verdad ahora que Tucker no esta presente?

Danny pausó la partida para pasar a mirar interrogativamente a su mejor amiga. No entendía cómo Sam podía ser tan receptiva en los temas que más le incomodaban.

-Por cierto, ¿Qué pasó con Vlad?

Aunque intentó no evidenciar ninguna reacción, Danny sintió como un temblor invisible lo sacudía por dentro con violencia.

-¿V-Vlad? ¿Qué quieres decir?

Sam lo observó curiosa, con la duda impresa en sus pupilas púrpuras.

-¿Ya lo olvidaste? Me habías comentado por video llamada.

-Oh, es verdad- Danny sintió que se atragantaba con sus propias palabras-. Hice lo que me aconsejaste. Solo lo dejé estar.

-¿Y no ha hecho nada? ¿No lo has visto ni ha intentado acercarse de nuevo?

-No.

-Entonces estaba en lo cierto y Vlad ha cambiado- concretó Sam conectando su puño contra su mano contraria.

Danny contrajo el ceño.

-¿Dices que si Vlad me hubiera buscado significaba que realmente intentaba hacer algo malo?

-No necesariamente, Danny, pero seamos objetivos. Si ya no fuera malo, no estaría desesperado por demostrarlo. Sólo seguiría con su vida, obrando como un mejor individuo, pero...un momento- se paró frente a Danny para escudriñar su rostro con aplomo. La mirada esquiva de Danny sólo confirmó sus sospechas-. Si estás viéndolo...Por Dios, Danny, ¿Por qué no me lo dijiste?

Danny tomó aire, se mesó el cabello y bajó la voz para explicarse.

-Solo esta ayudándome a entrenar un poco. Quiero mejorar, Sam. Y no podré hacerlo entrenando solo.

-¿Y si es una trampa?- increpó Sam, tratando de leer alguna señal en los ojos azules-. Danny, piénsalo un segundo, ¿Cómo sabes que no te está usando para...no sé, dañar a tu padre o llegar a tu madre, incluso para destruirte?

-No lo sé- confesó Danny airado-. Lo he estado probando y no parece interesarse en nada de eso, él...- dejó de hablar y negó despacio con la cabeza. No podía decirle a Sam que le había pedido hacer las paces con su padre y todo habría salido a pedir de boca de no ser por las actuales sospechas de su padre.

Todo era un embrollo y cada vez se hacía más grande.

-Sam- intentó Danny, tocándole el brazo. Su amiga le había dado la espalda en medio de la perorata-. Ha cambiado. Debes creerme- afirmó con una sutil sonrisa tranquilizadora, ahora que Sam lo miraba.

-Te creo, Danny. Pero si llega a pasar algo tienes que jurar que me lo dirás inmediatamente.

-Lo juro- sonrió Danny, levantando dos dedos en señal de promesa.
**

A mitad de la semana, Danny había tenido que quedarse después de clases para justificar sus anteriores retardos. La fiesta de Sam se había extendido hasta el domingo y sus padres se habían marchado a otro congreso, por lo que Danny había decidido quedarse con sus amigos. Ya tendría oportunidad de hablarlo con Vlad el fin de semana.

Además ahora Sam sabía que se miraban a escondidas. Era otra noticia que el magnate tendría que digerir y aceptar. Sam era de confianza, era su mejor amiga después de todo, ella no lo traicionaría de ninguna manera.

Habiendo firmado los formatos que debía entregar a sus padres, Danny cogió sus cosas del salón y salió de la secundaria.

Apenas dobló en la esquina cuando advirtió que una limusina oscura se acercaba a su lado a poca velocidad. La puerta se abrió y Danny sonrió antes de entrar.

-Sam, no sabía que ibas a esperarme.

-¿Sam?

Danny dio un respingo de sorpresa al observar a Vlad apoyado de espaldas en el asiento de junto.

-¿Qué hace usted aquí?- se alarmó Danny-. ¿No se supone que seríamos cuidadosos al vernos?

Por toda respuesta Vlad se encogió de hombros.

-Nadie sabe que estoy aquí. Y tu mismo me has confundido con tu...amiga- tosió para camuflar la irritación de su tono-. No has venido este fin y tampoco me avisaste que te ausentarías. Estaba preocupado.

Danny achicó los ojos con desconfianza.

-¿Cómo supo a qué hora saldría? ¿Me ha estado siguiendo?

-Escuchame, Danny- de a poco, Vlad se recorrió en el asiento hasta quedar del otro lado, tomó a Danny de los hombros-.  No te he seguido. Solo esperé aquí. No vi que salieras y se que no te arriesgarías a usar tu transformación a no ser que hubiera alguna emergencia y no veo ninguna.

Danny se relajó un poco al mirar por el vidrio. Era cierto. La ciudad estaba bien. No había fantasmas a la redonda. No los percibía.

-Pasé el fin de semana con mis amigos. Quería ir a entrenar, pero...

-Esta bien- lo interrumpió Vlad haciendo un aspaviento con la mano-. No me debes explicaciones, Danny. No soy tu tutor. 

-¿A donde vamos?

-Quiero mostrarte una de mis empresas. Su nombre es VladCo.

Danny alzó una ceja de modo inquisitivo. Por qué querría él visitar el trabajo de Vlad. Este sin embargo, pareció adivinar su duda.

-Mi empresa se especializa en la fabricación de dispositivos relacionados con fantasmas. Apuesto a que cuando intentaste entrar a mi casa te llevaste una sorpresa.

-Si, lo recuerdo- asintió Danny, rememorando la electricidad que lo había recorrido cuando quiso atravesar la fachada.

-Te aseguro que te gustará- afianzó Vlad, bajando su brazo. Danny se estremeció cuando sus dedos se rozaron accidentalmente. De nuevo se sentía inquieto, ansioso. Y es que no entendía por qué algo tan vanal como un simple toque podía alterarlo tanto.

Experimento fantasma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora