VII

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Danny supo que el entrenamiento había fininalizado en cuanto vio a Vlad volver a su forma humana. Vlad estaba tan fresco y endeble como cuando habían comenzado, sin embargo Danny estaba agotadisimo, lleno de moretones y raspaduras. El último golpe lo había mandado al suelo de sopetón y apenas podía sostenerse con la rodilla y una mano mientras dirigía una larga mirada de perplejidad hacia quien fuera su oponente.

No lo entendía.

¿Tan débil era que no había podido conectar un solo golpe?

De cualquier manera, Vlad tenía una fuerza estremecedora, ya que Daniel estaba consciente de que el adulto no había utilizado todo su poder en la contienda. Sólo lo había estado probando.

-¿Lo notaste, Daniel?- inquirió Vlad con media sonrisa complaciente-. Debemos trabajar tus reflejos. Además, tus rayos de energía son un chiste, al igual que tu escudo fantasma. Ah, y no te lo tomes a mal pero tu velocidad deja mucho que desear.

Jadeando de cansancio, Danny se levantó.

-Entonces ¿Va a enseñarme a mejorar mis puntos débiles?

-Por supuesto. Podemos comenzar ahora mismo si quieres, pero debes descansar.

Danny asintió conforme. Miró su reloj de pulsera y se asustó al ver la hora.

-Oh, no. Jazz va a matarme- exclamó airado, yendo a buscar su mochila.

Vlad lo siguió de cerca.

-¿Mañana a la misma hora?

-Eso creo- musitó Danny, cansado y adolorido. Cada vez estaba más convencido de que Vlad no era una amenaza, al menos no para él.
**

Después del último encuentro la rutina de Danny Fenton había variado ligeramente. Ahora no solo se ocupaba de sus labores escolares, proteger a la ciudad y ver a sus amigos, sino que cada fin de semana acudía a la mansión de Vlad Masters para entrenar.

Aquello lo mantenía en secreto. Primeramente porque no podía hablar de su condición de fantasma con su familia, y también estaba el hecho de que Vlad era una importante figura pública. Daniel no quería atraer notoriedad a su persona.

Poco a poco y sin advertirlo Vlad se fue ganando su confianza al grado de que Danny lo consideraba uno más de sus amigos. Quizá no tenía el mismo grado de cercanía e intimidad que con Tucker y Sam, pero puesto que Vlad conocía su secreto y viceversa, era más sencillo abordar ese tipo de temas que no podía discutir con su propia familia o amigos. Ellos no lo comprenderían.

Vlad lo escuchaba y eventualmente lo aconsejaba. Entrenaban una hora diaria, conversaban otro poco y luego Danny se despedía y aguardaba hasta el próximo fin de semana.

Había temas en los que Vlad seguía siendo reacio, como los recuerdos en la universidad que se rehusaba a compartir. Muy al contrario parecía que Vlad quería olvidar esa etapa de su vida. No obstante trataba otros temas como su ascenso a la fama, el cómo se había hecho de su riqueza y otras frivolidades que parecía haberse reservado únicamente para sí, hasta la llegada de Daniel.

También le había ayudado con sus estudios y aunque al comienzo Danny no estaba de acuerdo, terminó aceptando su ayuda para poder entrar a la preparatoria de su agrado.

Vlad tenía demasiados contactos y parecía no haber imposibles para él.

Aquel sábado Danny se presentó después del desayuno para entrenar directamente, pero había un tópico en particular que seguía fastidiandolo desde hacía tiempo.

Cuando el galante y bien parecido hombre lo invitó a entrar a su hogar, Danny se abstuvo de caminar hacia el cuarto de entrenamiento, dejó su mochila en el suelo del pasillo y confrontó la mirada añil del mayor.

-¿Aún odias a mi padre?

La pregunta tomó a Vlad desprevenido. Inspiró aire pausadamente y cambió el rumbo de sus pasos hacia el salón principal, instando a Daniel a seguirlo.

Vlad tomó asiento junto a la chimenea y Danny lo imitó del lado opuesto.

-Ya no odio a Jack- profirió secamente, pero había aún un dejo ofensivo al pronunciar aquel nombre-. Bien, quizá un poco- frunció las cejas, irritado al saberse autosaboteado-. No lo suficiente para intentar destruirlo...de nuevo.

Pero pese a su confidencia Danny parecía inconforme.

-¿Aún sientes algo por mi madre?

Habría sido un acertado golpe bajo en el pasado, pero Vlad, que se había deslindado de aquellas emociones mundanas hacia Maddie Fenton, se sonrió orgulloso.

-Aprecio mucho a tu madre, Danny. Fue una buena amiga y hace tiempo que acepté mi derrota. No de buena gana al principio, pero...tu entiendes a lo que me refiero.

-¿Haría algo por mi, como amigo?

Vlad saboreó plenamente la amargura del apelativo pero no lo evidenció. La sonrisa había menguado de sus labios así que se limitó a encogerse de hombros.

-Pide lo que quieras y veré si esta en mis manos.

Danny le sostuvo la mirada a la distancia. Sus incipientes ojos cual centellas azules se mostraban más decididos que nunca.

-Quiero que se reconcilie con mi padre. No le pido que regresen a la amistad que tenían, pero me gustaría estar más tranquilo al saber que no existen rencores.

-Eres demasiado impredecible, Danny- masculló Vlad, ajustándose el respladeciente anillo del dedo anular-. Si es lo que quieres, lo haré. Pero tomaré un pequeño favor a modo de pago.

Los ojos de Danny se iluminaron del mismo verdor pálido de la gema del anillo de Vlad. Por unos segundos Danny se paralizó y Vlad se acercó muy ufano para inclinarse sobre el sofá y pegar sus labios sobre los fríos de Danny. No era la primera vez que se valía de aquel recurso, y tampoco sería la última.

Confundido Danny pestañeó largamente para salir del trance en que se había visto sumergido.

Vio a Vlad sonreír como nunca así que le devolvió el gesto antes de seguirlo al cuarto de entrenamiento.

Experimento fantasma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora