𝐎𝐔𝐑𝐒 | ❝me importa más si tus hijos saben integrar ecuaciones que en qué consiste su dieta.❞
❝ni siquiera las antiguas criaturas de la noche se preocupan más por el cálculo que tú.❞
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en donde f...
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APPALACHIA, NEW YORK.
El Mercedes se detuvo suavemente en el estacionamiento de la escuela secundaria, estaba vacío ya que solo los maestros seguían llegando para el primer día del semestre. Él sostenía su mano, rozando con el pulgar la banda dorada en su dedo anular que había estado allí durante años, pero que todavía se veía brillante y nueva por el cuidado con el que la manejaba.
Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras ella tarareaba la canción más nueva de Taylor Swift mientras se aplicaba una nueva capa de brillo labial. Luego se inclinó y besó su mejilla dulcemente, sonriendo por la marca que había quedado. Sabía que se la limpiaría antes de ir a trabajar porque no era higiénico, pero no le importaba.
—Lo veré en un rato, Dr. Cullen.— Murmuró, inclinándose hacia su toque cuando él metió un mechón de cabello detrás de su oreja.
Antes de que pudiera salir del auto, Carlisle agarró su barbilla y la atrajo hacia un beso lento. Ella se derritió contra él, deslizando sus manos por su pecho firme, jugando con el cuello de su camisa. Deslizó una mano por su muslo, debajo de la tela de su falda, apretando su piel hasta que ella suspiró felizmente en su boca. Y cuando se separaron, él tenía una sonrisa infantil en su rostro, luciendo como el joven de veintitrés años engreído que era, sabiendo lo fácil que era sacarla de quicio.
—Que tenga un buen día en el trabajo, señora Cullen.
