Enzo
Termino de dar las órdenes pertinentes y voy a la oficina de Andrea, ahora se hizo con un lugar nuevo en el casino, era una de las habitaciones antiguas en la planta, ya que dijo que no quería la antigua oficina. Según él no era su estilo. Entro sólo para toparme con una escena sexual, dos vasos de whisky se mantienen sobre la mesa mientras Andrea tiene las mejillas enrojecidas y jadea por la persona que le está dando sexo oral.
Por eso es mejor no traerlo, Patrick está más extraño de lo normal, todo es alcohol o sexo, está desconcentrado, algo lo irrita más de la cuenta. Ni siquiera se inmutan con mi presencia. Por Dios, dejaron la maldita puerta abierta.
—Al menos cierren la puerta la próxima vez, tenemos empleados —replico, sentándome en una de las sillas frente al buró. Andrea agarra el pelo de Patrick que es lo único que puedo ver desde mi posición y sonríe de medio lado.
—Tú eres el único que entra sin tocar, estábamos esperándote.
—¿Por qué no están trabajando?
—No había nada que hacer, ven aquí —Andrea me invita, pero no estoy de humor para eso, puede seguirle perfectamente el lado sexual a Patrick, porque a él, evidentemente sólo le gusta entretener de esa forma.
Es un adicto al sexo y no lo piensa dos veces.
—No, iré a trabajar —Andrea gime y se aferra con fuerza al pelo de Patrick, es bueno en ese tipo de cosas, en todo para variar.
—Bésame.
Me pongo de pie y doy la vuelta por el lado contrario de Patrick, tomo asiento sobre el escritorio y lo agarro del pelo, tiene las pupilas completamente dilatadas. Muerdo sus labios varias veces, sólo para provocarlo, se estremece, una vez satisfecho con su reacción deslizo la lengua en el interior de su boca, sin prisa, endemoniadamente lento, como le molesta y gusta a la misma vez.
—¿No piensas darle un descanso a la boca de Patrick? —Andrea me jala hacia él y vuelve a besarme, se tensa y me muerde mientras se corre, conozco su maldita rutina.
Nos deja ir, y Patrick por fin se pone de pie, paso la lengua por mi labio lastimado, Andrea no es cuidadoso a veces. Patrick me agarra y une nuestros labios, el sabor metálico de la sangre y el de Andrea se mezcla en mi paladar, mientras su lengua atormenta la mía. Ya es hora de que alguien le ponga un maldito límite.
—Hay que trabajar —jadeo contra su boca. Patrick me acaricia el pecho, no pasará, no vamos a tener sexo en la oficina, lo hicimos en la mañana, así que bajo del escritorio y doy la vuelta.
—¿Cuál es el problema? —Patrick agarra su trago abandonado y comienza a tomar, ese justamente es el problema, que es puro alcohol y ganas de sexo todo el maldito tiempo.
—¿Cuál es tú problema? Ni siquiera puedes dormir.
—Vaya, no sabía que era más importante dormir —se sirve otro trago y mira a Andrea—. ¿Tú también te quejas por eso, quieres dormir más?
Pongo los ojos en blanco y salgo de la oficina, en serio, no estoy para lidiar con borrachos desde temprano, bajo las escaleras y voy a la habitación de descanso del servicio. Me siento en uno de los asientos individuales luego de saludar a la gente alrededor y coloco el antebrazo sobre mis ojos.
No sé cuál es el problema con ese hombre.
No estoy en contra del sexo, por supuesto que no, ningún hombre lo estaría, pero él está llegando a un punto en el que lo quiere a toda hora y aprovecha por completo que somos dos. Es como si quisiera olvidarse de todos sus problemas.
Tengo un mal presentimiento sobre él, mis instintos me dicen que hay algo mal y no suelo ignorar eso.
—Enzo —quito mi brazo y me percato de que los demás se fueron, ahora es Ben quien está sentado frente a mí—. ¿Tienes algún problema?
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(III) Perversas intenciones (BL)
General Fiction¿Amor? No me hagan reír, tampoco soy de los tontos que se obsesionan. A mi padre le funcionó, pues felicidades para él, pero no soy de esos. Lo mío es la adrenalina, mi trabajo, dar órdenes y ahora infiltrarme en la mafia Italiana para acabarlos des...